A la par de grandes obras que benefician a los habitantes de Michoacán, se han recuperado historias sobre la ocupación de su territorio, por ejemplo, el uso de cuevas en Uruapan por parte de grupos humanos tempranos, la transición del mundo prehispánico al novohispano en Pátzcuaro, o el andar por el camino antiguo de Valladolid (Morelia) al Bajío.
Memorias bajo tierra, obras del presente es la exposición en la que la representación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Michoacán reúne descubrimientos del último lustro, derivados de salvamentos arqueológicos, y que brinda el mensaje a la ciudadanía de “que no solo considere benéfica la creación de infraestructura, sino también perciba como invaluable el rescate de esta memoria”.
Así lo manifiesta el coordinador del proyecto expositivo, el arqueólogo Ramiro Aguayo Haro, quien agrega que esta exhibición, realizada junto con las secretarías estatales de Cultura y de Comunicaciones y Obras Públicas, explica en qué consiste un salvamento arqueológico: una investigación que acompaña a obras de carácter público o privado, en áreas con potencial arqueológico e histórico.
Montada en el Centro Cultural Clavijero, la exhibición lleva al visitante de la Tierra Caliente al noreste del estado, pasando por la capital Morelia y Pátzcuaro, y revela que la presencia humana en lo que hoy es suelo michoacano es de larga data, al considerar que en la llamada Cueva de Los Hacheros, en Turicato, se han encontrado evidencias de asentamientos de 11,000 años de antigüedad.
En ese sentido, entre los 160 objetos arqueológicos expuestos hay un grupo de piezas líticas halladas en una de seis cavidades, ubicadas entre Taretan y Los Cajones, conocidas como Cuevas del León, durante la ampliación de la carretera hacia Lázaro Cárdenas. Los núcleos, lascas y herramientas de piedra, recuperados por un equipo liderado por el arqueólogo José Luis Punzo, también podrían datar de milenios.





