TEMPORAL
La Independencia de México (II)
En el año de 1519 llegó al territorio ocupado por el Imperio Azteca el explorador español Hernán Cortes con setecientos soldados y un reducido número de caballos y de armas procedente de Cuba, ocasionando uno de los hechos más inauditos de la historia mundial que todavía al autor se le hace difícil de comprender. En un lapso de dos años, Moctezuma II, Rey de los aztecas, que tenía más de sujetos a su servicio que ningún Rey o Monarca Europeo, que podía escoger entre más de mil alimentos diferentes y contar con alimentos traídos a más de quinientos kilómetros de distancia, fue vencido y muerto terminándose con este hecho el Imperio Azteca.
México, fundado por los aztecas en 1345, fue destruido en 1521 por los europeos aliados con los grupos étnicos, que colindaban con los Aztecas, y que estaban sometidos por ellos dentro y fuera de su territorio, los que no dudaron en apoyar al invasor europeo para liberarse de las guerras floridas, de la explotación y pago de tributo a los aztecas y de la crueldad de los aztecas. Durante la conquista y después de ella, como resultado de la guerra, del hambre, de las enfermedades traídas por los europeos y de la traición de los pueblos hacia los aztecas, murieron más de un tercio de la población del país. Después de la conquista del Imperio Azteca, nació un país y una cultura producto de los conquistadores y los conquistados, regido por un gobierno exterior, la Corona Española.
A raíz de una serie de acontecimientos entre los que encontramos la esclavitud de los naturales por los europeos, la Santa Inquisición y otros acontecimientos entre los que sobresale por un lado el movimiento cultural e intelectual conocido como la Ilustración, cuya finalidad era la de disipar las tinieblas de la sociedad mediante las luces de la razón, movimiento que influyó en los aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la sociedad europea del siglo XVIII y parte del XIX, sosteniendo los ilustrados que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor, movimiento que tuvo como fenómeno histórico, simbólico y problemático la Revolución francesa, cuyo pensamiento cautivó las sociedades hispano-americanas, y por otro lado el ingreso de Napoleón Bonaparte al territorio español autorizado por el Primer Ministro Godoy el 2 de Mayo de 1808 para invadir Portugal, lo que agudizó la descomposición de la Monarquía española con el Motín de Aranjuez y la ocupación de Napoleón del territorio español quien coronó a su hermano José como José I Rey de España, exiliando a los Borbones a Bayona, Francia, lo que ocasionó la rebelión del pueblo de Madrid, el levantamiento de las armas en toda España, el nombramiento de Juntas de Gobierno Autónomas del pueblo español, la Guerra de Independencia de España contra Francia entre 1808 a 1814 y el movimiento conspirador de la Nueva España ante la ausencia de los Príncipes Españoles prisioneros por Francia, movimiento que al ser descubierto ocasionó que en la mañana del 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en compañía de Allende, Aldama y varios de sus seguidores y portando el retrato de Fernando VII, aclamara en el pueblo de Dolores entre otras cosas: “Viva Fernando VII Rey de España”, “muera el mal gobierno”, “muera el usurpador José Bonaparte”, “mueran los gachupines”, “muera la esclavitud”.
La independencia de México es un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España, dado por las circunstancias políticas y los antecedentes sociales de la época enunciados; guerra sangrienta iniciada posterior al grito de Dolores que produjo miles de muertos en los campos de batalla, lucha que terminó el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México y con la firma del Acta de Independencia del país, hace ciento noventa y seis años, fecha memorable que las autoridades de los tres niveles de gobierno deberían celebrar con pompa y platillo, por ser el día en que nuestro país nació como un país libre y soberano, independiente de toda nación extranjera.
Hidalgo no habló de independencia, quien habló de independencia fue José María Morelos al señalar que si España no podía quitarse al gobierno francés, la América Mexicana no tenía por qué depender de la usurpada Corona Española, quien en septiembre de 1813 convocó en Chilpancingo al Congreso de Anáhuac, para elaborar el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, y quien elaboró el documento Sentimientos de la Nación, cuyo artículo Primero señala: “Que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione dando al mundo las razones”, continuando la lucha armada varios años.
