Las barreras al libre comercio se están levantando en todo el mundo a un ritmo sin precedentes en décadas, una cascada de proteccionismo que evoca el fervor aislacionista que se extendió por el mundo en la década de 1930 y agravó la Gran Depresión.
No se trata sólo de los nuevos y extensos aranceles del Presidente Trump, que han desencadenado una oleada de medidas de represalia en Europa, China y Canadá dirigidas a cientos de productos estadounidenses.
Incluso antes de que Trump volviera a la Casa Blanca, muchos países ya estaban aumentando las barreras comerciales, a menudo contra China, en un intento por contener la avalancha de autos eléctricos, acero y otros productos manufacturados que presionaban a sus industrias locales.
Ahora, esos esfuerzos proliferan a medida que los países se preparan para una nueva ola de productos redirigidos en todo el mundo por el creciente escudo arancelario de Estados Unidos. La Unión Europea anunció este mes que planea endurecer las medidas para proteger a sus productores de acero y aluminio de las importaciones desviadas de Estados Unidos por los aranceles del 25% impuestos por Trump a esos dos metales.
Economistas e historiadores afirman que la oleada de medidas recientes sugiere que el mundo podría encaminarse hacia el mayor y más extenso aumento a la actividad proteccionista desde que la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de Estados Unidos de 1930 desencadenó un repliegue global tras muros arancelarios que perduró hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Los economistas no creen que el mundo se encamine a algo parecido a la Depresión de la década de 1930, ni a una repetición del colapso del comercio mundial de esa década. Los aranceles promedio a nivel mundial siguen siendo mucho más bajos que en las décadas de 1930 y 1940.
Sin embargo, advierten de daños duraderos, tanto económicos como diplomáticos, a medida que aumentan los aranceles y otros obstáculos al comercio. Entre los riesgos: crecimiento más lento, mayor inflación y el colapso en la cooperación global que fractura aún más las alianzas de muchos años.
Trump, quien afirma que el libre comercio ha permitido que otros países se apropien de empleos e industrias estadounidenses, está dispuesto a llevar su lucha comercial a un nivel enteramente nuevo, arriesgándose a una ofensiva de represalias mucho mayor. Ha dicho que quiere imponer aranceles a las importaciones de semiconductores, medicamentos y autos, y tiene previsto presentar un plan el 2 de abril para imponer a los principales socios comerciales de EU gravámenes “recíprocos” vinculados a aranceles, impuestos y otros impedimentos percibidos al comercio estadounidense.
Además de las numerosas medidas de alto perfil adoptadas contra EU en las últimas semanas -incluyendo los nuevos gravámenes canadienses a computadoras y artículos deportivos estadounidenses- muchos países han aumentado la presión sobre China.
En febrero, Corea del Sur y Vietnam impusieron nuevas y severas sanciones a las importaciones de acero chino tras las quejas de los productores locales sobre el aumento en la competencia a precios de ganga. De manera similar, México ha iniciado una investigación antidumping a productos químicos y láminas de plástico chinos, mientras que Indonesia prepara nuevos aranceles para el nailon usado en empaques importados de China y otros países.
Incluso Rusia, afectada por sanciones, busca frenar la afluencia de autos chinos, a pesar de las buenas relaciones entre el Presidente ruso Vladimir Putin y el líder chino Xi Jinping. En las últimas semanas, Rusia elevó un impuesto a la chatarra de vehículos importados, aumentando su costo. Más de la mitad de los vehículos nuevos vendidos en Rusia son de fabricación china, en comparación con menos del 10% antes de su invasión de Ucrania en el 2022.
“Sí parece que estamos al borde de una guerra comercial mucho más amplia, si no total”, dijo Eswar Prasad, profesor de política comercial en la Universidad de Cornell y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional. En este nuevo panorama hostil, “cada país protege lo suyo”, concluyó Prasad.
Al 1 de marzo había un total de 4,650 restricciones a la importación vigentes en el Grupo de las 20 principales economías, incluyendo aranceles, impuestos antidumping, cuotas y otras restricciones a la importación, reporta Global Trade Alert, una organización sin fines de lucro con sede en Suiza que monitorea la política comercial internacional. Esto representa un aumento del 75% desde el inicio del primer mandato de Trump en el 2016, y casi 10 veces la cantidad de restricciones de este tipo vigentes a finales del 2008.
En EU, más del 90% de 5,200 categorías de productos están sujetas a restricciones de importación perjudiciales, contra el 50% justo antes del primer mandato de Trump, revelan datos de Global Trade Alert. De acuerdo con la Tax Foundation, un grupo de expertos que analiza la política fiscal, el arancel promedio que enfrentan los bienes importados a EU ha regresado al nivel de 1946, del 8.4%, comparado con el 1.5% cuando Trump asumió el cargo en el 2016.
Si Trump cumple con todas sus amenazas arancelarias restantes, los aranceles a las importaciones estadounidenses podrían alcanzar un promedio del 18%, según estimaciones de Fitch Ratings, el nivel más alto en 90 años.
En la década de 1930, los aranceles fueron la sentencia de muerte para el comercio mundial, que ya se estaba desplomando a medida que EU y otras economías se hundían en la depresión y el desempleo masivo.
Tras la guerra, en 1947, Estados Unidos y casi dos docenas de países más firmaron el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en un esfuerzo por reducir las barreras al comercio internacional y reconstruir una economía mundial destrozada. Los aranceles promedio entre las principales economías cayeron de alrededor del 22% en 1947 al 14% en 1964 y al 3% en 1999. En 1995, la Organización Mundial del Comercio (OMC) sustituyó al GATT.
La caída en los aranceles provocó un aumento del comercio mundial que redujo los precios al consumidor. Sin embargo, la caída de las barreras comerciales también fue culpada de socavar las industrias en las economías avanzadas, ya que los empleos se trasladaron a países con costos más bajos, como China.
Para Trump, las décadas de expansión del comercio global fueron una catástrofe para Estados Unidos. Su objetivo es eliminar los enormes déficits comerciales de Estados Unidos con China, México, Vietnam y la UE, y restaurar el poderío manufacturero estadounidense en todos los sectores.
“Si se excede en materia de los aranceles, se genera una espiral negativa para todos los participantes del mercado”, declaró Oliver Zipse, el director ejecutivo de BMW, que anticipa un impacto multimillonario. “En ese juego no hay ganadores”.
Arrancan despidos plantas de acero y aluminio de Canadá
Cientos de trabajadores canadienses, muchos pertenecientes a los sectores del acero y el aluminio, han sido despedidos como consecuencia de los aranceles impuestos por el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según un importante sindicato y empresas.
Economistas advirtieron de que esto era solo el principio, ya que se espera que el impacto de los aranceles se amplíe cuanto más tiempo estén en vigor. La incertidumbre en torno a las políticas de Trump ha enfriado la economía y el mercado laboral de Canadá.
Trump impuso aranceles sobre el acero y el aluminio el 12 de marzo; el 2 de abril podrían llegar más aranceles.
Marty Warren, director nacional de United Steelworkers -el mayor sindicato del sector privado de Norteamérica, con más de 225 mil afiliados en Canadá-, dijo que sabía a través de sus afiliados que unos 200 de ellos ya se habían quedado sin trabajo.
Entre las empresas afectadas se encuentra Canada Metal Processing Group, que emitió un comunicado de prensa el 24 de febrero anunciando una reducción de plantilla de 140 empleados debido en parte a “la amenaza de aranceles entrantes de Estados Unidos sobre el acero y sus derivados”. Esos aranceles ya están en vigor.