Alejandra Carrillo
El pensamiento que más le da ansiedad al artista tapatío Hiram Constantino es el futuro.
Este es el que explora en su obra más reciente. Parte de esta esta expuesta en Impronta Casa Editora en la exhibición “La Tempestad”.
Ubicada en la sala de exhibiciones de la librería e imprenta, la exposición aborda dos conceptos aparentemente separados: la melancolía y la idea del desastre, de la tempestad.
“Quise traer a la exposición algo que se sintiera personal”, explica el artista y gestor independiente en la plataforma Otro Espacio.
“Algo que representara mis gustos como la novela gráfica y construir una ficción envolvente, una que hiciera referencia a algo tan antiguo como la televisión analógica, la idea del mar en tempestad a través de esta animación que se ve tan vieja y algunos objetos de historias de ficción que yo veía como los Caballeros del Zodiaco o Poseidón, la flor de un cómic que podía ponerte en la mente la idea de que lo tenías todo.
“Objetos que te quitan la melancolía como si fueran una narración de todo lo que pasa alrededor de esta tempestad, hay esta violencia de las olas de un mar que te atrapan y también hay momentos de calma y tranquilidad, de reflexión estática. Todo eso coexiste entre nosotros”.
Parte de esta exposición surgió como resultado de una pequeña residencia que realizó el artista en Casa Impronta, donde imprimió algunas piezas que se muestran ahora.
Para Hiram toda la exposición podría mirarse como una especie de mapa en búsqueda del sentido dentro de la adversidad.
“Todas estas cosas podrían tomarse como señales para esperar un mejor futuro, porque aunque empieza hablando de la melancolía la idea es generar siempre una esperanza. Tenía en la cabeza esta frase de la autora Octavia Butler que dice que toda posibilidad hacia el futuro es posible desde la esperanza”, dice el artista.
“Por eso en estas piezas me gustaba la idea un poco infantil de jugar con estos objetos, de generar esta ficción no solamente para mi historia, sino para la interpretación de los espectadores con respecto a estos objetos”.
Lo que une a esos dos conceptos de los que habla Constantino, la melancolía y la tempestad, es la esperanza. La posibilidad de imaginar futuros posibles después del desastre y del desasosiego.
La esperanza con respecto a las cosas aparentemente diminutas, la belleza, las añoranzas de la infancia, en su caso las novelas gráficas y las caricaturas japonesas como los Caballeros del Zodiaco, la cercanía con los seres amados, como su abuelo y su madre, y la posibilidad de la creación.
Quizá es por eso que su obra no se ciñe a una técnica ni a una estética y muta de los lápices de colores, al video, la tinta china, la impresión risográfica, el arte-objeto o la cerámica.