La presidenta Claudia Sheinbaum ha dado pinceladas de lo que va conformándose como la estrategia de su gobierno para hacer frente a las decisiones que pudiera tomar el Donald Trump cuando asuma sus funciones el 20 de enero de 2025.
Por un lado, estaría el Plan México, a través del cual se articularían acciones y políticas para la promoción del crecimiento económico de forma menos dependiente de vaivenes internacionales. Un componente del Plan sería el Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización (CADERR), que coordina Altagracia Gómez, como mecanismo para concertar y ejecutar políticas industriales que aprovechen el impulso del nearshoring y desarrollen clusters industriales en diferentes partes del país, como el aeroespacial en Querétaro.
Otro elemento es la conformación de un grupo de trabajo encargado de atender la revisión del tratado trilateral de América del Norte (T-MEC) en 2026. No es claro todavía su conformación pero estaría liderado por el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, con la participación de Juan Ramón de la Fuente, Secretario de Relaciones Exteriores, y otras dependencias del gobierno, y del sector privado, rehabilitando el Cuarto de Junto que ha acompañado a los negociadores anteriores negociaciones comerciales.
Hasta el momento, por sus declaraciones y por el contenido de su carta a Donald Trump, el planteamiento que la Presidenta Sheinbaum ha desarrollado conta de los siguientes elementos:
Cooperación, no amenazas: la colaboración y el diálogo debe estar por encima de las amenazas. La imposición unilateral de aranceles o de acciones contra líderes del crimen organizado, daña la relación comercial y política y se aleja del espíritu de convivencia y beneficio mutuo que es la base del tratado comercial de América del Norte y de la cooperación para la solución de problemas binacionales.
El peso de los beneficios: la presencia de migrantes mexicanos en Estados Unidos y la relación comercial bilateral, generan múltiples beneficios a la economía estadounidense que deben ser más ampliamente reconocidos. Actuar en contra de los migrantes o imponer aranceles no beneficia a Estados Unidos.
Impacto en el ciudadano común: la imposición de aranceles y el deterioro de la cooperación entre México y Estados Unidos afectará al ciudadano estadounidense. Un ejemplo es la estimación que el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, hizo sobre el impacto de los aranceles en los vehículos vendidos en Estados Unidos: el precio de las camionetas pick-up podría elevarse en 3,000 dólares y afectarían a 400,000 trabajadores. A una acción de aranceles por parte de Estados Unidos corresponderá una de México a productos sensibles de ese país como pueden ser importaciones de carne, cereales y frutas, maquinaria y tecnología, entre otros, en especial de estados que respaldan a Trump, afectando a agricultores, obreros y empleados.
Activación de aliados: hay muchas industrias y empresas que tienen interés en que la relación bilateral se desarrolle en un ambiente de colaboración. En principio, la presidenta ha activado el interés de la industria automotriz de Estados Unidos -mencionando en su carta los casos de General Motors, Ford y Stellantis-, para incidir en las posturas de Trump, pero México puede extender este llamado a otros sectores económicos que dependen de la cadena de valor que han establecido en México.
Acciones que respaldan su dicho: las palabras deben respaldarse con hechos y la Presidenta las ha acompañado de acciones concretas como la incautación de mil 500 kilos de pastillas de fentanilo en Sinaloa o la intervención en la Plaza Izazaga que comercializa productos chinos de procedencia ilegal.
Es probable que la presidenta Claudia Sheinbaum no desee abrir todas sus cartas o que todavía no tenga un planteamiento acabado, pero la respuesta que ha dado a las amenazas de Donald Trump ha movilizado a aliados potenciales y ofrecido una narrativa que pueden replicar en Estados Unidos: Trump necesita a México para cumplir sus promesas de proteger empleos, detener el flujo de migrantes y eliminar el comercio de fentanilo.
Los resultados de la primera escaramuza parecen favorecer a la Presidenta y le ayudan a ganar tiempo. Pero se requerirá un plan más sofisticado e integral para hacer frente al reto del nuevo gobierno de Estados Unidos y eso no puede ejecutarse solo desde Palacio Nacional. El modelo del presidente López Obrador no funciona en estas circunstancias. Habrá que internarse en territorio estadounidense y, desde allí, alentar y activar a aliados para traducir los intereses de México en intereses de actores de Estados Unidos que puedan persuadir al gobierno de Trump a verlo como un aliado y no, como hasta ahora, como adversario. Eso es algo que los gobiernos morenistas no se han interesado en hacer, pero que pueden ser fundamentales para su supervivencia.
*CEO de OCA Reputación