La inestabilidad política ha estallado nuevamente en Níger, el cuarto productor mundial de uranio, cuyo presidente, Mohamed Bazoum, fue destituido por una junta militar golpista y permanece retenido en el Palacio Presidencial.
En 1958 Niger se constituyó en República autónoma dentro de la Comunidad Francesa y el 3 de agosto de 1960 obtuvo la independencia.
Sin embargo, la evolución política del país se ha caracterizado por las continuas intervenciones militares y la inestabilidad política, en un marco de pobreza y conflictos internos.
El actual intento de golpe de Estado se produce en el contexto del ascenso del terrorismo en Níger que afecta a cinco de las ocho regiones del país, especialmente a las fronterizas con Mali y Burkina Faso, donde operan grupos afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico (EI).
El país es un cruce de caminos de todas las crisis de la región, especialmente en el control del terrorismo y de las redes de trata e inmigración.
Cuarto productor mundial de uranio”
Niger es uno de los países más pobres del mundo.
Su economía está basada en la agricultura de subsistencia, de la que vive alrededor del 90% de la población, pero tiene importantes yacimientos de uranio.
El uranio fue descubierto en Níger en 1957, tres años antes de su independencia, por el Bureau de Recherches Geologiques et Minières (BRGM) francés, que buscaba cobre.
Ahora es es el cuarto productor mundial de este mineral, con una producción acumulada de unas 150.000 toneladas hasta finales de 2019, según datos de Asociación Nuclear Mundial (WNA en sus siglas en inglés).
En los últimos años, con el objetivo de facilitar el establecimiento de empresas e inversiones extranjeras, el gobierno nigerino ha aprobado varias reformas fiscales y la regulación de algunos sectores como la minería.
Seis décadas de inestabilidad
El primer presidente Hamani Diori, que llegó al poder en 1960, fue derrocado en abril de 1974 en un golpe militar incruento dirigido por el general Seyni Kuntché, quien disolvió la Asamblea Nacional y prohibió los partidos políticos.
Desde entonces, las asonadas se han ido sucediendo.
El de ahora es el segundo golpe de Estado que sufre el país africano en la última década, después de la tentativa del 31 de marzo de 2021, que se limitó a una serie de tiroteos en los alrededores de la sede presidencial, unos días antes de las elecciones en las que Bazoum asumió el cargo y nombró primer ministro a Mahamadou Ouhoumoudou.
Pero además, Níger ha tenido que afrontar frecuentes ataques del grupo terrorista yihadista Boko Haram desde febrero de 2015.
Los grupos yihadistas multiplican sus atentados contra civiles y militares, causando cientos de muertos, heridos y desplazados.
Solo en las últimas semanas, más de 10.000 personas han huido de sus hogares en la región de Ouro-Gueladio, a 65 kilómetros de la capital, por la presión yihadista.
Los países occidentales, sobre todo Francia, perdieron dos aliados importantes en la lucha contra el terrrorismo en la región, después de los golpes de Estado en Malí (2020) y Burkina Faso (2022), que auparon al poder a militares anti Occidente.
Aliado de Occidente
En abril de 2022, el Parlamento nigerino aprobó el despliegue en su territorio de la fuerza francesa Barkhane y la europea Takuba, que operaban en Mali contra el terrorismo, tras la ruptura entre París y Bamako.
En julio del año pasado se acordó el establecimiento de una base conjunta en Niamey para coordinar las operaciones militares en el Sahel.
España no participa expresamente en las alianzas militares establecidas por Níger con países como Francia, Italia, Alemania o Estados Unidos, pero si colabora en proyectos de seguridad, desarrollo y estabilidad.
En una vista a Niamey el pasado mes de enero, el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, firmó con las autoridades nigerinas un acuerdo marco de Asociación País para los próximos 4 años, en el que otras cosas se comprometía a un “acompañamiento flexible” y un “diálogo fluido” con el Gobierno de Níger y un reconocimiento expreso a la estabilidad del país.