Daniel de la Fuente
Antes del surgimiento de los olmecas en lo que actualmente es Tabasco y Veracruz, y de los cuicuilcas en el Valle de México, y de los zapotecos en Oaxaca.
Antes, mucho antes de los mayas, de los teotihuacanos, de los toltecas y mexicas, lo que hoy es Nuevo León ya era asentamiento de pobladores.
Esto se desprende de una investigación que desde hace más de 20 años realizan arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la cueva La Morita II, en el municipio de Villaldama, donde recientemente encontraron restos humanos cuya antigüedad se estima entre 2 mil 500 y 3 mil años.
Durante la exploración, efectuada por trabajadores del Centro INAH Nuevo León, como parte del proyecto “Prehistoria y Arqueología Histórica del Noreste de México”, también se localizaron utensilios y herramientas de uso doméstico-ritual.
El arqueólogo líder Moisés Valadez Moreno informó que en los restos humanos se identificaron falanges de la mano y metatarsianos de los pies, un cúbito y un húmero, varias costillas y piezas dentarias, los cuales corresponderían a un bebé y dos adolescentes, por tratarse de huesos de muy pequeña talla.
Los restos fueron localizados entre fragmentos de cestería, textiles y fibras que, probablemente, eran parte del fardo que los envolvía.
“Los restos humanos se descubrieron en la cámara sur de la cueva, a 1.65 metros de profundidad; es probable que hayan sido desmembrados y depositados ex profeso en aquel sector apartado de la oquedad como parte de una práctica funeraria”, explicó el responsable de la excavación en la que se trabaja desde el 2003.
Las costumbres funerarias en sociedades autóctonas del noreste de México, según comentó Valadez en un comunicado, refieren a una clara intención de estos grupos de disimular los sitios de enterramiento.
“De acuerdo con las crónicas, cuando la madre fallecía durante el parto o minutos después, el infante era sacrificado y acompañaba el enterramiento de la occisa; en otros casos, por ejemplo, en un parto gemelar, el hecho era concebido como un mal augurio, por lo que se procedía a escoger al neonato de mejores condiciones y separar al segundo para enterrarlo vivo.
“La misma suerte corría aquel infante que mostrara señas de mal formación o defectos congénitos. En la región noreste del País se practicaron rústicos mausoleos en cuevas, covachas o lugares apartados, donde es evidente el empeño por ocultar el lugar de la sepultura”, puntualizó el arqueólogo del Centro INAH Nuevo León.
En la cámara sur que ahora se excava, el equipo de investigadores ha recuperado mas de mil 500 artefactos de uso ritual y doméstico como puntas de lanza y atlatl, punzones y cantos pulidos, cuya antigüedad se estima entre 2 mil 500 y 4 mil 500 años, así como materiales perecederos en los que sobresalen fragmentos de cordeles y cestería, de alrededor 3 mil años.
Dichos materiales se unen a los casi 30 mil 000 restos culturales y ecofactos recuperados en la cueva La Morita II, desde 2003, informó un comunicado.
Valadez Moreno comentó que, de 2003 a 2018, se han retirado los sedimentos de un área aproximada de 50 metros cuadrados de la cámara principal de la cueva y, de 2019 a la fecha, 24 metros cuadrados de la cámara sur.
EL SITIO MÁS LONGEVO
En entrevista, Valadez subrayó la importancia del trabajo que se realiza desde hace más de 20 años en la zona y que reconfigura la visión que se tiene de los pobladores antiguos, considerados salvajes y nómadas.
“Lo importante es que este sitio tiene herramientas, utensilios y objetos de la vida cotidiana desde hace 12 mil años y concluyen en la cueva hace unos 2 mil, pero debemos tener presente que Nuevo León tiene sitios arqueológicos mucho más antiguos que las famosas zonas de olmecas, mayas, teotihuacanos, mexicas de Mesoamérica: mientras allá apenas empezaba su desarrollo, aquí algunas ya tenían siglos abandonadas”, comentó.
Otras zonas prehistóricas de Nuevo León son Boca de Potrerillos, en Mina, de hace 8 mil años; Cueva Ahumada, en García, de hace 6 mil, y La Calzada, en Rayones, con fechas de hasta 10 mil años.
El arqueólogo indicó que aquellos pueblos que ingresaron hace más de 12 mil años a lo que hoy es el territorio mexicano explotaron recursos naturales en equilibrio perfecto: no necesitaron de la agricultura, la cerámica ni de la construcción de edificios.
“Los asentamientos temporales de los pueblos de nuestra región vivieron, permitieron convivir, respetar y mantener los ciclos biológicos de la flora y la fauna, pudiendo sobrevivir más de 12 mil años sin ningún problema”.
La antigüedad del asentamiento ha sido fechada por pruebas de radiocarbono C14 de restos orgánicos carbonizados en fogones hechos por el hombre.
Así, expresó Valadez, La Morita II es el sitio prehistórico mejor documentado y con la historia más completa y antigua en México.