“La ciencia es cara, pero es más caro no hacer ciencia”, es una afirmación que Alfredo Herrera Estrella ha vuelto casi un mantra.
Para él es claro que el desarrollo económico y social de un país depende en gran medida de su desarrollo científico y educación.
“Creo que en nuestro país nos hemos equivocado al no invertir en ciencia, en educación, en creer que no se requieren conocimientos para hacer las cosas. Yo creo que es fundamental, la ciencia son desarrollos que a veces la gente común no se da cuenta que ocurrieron”, plantea.
Ejemplos le sobran: el horno de microondas, las videoconferencias, las vacunas y antibióticos.
Y más aún: “El futuro de la alimentación está en manos de la ciencia”.
La tan pregonada independencia del País “podría empezar por no depender tecnológicamente de otros y para lograrlo, se requiere una fuerte inversión en ciencia y tecnología”.
El prometido 1 por ciento del Producto Interno Bruto de inversión en ciencia para este sexenio no alcanza ni el 0.4 por ciento.
Cuestionado sobre si hay esperanzas de un mejor panorama para la ciencia con la eventual llegada a la presidencia de una científica, Claudia Sheinbaum, el investigador es cauto.
“Creo que el problema es el precedente que tenemos, donde se ha incluso tachado a los científicos como de la mafia, donde la inversión ha disminuido de manera terrible, donde las complicaciones administrativas para hacer uso del dinero se vuelven terribles.
“Y que después vea uno a nuestra candidata con más posibilidades replicar muchas de esas cosas en el discurso, pues no suena muy prometedor. Me gustaría pensar que sí, que al venir de una familia científica –porque su madre (Annie Pardo) fue Premio Nacional el año pasado–, me gustaría pensar que sí tiene esa idea”.
Aunque está un “ejemplo malo” en el caso de Conahcyt dirigido por María Elena Álvarez-Buylla.
“Todos pensamos: ‘ah pues qué bueno, una mujer científica’ y sin entrar en más debate con nuestra directora de Conahcyt, pues está muy lejos de haber sido un beneficio para la comunidad, ni siquiera de escuchar a la comunidad.
“Entonces creo que no podemos dar nada por ganado todavía hasta no saber realmente las intenciones, y los discursos ya sabemos cómo son”, apunta.