El presidente de la República amplió ayer la información de la semana anterior según la cual Acapulco tendrá para su resurrección y en reconocimiento de su frágil seguridad, muchos cuarteles y pocos hoteles.
La semana pasada se dijo:
“(La jornada. 2.11). – Tras el paso del huracán Otis, el gobierno federal desplegará a la Guardia Nacional en las colonias más pobladas de Acapulco, Guerrero, para garantizar la seguridad.
“El plan de recuperación del puerto presentado ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador incluye que en cada colonia con más de mil viviendas se instalarán cuarteles de esa corporación con 250 efectivos cada uno.
“El último reporte del gabinete de seguridad, que se presentó en octubre en Palacio Nacional, señala que Acapulco es el tercer municipio más violento del país, sólo después de Tijuana, Baja California, y Ciudad Juárez, Chihuahua. Además, se trata del municipio con mayor incidencia delictiva en Guerrero…”
A esa noticia se debe agregar esta promesa presidencial:
“…Vamos mañana a presentar (hoy) un plan para garantizar seguridad completa en Acapulco, se van a construir 38 instalaciones para la Guardia Nacional, 10 mil elementos para garantizar la paz, la tranquilidad y que con la seguridad siga siendo visitado Acapulco por muchos turistas, ya estamos trabajando en eso”.
Posiblemente las escenas de la rapiña posterior al huracán, le hayan abierto por fin los ojos al gobierno en cuanto al estado de las cosas en materia de inseguridad, violencia y crimen. En cualquier orden. La presencia masiva de guardias nacionales no solo desmiente el concepto de robo alojado en la cabeza (iba a decir en el cerebro, pero es demasiado decir), de la presidenta municipal, Abelina López (de otros López, conste), quien llamó al robo tumultuario, expresión positiva de la “cohesión social”.
Si la violencia es cohesionaste de la sociedad no tendría caso luchar contra ella. Pero el presidente –al menos en el anuncio de4 ayer–, piensa distinto. O eso dice.
La Guardia nacional, por otra parte, ha sido un rotundo fracaso en materia diuasiva. Sí nos atenemos a la historia reciente los grises uniformados no han abatido la comisión de delitos en el país.
No es necesario repetirlo, pero ya sabemos cómo este régimen ha visto pasar más ataúdes frente a su nariz, de cuantos vieron en su momento Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto. Más de 200 mil cadáveres bajo la consigna de los abrazos sin balazos, como si tal disyuntiva fuera la única manera de actuar. O lo uno o lo otro. Hoteles o cuarteles.
Nunca se quiso reconocer, la ley y su aplicación son garantía de seguridad y tranquilidad.
Pero las cosas parecen jugar con los números.
Los administradores políticos del secuestro y crimen masivo en Iguala decían, nos faltan 43 y esos mismos, en números gruesos faltan en las declaratorias de emergencia municipal por el huracán. Ni el presidente sabe con certeza cuántos debieran ser. Al menos ayer no lo sabia:
–“Después de la confusión y también aclaratoria (sic), señor presidente, que los 45 municipios de Guerrero afectados por el huracán, se estableció que sólo eran dos, ¿se mantiene esto todavía?
–Sí, es que hubo un error, lo aceptó la coordinadora de Protección Civil.
¿No fueron 47?
–“No; no. Fueron 43 o 47, básicamente dos, Acapulco y Coyuca. Y entonces, aun cuando hasta Denise Dresser, que está ahí pendiente de todo, cuestionó, pero es de seres humanos rectificar, o sea, cambiar de opinión (¿?).
Claro que están damnificados, ¿no? No 43, 47, sino todos los pueblos de Acapulco, como la mayoría de los pueblos de México, por la política de corrupción que imperó durante muchos años, claro que hay damnificados en nuestro país, muchos, muchos, muchos que requieren ayuda, pero por el huracán básicamente estos dos municipios…”
Ah, ta´güeno.
En esta extraña aritmética de la 4-T son lo mismo 43, 47 o dos. Ni Peña.