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Estamos Agotando el Agua Subterránea

Energía y Medio Ambiente

por Alejandro Angulo
5 agosto, 2025
en Editoriales
Las Instituciones Ambientales
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Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona identificaron el tipo de pérdida de agua en tierra y, por primera vez, descubrieron que 68 por ciento provenía únicamente de aguas subterráneas (Investigación publicada en Science Advances), además, dieron a conocer el dato de que el 75 % de la población mundial vive en países que han perdido agua dulce, lo anterior lo basan en un análisis de 101 naciones que registraron una disminución neta del almacenamiento de agua terrestre entre 2002 y 2023. Esto incluye potencias agrícolas como India, China y Estados Unidos, donde los acuíferos son esenciales para la producción alimentaria global. En India, por ejemplo, el acuífero del Indo-Ganges es uno de los más sobreexplotados del mundo, y podría agotarse en menos de 20 años si se mantiene el ritmo actual de extracción, según informes del World Resources Institute.

La advertencia de que las zonas secas están creciendo a un ritmo equivalente al doble del tamaño de California al año se traduce en una expansión de áreas áridas de unos 800,000 km² anuales, lo cual tiene implicaciones severas para la biodiversidad, la producción agrícola y la seguridad alimentaria, especialmente en regiones ya vulnerables como el Sahel africano, el suroeste asiático y partes de América Latina.

Y por otra parte, de la población mundial, el 75 por ciento vive en 101 países que han estado perdiendo agua dulce durante los últimos 22 años. Y según Naciones Unidas, se prevé que la población mundial siga creciendo durante los próximos 50 a 60 años, al tiempo que la disponibilidad de agua dulce disminuye drásticamente.

Además, señalan que, “no estamos intentando reponer los sistemas de agua subterránea durante los años húmedos, lo que nos lleva a una inminente quiebra del agua dulce.”

Y el estudio puntualiza lo siguiente: “…lo que parece ser un punto de inflexión alrededor de 2014-2015, durante un periodo considerado como “mega años de El Niño”. Los extremos climáticos comenzaron a acelerarse y, en respuesta, el uso de aguas subterráneas aumentó y la desecación continental superó las tasas de derretimiento de los glaciares y las capas de hielo.”

Frente a esta problemática, hay que buscar alternativas, mucho antes de que terminemos agotando por completo las aguas subterráneas. Seguramente hay muchas opiniones al respecto, mismas que pueden ser polémicas, sin embargo, hay que priorizar aquellas que atiendan a dos cuestiones: a) La recarga de los acuíferos y; b) la disminución del volumen de consumo.

Atender estas dos cuestiones es estratégico, pues, por un lado, se tratará de reducir el déficit actual de los acuíferos (o visto en sentido contrario, incrementar la infiltración para la recarga) y por otra parte, reducir el volumen de extracción (eficientizar el uso). En función de ello, puede haber muchos mecanismos y formas de apuntalar estas dos cuestiones.

Lo anterior, no sólo es prioritario, sino también urgente, para aquellas ciudades que dependen en más del 50% del agua subterránea.

Y hay quienes señalan que el sector agrícola consume mucha agua, pero ello no implica que habría que reducirles el volumen, sino, de lo que se trata, es de eficientizar su uso, mediante tecnologías de riego, conservación de la tierra, elección de cultivos (que requieran menos agua), cosecha de agua de lluvia, uso de aguas tratadas para el riego y otras más.

No obstante, hay que puntualizar que no sólo se trata de la extracción de agua, como un problema, sino que también, se centra en la contaminación.

Visto en su conjunto, la sobreexplotación, que implica extraer más agua de la que se recarga naturalmente, puede llevar al agotamiento de los acuíferos y a problemas como hundimientos del terreno. Y por otro lado, la contaminación, causada por diversas actividades humanas, como la agricultura, la industria y la disposición inadecuada de residuos, afecta la calidad del agua subterránea, haciéndola inadecuada para el consumo humano y otros usos. Se trata de la escasez de agua por calidad, pues, aunque se tenga el líquido, no se puede utilizar.

Asimismo, hay que considerar el tiempo como una variable, pues además de la sobreexplotación, existe una desincronización entre el tiempo natural de recarga y el tiempo o velocidad de extracción, lo cual es más complejo de resolver.

Y para ello, hay que basarse en los resultados de un balance hídrico que nos muestre el promedio anual de infiltración y el promedio anual de extracción, para equiparlos y tratar de homologarlos a fin de que se armonicen el tiempo natural (de infiltración) y el tiempo socioeconómico (de extracción). Obviamente, el volumen de infiltración está determinado en principio, por la precipitación, las escorrentías y evaporación y luego, por el tipo de suelos (algunos tipos de suelo son más favorables que otros para la infiltración), y las condiciones de permeabilidad. Mientras que el volumen de extracción (en razón de variables socioeconómicas) se determina por la cantidad de población que demanda agua, la urbanización, el crecimiento económico anual, el nivel económico de los diversos grupos, la ubicación territorial (rural o urbana), el nivel de calidad de vida de los ciudadanos, la dotación de servicios públicos de agua (mantenimiento de áreas verdes y otros), el tipo de actividades económicas de la zona (industrias, agricultura, servicios y comercio), el costo del servicio de agua potable y saneamiento, y generación, en su caso, de energía.

De acuerdo a la NMX-AA-184-SCFI-2021 se dice lo siguiente: “Actualmente, la problemática principal del sector hídrico es el resultado de la desigual disponibilidad del agua en el planeta, la dinámica poblacional, el desarrollo de las actividades económicas sin una gestión apropiada del recurso, la sobreexplotación de los acuíferos, entre otras causas, lo cual pone en riesgo la sustentabilidad del agua. En este sentido y en cuanto hace a México cabe señalar que, de acuerdo a datos de la Comisión Nacional del Agua, en la región centro norte del país se concentra el 83% del Producto Interno Bruto (PIB), en donde se ubica el 77 % de la población y se localiza el 33 % del agua renovable; por otro lado, en la región sur-sureste del país se concentra el 17% del PIB y el 23 % de la población total, en donde el 67 % del agua renovable se localiza”

Para el 2016 se estimó que la disponibilidad natural media en el país es de 451.6 kilómetros cúbicos de agua en promedio al año (Conagua, 2016)- cifra que actualmente ha disminuido-De ese volumen, alrededor del 80% corresponde al escurrimiento superficial nacional (359.04 km3 en 2017) y el restante 20% (92.5 km3) contribuye a la recarga de los acuíferos.

De acuerdo a un Informe de la Semarnat (Boletín estadístico y geográfico, 2018) se estima que en México existen un total de 653 acuíferos o unidades hidrogeológicas para fines de evaluación, manejo y administración. Y se estima que anualmente se recargan con poco más de 92 kilómetros cuadrados de líquido, de los cuales se llega a extraer poco más de la tercera parte para los distintos usos consuntivos.

Y en la Cuenca Lerma-Chapala (de la que Querétaro es parte en una porción) para el 2018, se estimó que había 128 acuíferos y un volumen de extracción de 8,220.60 hectómetros cúbicos por año.

En el caso de Acuífero del Valle de Querétaro, se tiene el registro de que dicho acuífero se encuentra en déficit (se extrae más de lo que se recarga), y cuyo déficit se estima en: 65,556,761 m3 anuales (CONAGUA,2024). Por ende, la Disponibilidad Media Anual de Agua Subterránea (DMA) es de -65.556,761 (negativa).

En todos nosotros está en reducir o controlar el agotamiento de las aguas subterráneas.

Etiquetas: aguasequíasubterránea

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