A veces la historia se ensaña con los lugares equivocados. Querétaro, tierra con vocación de futuro, carga hoy con el lastre de un político importado del trópico: Gilberto Herrera Ruiz, nacido en Veracruz, formado en universidades fifís como el Tec de Monterrey —aunque muchos aún creen que egresó de la UAQ, donde fue rector—, pero sin arraigo ni raíces. Un hombre de biografía gris que, sin haber construido ciudadanía ni liderazgo auténtico, sueña con gobernar un estado que sólo ha sabido usar como trampolín personal y laboratorio de simulación.
No construye liderazgos, monta teatros. No escucha al pueblo, lo manipula con bots. No debate, ataca desde la sombra con una estructura digital financiada, todo indica, con recursos públicos que nadie ha querido fiscalizar. Y mientras acaricia el espejismo de una candidatura, alimenta una narrativa diseñada para confundir, polarizar y, sobre todo, ocultar sus propios pecados administrativos.
Esto no es especulación: cerca de 100 cuentas falsas interactúan de forma sistemática en sus perfiles de Twitter y Facebook. Lo aplauden, atacan a críticos, distorsionan datos y venden la ilusión de un respaldo ciudadano inexistente.
¿Cuánto cuesta sostener esa maquinaria de desinformación? ¿De qué partidas se paga? ¿Cuántos empleados mantiene en nómina por debajo del radar para operar este war room del engaño?
Ningún medio oficial lo reporta. Ninguna autoridad lo investiga. Gilberto Herrera nada en la impunidad.
Este domingo, montó una supuesta “consulta ciudadana” sobre el proyecto hidráulico Batán: Agua para Todos. Un evento sin metodología, sin rigor técnico, sin supervisión ni legitimidad. Pero con propaganda, medios alineados, micrófonos abiertos y redes listas para amplificar una farsa.
Una puesta en escena más para quienes extrañan los convenios millonarios de la era de Pepe Calzada, compadre y padrino de varios propaganderos reciclados.
¿El objetivo? No era escuchar al ciudadano —a él nunca le ha interesado—, sino montar un nuevo acto de sabotaje político. Simular que tiene respaldo, mientras desgasta adversarios y se presenta como “el crítico incómodo” del poder… aunque haya sido parte integral del mismo.
Porque Gilberto Herrera no es un outsider. Fue senador, delegado del Bienestar, y hoy es diputado federal por Morena. Desde esa posición votó por desaparecer el INAI. Sí, votó para eliminar el derecho a saber. Y ahora exige transparencia con la misma desfachatez con la que evade rendir cuentas.
Durante su rectorado en la Universidad Autónoma de Querétaro, jamás explicó el uso de millones destinados a planteles prometidos en Peña Miller y San Juan del Río. Se escudó en la autonomía universitaria para evadir la fiscalización, ignorando que autonomía no es impunidad. Los informes financieros fueron vagos, incompletos o inexistentes.
Más grave aún es el abandono a los profesores universitarios. Cientos murieron esperando su jubilación, negada sistemáticamente con el argumento —jurídicamente falso— de que no podían recibir pensión del IMSS y jubilación universitaria a la vez. Hoy, más de 120 millones de pesos en pasivos laborales siguen sin resolverse en la Junta de Conciliación y Arbitraje. Y Herrera, fiel a su estilo, nunca dio explicación.
El académico —y supuesto “científico”— incluso ha difundido imágenes generadas con inteligencia artificial para sembrar miedo entre la ciudadanía, afirmando que el proyecto Batán “dará agua con mierda” a las familias de Querétaro. Una campaña sucia, delirante y ruin que, además de insultante, podría constituir un grave abuso de poder. Porque no sólo miente: lo hace desde su cargo como funcionario público, utilizando recursos institucionales para difundir desinformación y operar una estrategia digital de propaganda negra.
Eso, en términos legales, es desvío de recursos, uso indebido de funciones y simulación con fines electorales. Y debe investigarse.
Y mientras él acusa sin pruebas, guarda silencio sobre la denuncia formal que presentó su propio contralor por el desvío de 320 millones de pesos durante su gestión como rector. Un expediente abierto ante la Fiscalía General de la República, donde ya hay cinco personas señaladas directamente.
Peor aún: su estructura digital está guiada por personajes con antecedentes criminales, entre ellos un señalado violador de menores y un regidor acusado de violencia contra mujeres. Esa es la clase de operadores que manejan la narrativa del “nuevo Querétaro” según Gilberto Herrera.
Cada publicación suya es replicada mecánicamente por una legión de perfiles falsos, sin rostro, sin historia, sin vínculos con Querétaro. Una operación alquilada para fabricar popularidad y destruir reputaciones.
No hay rendición de cuentas. No hay origen de fondos. No hay regulación. Sólo hay cinismo.
Política sin alma
Gilberto Herrera no quiere transparencia. Quiere poder. No busca justicia social. Busca impunidad anticipada. Y en su desesperación, ha perdido toda brújula moral. Ya no hay diferencia entre el académico y el oportunista, entre el político y el mercenario.
Su carrera, construida sobre el humo de la desinformación y el disfraz de la crítica, se tambalea. Las denuncias se acumulan. La impunidad comienza a resquebrajarse.
Y la ciudadanía —la que él tanto desprecia y cree ignorante— ya no compra el cuento.
Porque una cosa es criticar desde la razón.Y otra muy distinta, encabezar una cruzada de falsedades para lavar la propia culpa.
Colofón
Mientras tanto, el repartidor de Marinela, anda de llorón, buscando quién me calle para que no se le exhiba su corrupción.
Qué gozadera… Ya espero las campañas.
A chambear.
@GildoGarzaMx
