En un país donde el discurso oficial se construye con emociones y se impone con propaganda, Querétaro se ha convertido en el incómodo recordatorio de que aún existen estados que no están dispuestos a rendirse ante el populismo. El reciente mensaje del gobernador Mauricio Kuri durante el aniversario de la Estampida Azul no fue solo un acto de congruencia política: fue una defensa frontal de los principios democráticos frente al avance de una narrativa autoritaria.
“No voten por Morena”, dijo sin rodeos.
Y con ello, incendió los nervios de una dirigencia atrapada entre el miedo al desgaste y la desesperación por imponer una continuidad construida a base de polarización.
Entre los primeros en reaccionar, Luisa Alcalde —presidenta nacional de Morena— optó por el recurso más desgastado: los “otros datos”. Afirmó que “más de la mitad de los queretanos votaron por Morena” en las elecciones de 2024. La realidad, sin embargo, es otra. El Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del INE muestra que, de una lista nominal de 1,808,466 ciudadanos, solo 448,638 votaron por el partido guinda. Es decir, apenas el 24%.
La declaración de Alcalde, lejos de exhibir fuerza, confirmó dos cosas: la ignorancia de los hechos y el miedo que genera perder Querétaro como referente de orden y estabilidad.
Porque Querétaro no es una entelequia electoral. Es un bastión de orden, de paz, de ley y de trabajo. Es —literalmente— lo que muchos estados de México quisieran ser.
Aquí no se abrazan criminales.
Aquí no gobiernan los cárteles.
Aquí las calles no son trincheras.
Aquí, todavía, se respeta la ley.
Y en medio de un México enlodado por la desinformación oficialista, hay algo que los operadores de Morena no logran comprender: ni siquiera saben diferenciar un encharcamiento sobre el nuevo Paseo 5 de Febrero de una inundación real como la de Chalco, Estado de México. Su desesperación narrativa los lleva a deformar los hechos para justificar una presencia que, ni electoral ni socialmente, se han ganado.
El mensaje de Kuri no fue un acto de intolerancia, como algunos intentaron retratar. Fue una advertencia con respaldo popular. El PAN gobierna al 80% de la población queretana, ha ganado de forma contundente las senadurías, diputaciones y alcaldías, y su modelo ha ofrecido resultados que no necesitan propaganda para sostenerse: empleos, inversión, infraestructura y seguridad.
Del otro lado, Morena en Querétaro intenta construir presencia sobre cimientos endebles: el pírrico liderazgo local de Gilberto Herrera —actualmente bajo investigación federal—, un regidor convertido en agitador digital que promueve el odio desde una curul, y una estrategia electoral sostenida por espectaculares financiados con recursos de procedencia opaca, incluyendo desvíos presuntamente vinculados a programas sociales y a la Universidad Autónoma de Querétaro.
El problema para Morena no es lo que se dice en Querétaro, sino lo que ya no pueden ocultar en el resto del país. Mientras Kuri habla de legalidad, ellos administran el caos: periodistas y candidatos asesinados en Veracruz; alcaldes ejecutados en Guerrero; carreteras controladas por el crimen organizado en Zacatecas. Y frente a todo eso, lo único que ofrecen es silencio… o excusas.
En Querétaro, por el contrario, se gobierna con un modelo que privilegia el futuro sobre el resentimiento. Aquí no se reparten dádivas, se construyen oportunidades. Aquí no se impone ideología, se fomenta la institucionalidad.
Por eso el mensaje de Kuri fue tan disruptivo. Porque no solo señaló el peligro del populismo, sino que lo hizo desde una posición de resultados tangibles. En tiempos donde el oficialismo ha aprendido a castigar al que piensa distinto, levantar la voz se convierte en un acto de valentía.
Y es esa valentía —no el cálculo electoral— la que resonó en la Estampida Azul. Fue la reafirmación de que Querétaro no se entregará a quienes han convertido la mentira en política pública. Fue la confirmación de que, al menos en esta parte del país, la defensa de la democracia aún encuentra suelo fértil.
Morena tiene dinero. Tiene propaganda. Tiene bots.
Pero no tiene verdad.
Y sin verdad, no hay proyecto que perdure.
Querétaro seguirá siendo ejemplo. No porque se declare en resistencia, sino porque se sostiene en resultados.
Y frente a la embestida de un régimen que pretende uniformarlo todo, desde aquí se les dice con claridad:
Aquí no pasarán.
A chambear.
@GildoGarzaMx