“–Era bueno. Si no mal recuerdo jugaba la segunda base. No bateaba sobresaliente, pero sí era bueno. Además, gozaba el juego.”
Eso me contaba en alguna ocasión Heberto Castillo Juárez, obviamente hijo del ingeniero estelar de la izquierda mexicana. Ambos jugaban en el equipo de la Universidad Nacional Autónoma de México hace tantos años como para no contarlos. Las muchachas no tenían celulitis y los jóvenes no teníamos barriga.
Heberto resistió los acosos de algunos “scouts” a quienes les gustó su manera de lanzar, pero la vida lo llevó por otros rumbos Pronto cambió el piano por el guante y la pelota; la música por el deporte y hasta incursionó en la política como delegado de Coyoacán, como su hermana Laura Itzel.
Pero si en los tiempos de la juventud, Andrés Manuel López Obrador tenía destreza deportiva, ahora no.
Él puede presumir un porcentaje de .300, pero eso apenas Beto Ávila, quien con los “Indios” de Cleveland llegó al campeonato de bateo desde un porcentaje de .313 Así lo relata el portal especializado, “Séptima entrada”.
“…Beto cerró la temporada caliente con el bat, ya que pegó 66 hits en 44 juegos, lo que le permitió subir de un .313 al porcentaje que le dio el título de bateo. Después de ese histórico año, se mantuvo con los Cleveland Indians hasta 1958, un año después jugó en tres equipos y para 1960, regresó a la Liga Mexicana, con los Tigres Capitalinos, con quienes colgó los spikes al concluir esa campaña…”
Así pues el porcentaje de .300 del Ejecutivo, es una “volada” digna de la atención de la inquisidora de los medios, Anita García Vilchis
El dos de abril del año 2018, el actual presidente produjo esta noticia:
“(EF).- Andrés Manuel López Obrador, candidato por la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ (Morena, PES, PT), utilizó una metáfora del béisbol para asegurar que está fuerte rumbo a la elección del próximo 1 de julio.
“Así como me ven, todavía estoy bateando arriba de trescientos” dijo durante su segundo día de campaña en Santa Catarina, Nuevo Léon.
En el béisbol se utiliza el porcentaje de efectividad de bateo, que divide el número de “hits” conectados entre los turnos que cada bateador tiene. Un porcentaje de trescientos es un buen número en este deporte, y significa tres hits cada 10 turnos…”
Pues así como me ven, presumió entonces, porque ahora el porcentaje no es para presumir.
En un turno al bate, con tres pelotas bobas, al presidente se le hizo serpentina la cadera, le crujieron las vértebras con la trenza y se fue con la carabina al hombro “Out”. Fuera. ¿Porcentaje?
Y ese “ponche” ahora tan famoso, me recordó otro, de un político cuyo auxilio al actual presidente fue notable cuando el “luchador social” ocupaba el Zócalo y Manuel Camacho Solís, quien regenteaba el Departamento del Distrito Federal por órdenes de Carlos Salinas de Gortari, le financiaba ocupación y levantamiento de los plantones entre otras cosas.
Quien operaba ese manejo de dinero (proveniente de PEMEX, por cierto), era Marcelo Ebrard, a la sazón, Director de Gobierno del DF.
Pero eso no tiene relación con el diamante. Esto sí.
En el poniente de la ciudad, en la alcaldía Álvaro Obregón, rodeado de barrancas y unidades habitacionales el cual se ha preservado por un milagro, hay un enorme terreno donde los niños juegan beisbol. Ahí están las Liga Maya y Olmeca.
Camacho acudió a la apertura de la temporada. La buena noticia era la extensión del uso de suelo para fines deportivos por otros veinticinco años. Los fantasmas del fraccionamiento estaban conjurados.
Camacho debía lanzar la primera bola.
–No, yo quiero darle, dijo caprichoso.
Un lanzador retirado de los “Yanquis” subió a la “lomita”. Resultado, el Regente se “ponchó”. Ahora también el presidente. Puro Karma.