Faustino Armendáriz Jiménez
Arzobispo de Durango
Hemos apenas concluido, con la gracia de Dios, este tiempo de trabajo en el Inicio del itinerario sinodal en Roma; fueron cuatro jornadas intensas, del día 9 al 12 de octubre, en las que fui llamado a colaborar dentro de la Comisión Teológica de la Secretaría del Sínodo. En pocos renglones trataré de sintetizar y compartir, con sencillez y humildad, la experiencia de estos días en Roma.
El primer día, realizamos un encuentro, donde escuchamos la Palabra de Dios como referente iluminador para este proceso; la presencia de las cuatro Comisiones de la Secretaría y una gran cantidad de participantes de diversas partes del mundo hacían de este acontecimiento eclesial un evento sumamente enriquecedor: laicos, vida consagrada, sacerdotes, obispos, todos juntos, en comunión y colegialidad con el Papa Francisco, nos pusimos a la escucha de la voz del Señor, que no deja de asistir y conducir a su Iglesia. En esta misma sintonía, el Santo Padre señaló en su mensaje inaugural: «Gracias por estar aquí, en la apertura del Sínodo. Han venido por muchos caminos y de muchas Iglesias, llevando cada uno en el corazón preguntas y esperanzas, y estoy seguro de que el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad. Reitero que el Sínodo no es un parlamento, que el Sínodo no es un sondeo de las opiniones; el Sínodo es un momento eclesial, y el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo. Si no está el Espíritu, no habrá Sínodo».
El segundo día, domingo día del Señor, el Santo Padre presidió la solemne Misa del Inicio del proceso sinodal, en la Basílica de San Pedro, marcando en su homilía el rumbo sinodal e insistiendo en que debemos ser una Iglesia que escuche y se pregunte a la vez ¿Qué es lo que Dios quiere para nosotros en este tiempo? Enfatiza así el Papa: «Preguntémonos, con sinceridad en este itinerario sinodal: ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?(…)» Continúa nuevamente el Papa: «Jesús, como hizo con el hombre rico del Evangelio, nos llama en estos días a vaciarnos, a liberarnos de lo que es mundano, y también de nuestras cerrazones y de nuestros modelos pastorales repetitivos; a interrogarnos sobre lo que Dios nos quiere decir en este tiempo y en qué dirección quiere orientarnos. Queridos hermanos y hermanas, ¡buen camino juntos! Que podamos ser peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo. No perdamos las ocasiones de gracia del encuentro, de la escucha recíproca, del discernimiento».
Al final de la Santa Misa, realizó el significativo gesto del envío de personas y familia, de diversas nacionalidades, expresando el camino de una Iglesia inclusiva, de puertas abiertas y en salida misionera. Enviados todos a caminar juntos.
Por la tarde del mismo domingo fuimos convocados los miembros de las diferentes Comisiones colaboradoras: teológica, espiritualidad, metodología y comunicación. Fue una reunión de presentación de cada uno de los miembros de las Comisiones, para conocernos más en lo relativo a su origen y la tarea que actualmente se realiza en sus países respectivos.
El tercero día fue de intenso trabajo, reuniéndonos en la Secretaría General del Sínodo, con una agenda que provocó en un primer momento una lluvia de ideas acerca de la tarea que correspondía a la Comisión Teológica, y que poco a poco fue perfilándose, para que al día siguiente esta misma Comisión terminara su esquema de trabajo y pudiera presentarlo en el plenario
El cuarto y último día, nuestra reunión se realizó en la Curia General de lo Padres Jesuitas. Iniciamos invocando la gracia de Dios para ese día, presidiendo la Sagrada Eucaristía el Secretario General del Sínodo su Eminencia el Sr. Cardenal Mario Grech, que nos exhortó a vivir la comunión como fruto de la experiencia de Dios en nuestra vida, y señaló en su homilía: «quien no tiene a Cristo en su corazón, no une, divide…».
La jornada de trabajo de este día consistió en presentar los esquemas y proyectos a realizar de cada una de las Comisiones. Fue una extraordinaria retroalimentación, donde pudimos conocer las diferentes propuestas de seguimiento, pero también los desafíos que el camino sinodal presenta en toda la Iglesia. Algunos esquemas todavía continuarán mejorándose para un mejor servicio eclesial.
Cuatro días intensos de una profunda y grata experiencia eclesial, donde el compromiso fue el común denominador para todos. La sinodalidad a parte de ser un don, es una tarea y desafío para todos, de tal manera que nadie puede quedarse excluido, indiferente y sin hacer nada; finalmente, recordemos que el gran protagonista de este Sínodo es siempre el Espíritu Santo.