Mientras México busca proyectar continuidad y estabilidad, Washington afila las herramientas legales para acorralarlo. Muchas de ellas provienen, paradójicamente, del legado del expresidente López Obrador. Poco a poco, Estados Unidos va cerrando el círculo sobre México. Comenzó con aspectos generales como la lucha contra el tráfico de fentanilo, la migración indocumentada o el déficit comercial. Pero las últimas acciones del gobierno de Trump han sido más sofisticadas y sectoriales.
Tres acciones recientes destacan en esta lógica sectorial:
1.- Instituciones financieras: El 25 de junio de 2025, la red estadounidense contra crímenes financieros (FinCEN) acusó a CIBanco, Intercam y Vector de facilitar transacciones relacionadas con carteles de la droga mexicanos para la compra de precursores químicos en China.
2.- Arancel al tomate. Estados Unidos reactivó, el 14 de julio de 2025, un arancel del 17 % sobre las importaciones de tomate mexicano. Esto podría haber una caída del 5 % en exportaciones para 2025.
3. Violación a derechos de tráfico aéreo. Estados Unidos acusó a México de violar acuerdos de cielos abiertos por reubicar las operaciones de carga hacia el aeropuerto AIFA, lo que afecta a empresas como FedEx. Como represalia, amenazó con rechazar solicitudes mexicanas de vuelo.
Hay quien pueda considerar estas acciones como hechos son aislados. Pero el gobierno de México debe actuar a partir del peor escenario: Trump está haciendo un análisis de todos los temas que le puedan dar argumentos para poner a México contra la pared y para obligarlo a cooperar. Y la lista de reformas del gobierno mexicano que Trump puede argüir que afectan intereses de Estados Unidos es, lamentablemente, muy amplia.
Si el gobierno de México defiende los postulados de la Cuarta Transformación estará en directa confrontación con Estados Unidos en, por lo menos, siete temas:
Reforma energética: Priorizar a CFE y Pemex afecta las condiciones de inversión del T-MEC.
Maíz transgénico: Prohibir su uso y consumo, sin una base científica, es ejemplo de proteccionismo encubierto.
Minería: Revocar concesiones mineras y poner moratoria en nuevas autorizaciones puede activar capítulos del T-MEC relacionados con trato nacional y protección a inversiones.
Contratos para el Ejército. Las asignaciones del Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles, aduanas, puertos, sin licitación o con escasa transparencia, pueden ser vistas como falta de competencia
Restricciones ambientales discrecionales. La aplicación de regulaciones ad hoc, como en el caso de Calica (Vulcan Minerals), puede adquirir relevancia y generar presiones.
Compras farmacéuticas centralizadas. La exclusión de proveedores con vínculos o filiales estadounidenses puede ser presentada como barrera no arancelaria o favoritismo.
Organismos autónomos y reforma judicial. Con la reforma judicial y la desaparición del INAI, Cofece y otros órganos autónomos, se afecta la certeza jurídica y la transparencia. Trump puede argumentar que México ha debilitado sus mecanismos de vigilancia y rendición de cuentas.
Es paradójico que el mejor aliado de Estados Unidos para desgastar al gobierno de México sea el expresidente López Obrador, quien heredó a la presidenta Sheinbaum un barril de pólvora. Trump tiene una antorcha encendida para presionar al gobierno mexicano más allá de temas migratorios o de seguridad. Hoy, todas las instituciones de Estados Unidos se han transformado en piezas tácticas para restringir relaciones comerciales, revisar temas heredados y ejercer presión política.
Nadie sabe con certeza quién en el gobierno mexicano está encargado de anticipar los futuros golpes de Estados Unidos ni de diseñar una defensa estructurada. Lo que sí está claro es que Trump ya armó su tablero y México es una ficha especial de su juego electoral y geopolítico. Sus municiones son muy amplias. Mientras en Palacio Nacional claman fidelidad al legado del ex presidente López Obrador, en Washington se preparan para aprovechar sus iniciativas para incrementar la presión sobre México. Que nadie se sienta sorprendido por la próxima decisión estadounidense. El guion está claramente definido. Habrá quien aplauda que el Canciller De la Fuente dedique sus esfuerzos a transformar el sistema de Naciones Unidas y el multilateralismo, pero, mientras tanto, Trump se dispone a reformar la relación con México. Esta vez, con la pólvora que el mismo gobierno mexicano le ha proporcionado.