El 16 de noviembre de 1820, el militar realista opuesto a la ideología e implementación de la Constitución de Cádiz, Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu, partió de la ciudad de México por órdenes del Virrey Apodaca para destruir la insurgencia al mando de Vicente Guerrero, marchando a tierra caliente para encontrarse con los restos de la insurgencia del sur comandada por Guerrero. Según el historiador Jaime del Arenal Fenochio, Iturbide envió una carta a Guerrero el 26 de noviembre de 1820 para persuadirlo de abandonar su causa en términos civilizados para llevar a cabo su plan para la independencia de la Nueva España, haciendo referencia a una carta enviada anteriormente por Guerrero a Iturbide. Iturbide puso sobre aviso a sus hombres de sus verdaderas intenciones de hacer la Independencia del país, causa que los militares secretamente también deseaban, iniciando de esta forma con la formación del Ejército Trigarante. En su carta Iturbide le pide a Guerrero que deje su lucha y rinda sus armas, negándose Guerrero, contestándole que sólo cuando él jure luchar por la independencia militaría bajo sus órdenes, acordando encontrarse en Acatempan, el 10 de febrero de 1821, donde se dieron el histórico abrazo, lo que historiadores modernos cuestionan su veracidad sugiriendo otros lugares del encuentro. Según Lucas Alamán fue José Figueroa el comisionado por los insurgentes para reunirse con el comandante realista. Lorenzo de Zavala, menciona que la reunión de Guerrero e Iturbide respaldados por sus tropas se realizó el 10 de febrero de 1821 en Acatempan, donde se reunieron, conversaron y se abrazaron para sellar la paz. A partir de ese momento, las fuerzas militares de Guerrero de tres mil quinientos hombres -incluyendo a los hombres de Ascencio-, se pusieron bajo las órdenes de Iturbide, quien el 18 de febrero envió la noticia de la rendición de Guerrero a Apodaca. Iturbide comenzó su campaña para ganar más adeptos, envió el borrador del Plan a Juan José Espinosa de los Monteros, mandó emisarios para explicar sus intenciones a los comandantes realistas Pedro Celestino Negrete, Anastasio Bustamante y Luis Cortazar y se reunió con el teniente coronel Miguel Torres en Sultepec.
El 24 de febrero de 1821, Iturbide proclamó el Plan de Iguala fundamentado en tres garantías que eran: Religión Católica como única tolerada en la nueva nación, Independencia de México y Unión entre los bandos de la guerra. El Plan proponía el Ejército Trigarante conformado inicialmente por el ejército Insurgente y por las tropas realistas que se encontraban bajo el mando de Iturbide, quien asumió el puesto de jefe máximo. El Plan, compuesto por veinticuatro artículos que conjuntaba las aspiraciones de autonomía e independencia de todos los sectores de la sociedad novohispana, proponía crear una junta de gobierno, como lo había deseado Primo de Verdad desde 1808; abolía la esclavitud y defendía la religión católica conforme a la proclama de Hidalgo en el Grito de Dolores de 1810; establecía que todos los habitantes sin distinción serían considerados ciudadanos como lo proclamó Morelos en 1813; proclamaba un régimen constitucional como lo propusiera Francisco Javier Mina en 1817; buscaba la unión y la paz para terminar con la derrama de sangre, que después de una década de luchas fratricidas, deseaba toda la población; ratificaba los privilegios y fueros del clero y se darían reconocimientos de grado y de recompensas a los militares como ellos lo deseaban; se pretendía establecer un régimen monárquico moderado constitucional adecuado a la entidad cuyo trono sería ofrecido al propio Fernando VII, o bien a alguno de los infantes de España, dejando la puerta abierta a los que insistían en las ideas absolutistas. Ese día el sastre José Magdaleno Ocampo entregó a Iturbide el pendón trigarante confeccionado por su encargo, en colores Blanco, verde y rojo, fecha que celebramos desde ese día como el Día de la Bandera, siendo la Bandera Trigarante el primer pendón del México independiente.
