QUERETANIDAD
El hombre de las nieves Galy es Vicente Rangel
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN
Se jacta don Vicente Rangel Olvera de haber sido el creador de la nieve de limón con tinto, hace más de medio siglo, a partir de la exigencia de una cliente que requería esa combinación “para la disentería”. El vino lo compraba en La Opera y de ahí pasaba a la nevería Nicos del viejo Mercado Escobedo, para hacer su preparado que, años después, se convertiría en la carta de presentación de Nieves Galy, en el andador de 5 de mayo número 8.
El secreto, revela el autor, es la nieve artesanal con raspadura y jugo de limón. Los ingredientes naturales. Es lo que da el sabor, no el vino que puede ser de cualquier marca. Y lo mismo con el mantecado, hecho con leche bronca y combinado con Coca-Cola.
-Y es que ahora los modernos venden espumas frías, puras grasas con saborizantes. Ya nomás le echan trocitos de fruta para engañar. Aquí han venido a ofrecernos latas de cebo pero no le entramos a eso.
El pequeño establecimiento del andador de 5 de mayo, a unos pasos de nuestra Plaza de Armas, ha sido desde 1970 el favorito no solamente de los queretanos sino de gran cantidad de visitantes y algunas celebridades, como el ex presidente Miguel de la Madrid, el clavadista Joaquín Capilla, los boxeadores Púas Olivares y Julio César Chávez, los actores Enrique Alonso, Luis Felipe Tovar y Citlali Galindo así como el fundador de la UAQ, Fernando Díaz Ramírez.
De ello se enorgullece Vicente, el hombre de las nieves y del gran copete, un queretano “100 por ciento, nacido en 1947 a una cuadras de aquí, en el 207 de 5 de mayo, mejor conocida por la Casona del Árbol”. Hijo del ebanista Guillermo Rangel y doña Concepción Olvera Avendaño.
Muy joven y durante ocho años trabajó en Nicos, entonces ubicado en Juárez y más tarde en Independencia. Hasta que decidió independizarse en 1968, vendiendo nieves en las escuelas y en el futbol con el apoyo de su esposa Catalina.
Se defendía, dice, con una granja de pollos ubicada, aunque hoy resulte difícil creerlo, al lado del mercado Hidalgo, en el Centro Histórico. Hasta que otra cliente le rentó el local que ocupa desde hace 47 años y que pudo comprar en 1999.
Así ha vivido los fenómenos del crecimiento de la ciudad. Incluida la conversión de calle abierta a andador en 1976 con el gobernador Antonio Calzada y las ocurrencias de hoy cuando les ha pegado la prohibición de los estacionamientos en el primer cuadro, la reducción de las calles y la ampliación de las banquetas. “No sabemos que pretenden las autoridades”.
La clientela prefieren, entonces, ir a los centros comerciales. Y Nieves Galy y demás establecimientos viven del turismo. “Fue un error cerrar el centro” insiste.
Pero aquí se defiende con la ayuda de sus hijos José Rubén, Jorge Arturo y su nieto Arturo, tercera generación de esta empresa.
Respecto del nombre de su nevería, comenta que no hay antecedente familiar, aunque ahora una de sus nietas se llama así.
De hecho el pensaba ponerle Siberia, por aquello de las tierras nevadas, pero al solicitar la licencia le pidieron un nombre más corto, como se andaban usando. Había entonces, recuerda, una cremería muy exitosa, Gala se llamaba, de los señores de Alba. Y se le ocurrió el Galy. Hoy sabe de personas que lo llevan como nombre o apellido. Fue algo casual, remarca, como lo de la nieve de limón con tinto que aquella señora, cuyo nombre nunca supo, pedía.
Compraba su vaso de vino, de 50 centavos, en La Opera y el de nieve de 40 centavos y así nació ese exitoso preparado del que don Víctor presume ser el autor.