¡Vivan Corina y Venezuela!
Es imperativo de justicia que los gobiernos privilegien a los que no han sido privilegiados, esto es, a quienes padecen pobreza o inhumana pobreza extrema. Además, tal política pública es naturalmente agradecida por los beneficiados y apoyada por la mayor parte de la comunidad.
Si damos un vistazo a nuestra historia veremos que todas las luchas políticas, con sus distintas denominaciones, han tenido como propósito central: liberar, rescatar, redimir, ser emancipadoras…
Lo importante es saber qué debemos entender por privilegiar realmente a los grupos sociales más desvalidos, porque muchas veces las decisiones gubernamentales tienen como principal objetivo el dominio político-electoral de esos sectores de la sociedad, manteniéndolos eternamente dependientes de las dádivas oficiales. En tales casos, que ahora como nunca tienen una dimensión superlativa, no se trata de una acción justiciera, sino de la táctica más oprobiosa para mantener sojuzgados a quienes tienen como derecho natural ser libres y alcanzar un mejor destino.
El oficialismo dice que en el sexenio pasado se redujo la pobreza en 9.5 millones de mexicanos, pero oculta 2 verdades: la primera, que medio millón más de pobres pasaron a la pobreza extrema; y la segunda, que es tramposo el conteo gubernamental porque a esos millones (supuestamente sacados de la pobreza) les sigue entregando dinero público mes con mes, lo cual implica que siguen siendo pobres, pero sometidos y dependientes.
Las naciones que han mejorado realmente sus condiciones de vida asumieron decisiones axiomáticas y fundamentales para ese fin. Entre ellas: crearon leyes que brindan confianza y seguridad jurídica; han priorizado la inversión para elevar el nivel educativo de la población y, con él, acrecentaron la producción y la productividad, porque es lo único que crea riqueza y empleos bien pagados para todos los ciudadanos, porque las dádivas humillan y someten, pero el trabajo dignifica; votaron por gobiernos que brindan servicios públicos de alta calidad en cultura, salud, seguridad pública y demás exigencias sociales.
Aquí, Tartufo dijo que si su gobierno no resolvía el problema de la violencia la Cuarta Transformación habría fracasado, y dejó a México más violento y ensangrentado. Además, decreció la economía, se disparó el costo de la vida, se obstaculizó a la ciencia y la tecnología, se redujo la creación de empleos; los servicios de educación y salud fueron y son un desastre; pero la cizaña, el saqueo, la destrucción de instituciones, la opacidad y la mentira siguen apuntalando al gobierno de 12 años, pero ahora muy mono con cola de caballo.
Si no repudiamos públicamente al perverso y vigente obradorato pronto padeceremos la misma brutalidad que hoy enfrentan con heroísmo los venezolanos.