La bandera trigarante significa unión y armonía, está dividida por tres barras diagonales, con una estrella dorada de ocho puntas en el centro de cada banda. Las tres estrellas están colocadas diagonalmente, en sentido inverso al de las barras y representa las tres garantías y la voluntad de cumplirlas. La primera franja en la parte superior, es blanca, simboliza la pureza de la religión católica, principio activo de unidad nacional; la segunda es verde, simboliza el ideal de independencia de México, no sólo de España, sino de toda otra nación; la tercera es roja, representa el ideal de la unión entre los indígenas, mestizos, criollos y españoles residentes en México y entre cuantos constituían la población mexicana.
Iturbide envió el Plan al virrey Juan Ruiz de Apodaca, al arzobispo Pedro de Fonte, al canónigo Matías Monteagudo, a los oidores Isidro Yánez y José María Fagoaga, al síndico Juan Francisco Azcárate y Lezama, así como a otros personajes importantes de la capital., pidiéndole a Apodaca presidir la Junta Gubernativa, conforme al punto cinco del Plan, mencionándole que no creía que Fernando VII hubiese jurado voluntariamente la Constitución de Cádiz y que si el monarca o su familia accedían a gobernar Nueva España, se podría redactar una constitución moderada. En respuesta, Apodaca publicó el 3 de marzo, un bando exhortando a todos los habitantes a no leer los planes seductores de Iturbide, los cuales eran contrarios a la Constitución de Cádiz jurada en mayo, postura secundada por el Ayuntamiento de México. El 14 de marzo, Apodaca declaró a Iturbide fuera de la ley, ofreció indulto general a quienes hubiesen jurado el Plan de Iguala, siempre y cuando reiterasen su juramento de fidelidad a la Constitución y al rey. Al mismo tiempo creó el Ejército del Sur con una tropa inicial de cinco mil hombres al mando del mariscal de campo Pascual de Liñán y del brigadier Javier de Gabriel.
Durante los primeros cinco meses de campaña del Ejército Trigarante avanzaron por todo el país tomando ciudades proclamando la independencia. Los realistas sufrían derrotas y capitulaciones consideradas una afrenta para los oficiales de los cuerpos expedicionarios españoles, quienes atribuían sus desgracias a la impericia e ineptitud del jefe político superior Apodaca, por lo que el 5 de julio de 1821 tomaron el mando de los regimientos: Órdenes militares, Castilla, Infante don Carlos y dos compañías de Marina, rodearon el Palacio Virreinal e irrumpieron la reunión de Apodaca con altos jefes militares, determinando que Francisco Novella asumiría el cargo de virrey, lo que no fue bien recibido por los miembros de la Junta Provincial de México, quienes finalmente ratificaron el nombramiento de Novella el 8 de julio de 1821.
Durante los primeros días de 1821, los diputados Miguel Ramos Arizpe y José Mariano Michelena lograron la destitución de funcionarios considerados “anticonstitucionales, brutales y antiamericanos” (entre ellos Juan Ruiz de Apodaca y José de la Cruz), nombrándose Capitán general y jefe político superior de Nueva España al general Juan O’Donojú, quien desembarcó el 3 de agosto de 1921, en San Juan de Ulúa, siendo recibido por el brigadier José García Dávila, que le informó que, a excepción de la ciudad de México, Veracruz, Durango, Chihuahua, Acapulco y la Fortaleza de San Carlos de Perote toda la Nueva España había sido liberada del dominio español.
O´Donojú ordenó el cese a las hostilidades de los realistas, y envió dos emisarios con cartas dirigidas a Agustín de Iturbide, Primer Gefe del Ejército Trigarante, para celebrar una reunión para firmar la pacificación de la Nueva España en la que se discutiese la independencia sin romper los vínculos que unieron a los dos continentes. La reunión se celebró en la villa de Córdoba el 24 de agosto de 1821, donde se firmaron los Tratados de Córdoba, para formar una nueva Nación independiente que se reconocería como Imperio Mejicano, poniendo fin a los conflictos. Los tratados se componen de diecisiete artículos, señalando el primero: “Esta América se reconocerá por Nación soberana é independiente, y se llamará en lo sucesivo Imperio Mejicano” y el segundo: “El gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado”. El 5 de septiembre, Iturbide con un ejército de dieciséis mil hombres rodeó la capital, y montó su cuartel en Azcapotzalco, a donde acudieron a rendirle pleitesía miembros de la aristocracia, y los militares Domingo Luaces, Melchor Álvarez, Juan Horbegoso, José Morán, Cela, y Arana, quienes se incorporaron al Ejército Trigarante.
