“El que calla otorga” es un dicho que se aplica entre las personas, pero también al poder público cuando se queda callado. El señor gobernador Francisco Domínguez ante las acusaciones de Emilio Lozoya de que vendió su voluntad soberana para votar a favor de la Reforma Energética, ha optado por quedarse callado, Es un silencio que se cubre bajo la ley, pero queda obscenamente desnudo para la ética democrática y la responsabilidad política, que el gobernador pagará muy caro ante su partido y la opinión pública, pues al no dar la cara abre las puertas al rumor que, además, es más cruel y suspicaz que la más cruda realidad.
¿Por qué Francisco Domínguez se queda callado? ¿Por qué no defendió su inocencia y ni siquiera rechazó la posibilidad de semejante deshonestidad, como lo hicieron Ricardo Anaya y Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, otros de los denunciados? El gobernador pretende cerrar los ojos ante una realidad, el show de Lozoya no tiene propósito de imponer la justicia sino que representa el primer embate propagandístico rumbo a las próximas elecciones. En Querétaro, según las encuestas, el Partido Acción Nacional lleva una ligera ventaja, una forma de quitarle votos es salpicarlo con la corrupción del anterior sexenio.
Sería una ingenuidad, y recordemos que la ingenuidad con experiencia deja de ser una virtud para convertirse en un rasgo bobalicón de personalidad, considerar que por llevar buenas relaciones con el Presidente, éste no va a desperdiciar la oportunidad, tanto de avanzar electoralmente en Querétaro, como desacreditarlo ante sus correligionarios, pues el gobernador ya tiene una representatividad nacional dentro del PAN.
El discurso de López Obrador está agotado, es un mago con la chistera agujereada, echarle la culpa de todo al pasado, después de dos años de gobierno, ha perdido el voltaje crítico; argumentar la existencia de otros datos, se ha convertido en un chiste; sus pronósticos sobre la pandemia son exactos, pero al revés, basta que afirme que la pandemia está controlada, y lo está diciendo desde abril, para que ese día se batan todas las marcas de contagiados y de muertos. Ha tratado de tapar el sol de sus torpezas con un avión, una banalidad que, de entrada, indigna que le dedique más tiempo en las mañaneras que a la misma tragedia del corona virus o a los daños del huracán en el Norte.
El único recurso para distraer a la opinión pública es Lozoya, convertido en un muñeco de ventrílocuo, que dirá lo que le pida López Obrador, quien para ponerle suspense ha dicho: “Todos los mencionados en el asunto deberán asistir ante las autoridades y declarar”. Había un personaje del genial Héctor Suárez, el Destroyer, que cuando lo detenían después de hacer un acto irracional y vandálico, le pedían una explicación, él decía: “Nomás, nomás”. Señor Gobernador, el pueblo de Querétaro y su partido exigen una explicación por su silencio. Responder que se espera para responder hasta que haya una acusación: “tangible y concreta”, es tanto como recibir por explicación: “Nomás, nomás”.