ENTRE LÍNEAS
¿Qué habrá después de la crisis del COVID19? ¿Quién tomará el liderazgo?
El gobierno federal ha propuesto tres etapas para enfrentar la pandemia del COVID 19, sin el acuerdo de todos los sectores de la población. Las diferencias más importantes están en la percepción de la velocidad de las respuestas. El gobierno se ha tardado en poner en marcha la fase dos y para la mayoría ya se puede considerar como omisión peligrosa esta tardanza. Esta percepción proviene de datos que se derivan de lo que ha estado sucediendo en otros países, en donde se comprueba que el número de infectados asintomáticos es mucho mayor que los que muestran síntomas y por eso brincan las gráficas hacia arriba de un solo golpe y se hace inmanejable la explosión de enfermos y muertos por este mal. Otra diferencia importante está en la falta de capacidad de respuesta del sistema hospitalario. Si la curva ascendente cambia drásticamente bien sabemos que no habrá capacidad de atención. Es más, ya no la hay, no existen equipos médicos elementales para protección del personal de los hospitales y no se pueden poner en práctica protocolos que aseguren el aislamiento y la recupaeración, por lo que ir a un hospital implica mayor riesgo para todos los enfermos. Esta situación ha distanciado enormemente la percepción de la veracidad de lo que dice el gobierno y lo que dicen las redes y muchos especialistas. La realidad refleja una percepción diametralmente opuesta.
La tercera etapa, que es el aislamiento y la parálisis total de la economía, está por venir y se vislumbra sombría y dura, principalmente para la inmensa mayoría de mexicanos que vivimos al día. El efecto social y político de esta tercera etapa será demoledor para la base política del presidente, en donde las becas, las pensiones, los apoyos económicos de cualquier tipo serán insuficientes para mantener el día a día de la mayoría de la población. Y esto es así porque no hay capacidad de ahorro de la población y el presupuesto público es insuficiente. Ya desde ahora muchas empresas están despidiendo personal sin ninguna prestación, ¿Cuánto tiempo puede resistir la precaria paz social? ¿Quién puede asegurar que no habrá estallido?
Las fases dos y tres agudizarán la crítica y la guerra mediática contra el presidente y se profundizará la polarización y sus efectos, una polarización inducida y sostenida como estrategia política que se puede revertir como efecto de su agudización fuera de control. Es decir, la guerra política se hará evidente y clara. Nadie sabe lo que puede suceder en momentos de miedo y furia popular. Aunque el aislamiento sea una herramienta para el control social, no existe la capacidad suficiente para contener a una población desesperada por el hambre y la falta de dinero.
El asunto es que tampoco se ha previsto nada para la fase cuatro, ni siquiera se ha mencionado nada sobre lo que se va a hacer para recuperar una economía estancada, con crecimiento cero, con un tipo de cambio que puede alcanzar cifras hasta ahora impensadas, disminución del turismo y de los envíos de dinero de los mexicanos en el exterior, con una inversión privada desmotivada y sin estrategias para captar la inversión internacional. Con precios del petróleo cada vez más bajos por la guerra petrolera entre Rusia y Arabia Saudita y con una guerra comercial ya no solo entre Estados Unidos y China, sino también con Europa y otros países de Asia y América Latina, con un comercio mundial a la baja. La guerra contra el COVID 19 se da en medio de otras guerras en la economía, en la política y, sobre todo, en la sociedad. ¿Se están planteando las medidas adecuadas para después de la tercera etapa?
El escenario de la cuarta etapa es de una mayor incertidumbre, porque ni siquiera se ha planteado qué hacer después de la crisis del sistema de salud. Se da la impresión de que la estrategia gubernamental es que no habrá crisis, que será manejable el problema del COVID 19 y que la táctica es pausarlo, sin necesidad de llegar a los extremos de paralizar toda activad económica y social. Desde luego que las cosas no serán como son ahora, habrá menos recursos, menos capacidad y menos motivación para trabajar con el gobierno. Los indicadores macroeconómicos tendrán un impacto de magnitudes desconocidas, pero la solución estará en la microeconomía, en el día a día de millones de mexicanos.
¿Cuál será el escenario después de la crisis? Incertidumbre es la palabra. Tal vez sea muy difícil definir lo que vendrá, pero pueden suceder muchas cosas, una que sea la sociedad la que se movilice y cambie. Así sucedió después del terremoto del 85, ante la inmovilidad de Miguel de la Madrid, fueron los ciudadanos los que salieron a las calles a remover escombros y a salvar vidas. Pueden surgir nuevos liderazgos que sí retomen las líneas esenciales de la 4T, la lucha contra la corrupción y los pobres primero, pero que no busquen una polarización, sino nuevas alternativas de organización social y política, liderazgos que se salgan de lo establecido en el pasado y tengan la capacidad de presentar alternativas novedosas para sortear el día a día de la economía familiar. Liderazgos que rompan con los clichés anquilosados de los partidos y se aparten de las pugnas rupestres de los políticos del pasado. Ahí está la posibilidad para los jóvenes, hombre y mujeres, que sepan proponer y dirigir a una sociedad en crisis, a una economía en crisis y a una política con contenidos distintos. Esperemos que la crisis que viene favorezca el cambio profundo de forma y fondo de la política y sus procedimientos.