ENTRE LÍNEAS
Existe un consenso generalizado entre las diferentes corrientes psicológicas de que la primera edad es determinante para la forma de ser del sujeto en su juventud y en la madurez. Es en los primeros años de vida cuando se forma la idea más profunda de la cosmología, se crean las pautas axiológicas más generales, así como las motivaciones, miedos y angustias que determinan respuestas a los estímulos sociales, familiares y personales. La forma de se ser de hombres y mujeres se acuña en los primeros años de vida. Por ello, desde hace más de 15 años, la UNESCO ha puesto en el centro de sus esfuerzos educativos, el interés de lo que se llama “Educación inicial”, como acción prioritaria normativa que este organismo pretende establecer para todos los gobiernos que lo integran. Por eso me llama muchísimo la atención que Esteban Moctezuma, a quien yo le escuché decir en 2009, en un programa de Carolina Rocha, que estaba convencido que el centro de la educación deben ser los niños, no los materiales didácticos, no los presupuestos, no los derechos de los maestros, no la infraestructura educativa, estos apoyos son importantes, pero los niños son lo más importante, sin embargo, al clausurarse los apoyos a las estancias infantiles ha sido omiso ¿Dónde está la defensa de la educación inicial?¿No ha podido exponer esta idea central al presidente y al secretario de Hacienda? Da la impresión que no existe comunicación horizontal en el gabinete.
¿Qué es la educación inicial? Es la que se da de cero a cuatro años, hasta antes de entrar a preescolar. ¿Por qué es importante? La educación inicial es de suma importancia porque es fundamental para muchísimos procesos neurológicos, lingüísticos, sociales, formativos de valores, escolares y de aprendizaje cívico. En gran medida el contexto de violencia contra las mujeres se debe a las fallas en la educación inicial, a los patrones de conducta patriarcales aprendidos en la primera infancia y no manejados por experiencias formativas durante los primero cuatro años de vida.
El periodo comprendido desde el nacimiento hasta el ingreso a la educación preescolar, se ha descubierto como crítico para el desarrollo del fenómeno de la plasticidad cerebral. El tipo y cantidad de experiencias de este periodo, que se da en los espacios dedicados a la educación inicial, estimulación temprana, actividades lúdicas, aprendizaje del apego-desapego de la mamá, desarrollo social del lenguaje, es de suma importancia porque modifican el cerebro, por eso se habla de modificar la plasticidad cerebral. Un solo ejemplo basta, el desarrollo de la memoria. Los ejercicios que se realizan en cualquier centro de educación inicial, casi cualquier rutina como dormir y comer fuera de casa, el canto, las rondas infantiles, juegos organizados, estímulos corporales, influyen definitivamente en la necesidad de que el cerebro retenga información viso-espacial y fonológica, se activen nuevos canales neuronales y se consolide la atención, sin ésta no es posible memorizar. La atención es un proceso cognitivo que involucra los lóbulos frontales. Las funciones ejecutivas, fundamentales en el desarrollo del individuo durante la primera infancia, impactan en un conjunto de habilidades que permiten, por ejemplo, anticipar el establecimiento de metas, el inicio de operaciones mentales, la autorregulación y la monitorización de tareas, la selección precisa de los comportamientos y las conductas y la flexibilidad.
No pretendo profundizar más ni solamente en este aspecto de las neurociencias para llamar la atención de la importancia de la educación inicial. Está comprobado que los niños que asisten a estos centros (CENDIS, CONAFE, IMSS etc. y los que fungen como apoyos a las familias que trabajan) permanecen en el sistema educativo y tienen logros y mucho mejores desempeños que los que no asisten, que socializan mejor, desarrollan mejor el lenguaje, gestionan mejor la frustración y las emociones, son menos agresivos contra otros niños y contra las mujeres, desertan menos del sistema escolar y en general tienen pautas de conductas positivas mucho más arraigadas que los que no han contado con este beneficio. Esto impacta en la reducción de la deserción escolar, en un mejor aprendizaje, en conductas proactivas y en mejores ciudadanos.
El daño de cerrar los centros de educación no es sólo el que se hace a las educadoras, maestras o administradores de estos centros, es un retroceso grave en el desarrollo social, mental y educativo de la niñez mexicana.
Con toda seguridad se advierte un desconocimiento peligroso de las autoridades federales. No se trata de dejar a los niños “en guarderías”, este concepto es arcaico, por eso la UNESCO ha acuñado el de “educación inicial”, porque no se dejan guardados a los niños en un closet, tienen actividades específicas diseñadas para su desarrollo, actividades que no conoce un abuelito, a no ser que tenga la formación y más nietos para organizar las actividades de un CENDI. Al parecer, muchos tomadores de decisiones se quedaron anclados en esa idea estática de la guardería, sin intuir siquiera la importancia fundamental del concepto de educación inicial, pero la decisión de cerrar CENDIS y centros especializados destinados a los niños de cero a cuatro años, es quitar oportunidades valiosísimas de desarrollo del sistema educativo, de futuros ciudadanos que verán truncados sus destinos por una decisión arbitraria y ejecutada sin el estudio y conocimiento elemental de lo que debería de ser una política pública bien cimentada en la investigación y en la participación social (esto es una política pública, no una decisión arbitraria).
Esto no tiene que ver con la corrupción, en educación hay que hilar fino. ¿Por qué no se da el costo que representa la educación primaria o secundaria de cada niño de Oaxaca, Guerrero, Chiapas o Michoacán a las familias y que éstas los lleven a escuelas donde les otorguen el servicio educativo que mejor les responda? ¿Espera que las familias afectadas por la medida de suspender los presupuestos tomen las vías del tren o del metro o las tiendas y todo México se convierta en Michoacán, Guanajuato o Guerrero?
Dejar sin oportunidad a cualquier niño, aunque sus padres no se organicen como los maestros de la CNTE, es un acto impolítico, antisocial e inmoral, porque impacta en el desarrollo integral del niño, tal como lo establece la UNESCO. Los efectos de la desatención de la niñez los vemos en el número de ejecutados en las calles de las ciudades más violentas de México y en la violencia contra las mujeres.