Durante la primera quincena de septiembre, la provincia de Chiapas, que pertenecía a la Capitanía General de Guatemala, declaró su independencia. El intendente Juan Nepomuceno Batres juró el Plan de Iguala y sus habitantes manifestaron su interés por incorporarse al Imperio mexicano. El 15 de septiembre de 1821, Yucatán declaró su independencia y se designaron como emisarios al coronel Juan Rivas Vértiz y al abogado Francisco Antonio Tarrazo para expresar a Iturbide y O’Donojú el deseo de unirse al Imperio Mexicano. Ese día en la Provincia de Guatemala, Gabino Gaínza convocó una junta con las autoridades del lugar proclamando el Plan de Iguala, pero la población se encontraba a disgusto por la anexión de la Provincia de Ciudad Real de Chiapas, acordada en Comitán. Si bien se realizó el juramento al Plan, la población manifestó su deseo de independencia absoluta tanto de España como de México. Casi al mismo tiempo, la Provincia de San Salvador, la Provincia de Comayagua y la Provincia de Nicaragua y Costa Rica declararon su independencia y aunque existieron fuertes disidencias entre ellas, se integraron al Imperio Mexicano.
El 15 de septiembre, Novella publicó el reconocimiento de O’Donojú como nuevo Jefe Político Superior. Se liberó de prisión a los simpatizantes de la independencia, se restableció la libertad de prensa y se permitió el libre tránsito de acceso a la ciudad. El 16 de septiembre de 1821, O´Donojú anunció desde Tacubaya, la terminación de la guerra. Iturbide publicó una proclama invitando a la población a reunirse bajo las banderas de la libertad para que así participasen de los beneficio de la victoria. Del 21 al 24 de septiembre, las tropas expedicionarias de España abandonaron la capital para establecerse en Texcoco y Toluca, donde organizaron su partida y embarque hacia La Habana.
El 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró a la ciudad de México por diferentes rumbos, formando una columna al frente de la cual iba Agustín de Iturbide ataviado de civil consumando la independencia nacional. Lo que motivó una gran celebración de la gente de la capital, luciendo sus habitantes los colores blanco, verde y rojo que Iturbide designó como los colores nacionales, y que incluyó desfile, diversos discursos, Te Deum en la Catedral, banquetes y la entrega de la llave de la ciudad a Agustín de Iturbide. Lucas Alamán describió el día 27 de septiembre de 1821 como el día más feliz en la historia nacional, fecha de la independencia de México que deberíamos celebrar con grandes festejos patrios. Las tropas que desfilaron del ejército trigarante se conformaban por 16,134 hombres, de los cuales, 7,416 eran de infantería, 7,955 eran de caballería, y 763 de artillería con 68 cañones de diferentes calibres. La infantería contaba en la cuarta sección con 318 hombres del batallón Ligero de Querétaro, La caballería contaba en la tercera sección con 155 hombres de Sierra Gorda y en la séptima sección con 283 hombres del Regimiento de Querétaro,
El 28 de septiembre la Junta Provisional Gubernativa realizó su primera sesión en el salón de acuerdos del recién nombrado Palacio Imperial, sus treinta y ocho miembros se dirigieron a la Catedral para jurar el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. A las nueve de la noche firmaron el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. La Junta eligió a cinco miembros para formar una Regencia en la cual recayó el Poder Ejecutivo, nombrando como presidente de la junta a Agustín de Iturbide y como vocales a Manuel de la Bárcena, José Isidro Yáñez, Manuel Velázquez de León, y Juan de O’Donojú. Comentarios al correo electrónico: temporal_franxama@hotmail.com