Dos semanas, apenas hace dos semanas que se inició la etapa de obras que impiden casi en su totalidad el paso por la 5 de febrero y el reclamo por la pésima planeación para darle fluidez al tráfico es de tal manera mayúsculo, que ninguna autoridad lo escucha. Eso sí, inunda las redes sociales, es motivo de conversación entre propios y extraños, causante de retrasos, corajes y sobre todo de pérdida de dinero, bien sea por negocios frustrados, gasto excesivo en autos de alquiler porque para colmo, el transporte público está para llorar o por accidentes vehiculares y hasta pérdida de vidas.
A falta de funcionarios públicos, que en lugar de culpar al ciudadano por quejumbroso y no ser capaz de aguantar un año caótico y apechugar, “sin politizar” que la ciudad capital estará partida en dos durante los próximos 365 días, resuelvan este problema de ingeniería de tránsito, surgen las observaciones de quienes realmente la padecen, como: que deben concluirse de inmediato un sinnúmero de pequeñas obras que por todos lados de la ciudad impiden el paso, porque a diestra y siniestra hay calles cerradas al tráfico, a veces totalmente intransitables y otras impedidas por simples montículos de tierra o material abandonado; la característica de todas ellas es que tienen el mínimo de gente trabajando si no es que a nadie, por lo que no se ve para cuando puedan dejar de ser un estorbo, igual que lo son los semáforos que deberían reducirse a cruces estratégicos, no que la mente avariciosa de alguien hizo que se pusieran amontonados como esferas de árbol navideño, es más, que se inventaran esquinas o pasos de peatones inexistentes, provocando en este tiempo de caos, empantanamiento vehicular, que bien se podría evitar con el paso de uno y uno, que ya ha probado dar buen resultado, incluso, se ha mostrado civilidad para dar preferencia al paso del peatón, caso contrario es el del automovilista desesperado de tanta retraso, que buscando escabullirse pone en peligro a los de a pie.
Otra sugerencia es que se impida el paso de transporte pesado en horas hábiles, bien sea obligando el desvío o definitivamente que solamente puedan cruzar la ciudad en horario nocturno; incluso, que el transporte requerido en la “magna obra” optimice su trabajo durante la noche, y si es muy necesario en el día, tenga rutas especiales de salida y acceso.
Que en las vías rápidas jejeje, sobre las que recae el tráfico como la B. Quintana, Constituyentes y la fatídica Junípero Serra se remuevan estratégicamente los bloques que separan los carriles de contra flujo, para que en determinadas horas de sobrecarga vehicular se habilite uno más. Que haya asistencia inmediata a las decenas de conductores afectados por alcances para que se retiren de inmediato y no se ponga en riesgo a los ocupantes de los autos siniestrados que permanecen en las vías y se agilice el tráfico. Que las escuelas afectadas, que son muchísimas porque el caos lo reciente toda la zona urbana, alternen horas de entrada y salida y si es posible los horarios de oficinas también se adecuen. Aunque sea temporalmente, que se impida estacionarse en ciertas calles que achican los carriles y que los municipios involucrados habiliten terrenos baldíos para que los autos se estacionen gratuitamente en ellos, a fin de que no lo hagan en la calle y que se modifiquen sentidos en las calles que ayuden a desahogar. Que se eliminen topes, donde no sean muy, pero muy necesarios. Igualmente que se elimine la caseta de pago que por nueve pesos detiene en filas kilométricas a quienes buscando vía alterna se van a ensartar en esa trampa. Que temporalmente los tianguis o puestos callejeros, no entorpezcan banquetas ni calles. Estas y decenas más pueden ser verdaderas soluciones si hubiese funcionarios interesados en atender a la ciudadanía, insisto, atender a la ciudadanía, sin selfies, sin abrazos fingidos para la foto, sin la clásica sonrisa de triunfador que sólo puede ser, porque no se dan cuenta de que la gente está harta de su indiferencia. ¿Hay alguien ahí? Al tiempo.