WASHINGTON DC. Como les contaba en mi columna anterior, sigo con la conversación que tuve con un norteamericano que conocí en una comida y su disertación sobre las relaciones entre México y EUA sobre la compra de inmuebles en las costas mexicanas de parte de extranjeros. Ahora voy con la segunda parte de este encuentro sobre su opinión de temas migratorios.
Aquí les va. Empezó anunciando (ya les dije, no es republicano) que él estaba totalmente de acuerdo que la migración ha ayudado a Estados Unidos en todos los sentidos. Esta ha traído grandes avances económicos, sociales y culturales. Pero según él, observa que en este tema también se puede apreciar la hipocresía de los mexicanos. Aquí va su lógica.
Durante muchos años, incluyendo los últimos cuatro años (y con toda razón) en México se quejaron sobre el discurso y las medidas anti-migración que tuvo Trump, en particular, con México. Sin embargo, si uno analiza cuál ha sido el comportamiento histórico de México en relación a la inmigración – según él – se podría demostrar sin ninguna duda que México en los hechos, es por mucho más antiinmigrante que Estados Unidos aún en la época de Trump. Y no solo en lo requerimientos, sino que inclusive una vez superados, tampoco se está en igualdad de condiciones que un mexicano naturalizado en Estados Unidos.
Hay más de 30 cargos a los que únicamente los mexicanos por nacimiento pueden optar, cuando en Estados Unidos, los únicos dos cargos a los que no puede llegar un ciudadano naturalizado es de presidente o vicepresidente del país. Y para ejemplificar, prosiguió, imagínate el caso del recién nombrado Secretario de Seguridad Nacional (Homeland Security) Alejandro Mayorkas -que tanto la prensa y políticos mexicanos festejaron su latinidad-, nacido en Cuba de padre cubano y madre Rumana. ¿En México podría un mexicano naturalizado optar para ese cargo? Nunca. Ni ese ni otros. No podría ser secretario, ni gobernador, ni militar, ni senador, ni diputado, por mencionar algunos. La lista es larga. Y esto, aunque haya vivido toda su vida en México y haya llegado a un minuto de nacido.
Y para acabar pronto, como se dice en México, el trato de los mexicanos a los centroamericanos es por decir lo menos –infame, con uno de cada tres migrantes sufriendo violencia en su paso por México, aquí vemos desde violencia física, robo, abuso, secuestro, asesinatos, la lista es larga. ¿No tendrían que ser más sensibles habiendo visto los estragos de la discriminación en Estados Unidos? ¿Quién los entiende? Por un lado, defienden la importancia de la inmigración para el desarrollo y por otro lado hacen todo para limitarla. ¿Entonces México está de acuerdo con que salga su talento a Estados Unidos, pero no acepta talento que llega de ningún otro país? Esta hipocresía, como me dijo, – a la mexicana – no se entiende. Uno comprendería que por las difíciles relaciones históricas con Estados Unidos se limite la inmigración de ciudadanos norteamericanos, pero ¿Qué pasa con el resto del mundo? ¿Por qué México les pone tantas trabas a los extranjeros? ¿Qué no la inmigración trae desarrollo económico? ¿Es solo un discurso político para que les permitamos la entrada a los mexicanos? La experiencia norteamericana demuestra que los inmigrantes sí generan desarrollo económico. Quizás ahí podemos encontrar parte de la explicación del lento crecimiento económico mexicano.
PD. Al terminar la comida, ya marchándose, lanzó: “…por cierto, el Embajador de Estados Unidos llegará a México hasta que la pandemia esté bajo control…” ¿Será que llega pronto?