El golpe fue certero. No solo contra una red de huachicoleros: fue una declaración política.
Cuando Omar García Harfuch anunció la detención de 32 personas y el aseguramiento de casi dos millones de litros de combustible robado, no solo desmanteló una red criminal. Abrió una grieta incómoda entre el poder político y las redes del crimen.
Treinta y dos detenidos. Más de 1.9 millones de litros de hidrocarburo incautados. Doce inmuebles cateados en Ciudad de México, Estado de México, Coahuila y Querétaro. Tractocamiones, pipas, armas largas, efectivo, fauna exótica y tomas clandestinas. Todo eso, sí. Pero el verdadero sismo ocurrió en la política: esta organización no operaba como parte de un cártel, sino como un consorcio criminal especializado, con conexiones profundas.
Más allá de lo operativo, las detenciones apuntan a una red empresarial y política que lleva años operando bajo una fórmula ya conocida: combustible robado, lavado de dinero y protección institucional. Querétaro no fue la excepción. La captura de Heréndira “N”, pieza clave en la firma de convenios —incluidos tratos con el gobierno de Sinaloa—, encendió las alarmas en el morenismo local. El huachicol ya no se mueve solo por ductos: circula también por licitaciones, sobres cerrados y pactos de poder. Desde 2020, fuimos los primeros en documentarlo.
Uno de los puntos más sensibles fue el cateo en Saltillo, relacionado directamente con el aseguramiento del buque Challenge Procyon, interceptado en marzo en Tampico con 10 millones de litros de diésel robado. Ese buque no fue un caso aislado. Detrás estaban los hermanos Jensen, operadores del contrabando desde la frontera, con vínculos probados con los hermanos Carmona. Sergio Carmona, el operador financiero incómodo de la 4T, dejó al morir algo más que escándalos: dejó una venganza impresa.
El grupo Tabasco, núcleo de la estrategia presidencial, observa con preocupación. La investigación ahora apunta a las finanzas sucias que pasaron por Intercam, CI Banco y Vector, todos señalados en esquemas de lavado vinculados al huachicol y al tráfico de fentanilo. Las piezas ya están sobre la mesa. Y los silencios… también pesan.
Porque el huachicol nunca fue un negocio menor. Es, y ha sido, una red paralela de financiamiento político. Por eso el golpe cimbró a Morena. Varios ex priistas, hoy disfrazados de regeneración, operaron bajo el viejo acuerdo: “si me dejas operar, yo te respaldo”. Pero ese pacto se desmorona. Lo que antes se resolvía por teléfono, hoy llega con una orden de cateo en la puerta.
Los amarres del pasado —tejidos por senadores, diputados, y exfuncionarios del SAT y Gobernación— se caen a pedazos. Los que se sentían intocables ahora guardan silencio. Y otros, simplemente… huyen. En Querétaro, ya no temen a la oposición: temen al citatorio. O peor: a que les llegue el FBI.
Datos duros del operativo:
• Detenidos: 32, incluidos los líderes Cirio Sergio “N” y Luis Miguel “N”, alias “El Flaco de Oro”.
• Otros operadores capturados: Aurelio “N”, Diego “N”, Israel “N”, Heréndira “N”.
• Material incautado: 21 tractocamiones, 14 semirremolques, 8 cisternas, 48 vehículos (varios blindados), 36 armas, 15.8 millones de pesos en efectivo y animales exóticos.
• Ubicaciones clave: Ixtlahuaca, Polotitlán, Huehuetoca, Jilotepec (Edomex), Tlalpan (CDMX), Querétaro y Saltillo.
Harfuch no solo desmontó una organización criminal: dejó al descubierto un sistema entero de protección y financiamiento ilegal. Esta red no solo drenaba ductos, drenaba recursos públicos, instituciones, y legitimidad.
Ahora el dilema es claro: ¿administrar el escándalo o desmantelar el entramado?
Porque si la Fiscalía no toca a los compradores, financieros y políticos involucrados, el golpe será solo un episodio más.
Pero si se sigue la ruta del dinero, de los contratos, de las alianzas turbias… muchos caerán. Y no todos serán criminales: también caerán políticos.
Claudia no quiere nada que huela a huachicol.
¿Y el Rocha?
Colofón: Se cayó el circo.
Gilberto Herrera Ruiz montó su foro como quien arma una carpa sin lona: sin fondo, sin forma, sin sentido.
Quiso posar de científico, terminó haciendo el ridículo.
No presentó propuestas, no desmontó técnicamente el proyecto Sistema Batán, y su única aportación fue la de siempre: palabrería sin fondo.
El tema Batán se volvió para él un capricho personal. Y ahí perdió lo último que le quedaba de política. Carga ya con investigaciones federales y locales, y con una red deshilachada que sobrevive solo por inercia.
Hoy se rodea de lo peor: violadores, acosadores, funcionarios señalados. Lo acompañan diputados inservibles y operadores reciclados. Lo suyo ya no es estructura: es cascajo.
Ahí estaban todos:
• Silvia Berenice Luna Cárdenas, regidora en Tolimán y fiel al naufragio.
• Sharon López y su esposo, exfuncionario panista al servicio del oportunismo.
• Víctor Hugo Jiménez Bravo, José Manuel Sánchez, Luis Carlos Arellano León, Víctor Barrera Olvera, Francisco y Marissa Sánchez Suárez, Marthalu Saavedra Rivera y Arturo Mora Atilano.
Puros cuadros gastados. Discursos oxidados. Padrón de acarreados.
Mientras Herrera Ruiz organiza foros vacíos junto al repartidor de Marinela, se victimiza por una cancelación que él mismo provocó.
Sus eventos no informan, no transforman, no resisten.
Solo lo exhiben.
Porque la política exige inteligencia, no berrinches. Estrategia, no resentimientos.
Y en eso, Gilberto… ya no da ni risa.
A chambear.
@GildoGarzaMx








