Los hechos políticos se mueven con enorme velocidad y su naturaleza diversa y plural, entre el ridículo y la torpeza, oscila entre la comicidad involuntaria (un señor vestido de mujer me ha dado un beso, pero yo beso a todo mundo… el amor no tiene sexo), y la tragedia: desde dentro de la 4-T se expone el, segundo testimonio de financiamiento indebido, de peculado y violación electoral de la campaña de Claudia Sheinbaum quien presurosa lo niega todo — como es su eterna costumbre–, con los dedos atrapados en la puerta.
En vez de sacar los dedos grita, no hay puerta, no hay puerta. Lastimoso.
He dicho segundo testimonio, sí.
El primero fue de Don Marcelo Ebrard cuando ser quejó por las cartas marcadas, los dados cargados y el financiamiento para Sheinbaum desde la Secretaría del Bienestar antes de hacer una pataleta sin destino cuya indignación se disolvió en agua de borrajas y berrinchito infecundo. El dinero –venga de donde venga; de problemas sociales o de “moche” a las indemnizaciones de una empresa disuelta–, sigue corriendo a raudales en esa campaña, sin claridad sobre el origen del oro y la plata, en el evidente gastadero de movilizaciones, acarreos, propaganda y medios digitales y tradicionales; compra de encuestas, alquiler de mercadólogos y demás pequeñeces.
El INE, mientras tanto, le reza a San Judas Taddei y levanta los ojos al cielo.
Pero no sólo en Morena se cuecen las habas. En el partido cuya ideología de tercera vía, se lleva en los pies (con tenis fosforescentes para decorar el pedestre afán), Dante Delgado encuentra un candidato de tercera para el plato de la segunda mesa: un caballero de nombre Jorge Álvarez Máynez, de escasa fama pública y menores méritos todavía. Pero si se le compara con el fosforito de Nuevo León, viene siendo lio mismo, pero más barato, como el similar papista, González Torres.
Álvarez Máynez es presentado en sociedad por el fosforito desertor y su señora esposa quien lo acompaña siempre, como corresponde a una primera dama, y de inmediato Enrique Alfaro, cuya principal característica es llegar siempre tarde y retractarse temprano de sus desplantes de machismo Jalisciense, para luego rajarse como jarrito de Tlaquepaque, se queja por la usurpación del colega gobernador de Nuevo León, pues no le toca a él semejante destape, cuando él mismo ni siquiera supo conservar su candidatura.
Y Dante, como sin de veras estuviera hablando en serio le dice a Álvarez Máynez, tenemos en usted al mejor candidato posible para el Movimiento Ciudadano, como si no estuviera presente el rajón de Monterrey, “Fosforito”, quien, a pesar de tan discriminatorio elogio, aplaude como foca en especial cuando Delgado dice: y a partir del dos de junio, a un gran presidente de las República.
Y Álvarez Máynez se muerde el rebozo y se ruboriza hundido en la marejada patriótica de los elogios frente a la doble mentira: ni es el mejor candidato posible sino el mejor recurso disponible, ni será presidente de nada.
Y como ocurría en el octavo círculo, morada infernal de fulleros y defraudadores, falsarios y mendaces, descrita por el poeta hace ya muchos siglos, “…Yo vi cierto, y lo veo en el momento, un busto sin cabeza ir caminando, en medio de aquel triste agrupamiento…” Naranja, naranja…
Gran espectáculo nos regala los políticos. Traiciones, engaños y pretextos. Marko Kortés (Karajo) se escurre de la alianza en Coahuila y el gobernador Manolo Jiménez, recién llegado al Ejecutivo, pero con ojo al gato y otro al garabato, les recuerda a los azules la proporcionalidad de los méritos y los repartos de acuerdo con los porcentajes logrados en las urnas.
Pero Marco (con K), le adjudica falsedad en sus compromisos y como si el horno estuviera para bolillos, la pobre alianza se va dando traspiés por el camino empedrado de las buenas y vencidas intenciones.