El gran ilusionista tiene preparada la chistera y la coneja. No el conejo.
Durante meses jugó con las barajas de la prestidigitación (rapidez en los dedos, quiere decir tan sonora palabra) de manera tan eficaz como para sembrar ciertos grados de confusión en el público.
Muchos (yo entre ellos), llegaron a creer muy seriamente en una designación en favor de Adán Augusto López, pero el propio ex secretario de Gobernación se empeñó a base de torpezas cachondas y de las otras, a dinamitar sus posibilidades.
Así pues, queda una certeza ineludible para desgracia de este país: Claudia Sheinbaum será la candidata de Morena, con enormes posibilidades de ganar las elecciones a la sombra del gran poder presidencial y la maquinaria clientelar de Morena.
La otra posibilidad también era de terror. AAL es una nulidad. No cree en él nadie, ni siquiera su amigo de juventud y paisano del alma, don AM.
En esas circunstancias el enigma es simple: ¿qué va a hacer Marcelo Ebrard?, indudablemente el más organizado mentalmente de los anteriores, con más experiencia, el de mejores credenciales, pero también el de un carácter más endeble, por decirlo de manera cuidadosa.
¿Va a cumplir sus amenazas? ¿Le servirán de algo sus quejas ante la autoridad partidaria? ¿Podrá convertir sus quejas en acciones políticas? ¿Navegará hacia otras aguas? Nadie lo sabe, quizá ni él mismo. Por eso la lista de preguntas adicionales a las anteriores, es infinita; pero se puede resumir en una sola: ¿se va a rebelar o se va a someter?
El tres de julio pasado, Marcelo dijo: (El Financiero):
“…Lo único por lo que rompería con Morena, lo inaceptable, es que quieran hacer una chicanada, una cosa rara, una adulteración del sentido de la encuesta”. Jamás quedó claro. ¿Era esa una advertencia o una amenaza?
Nadie lo sabe, a lo mejor todo lo contrario, porque el 17 de agosto, no hace ni un mes; alzó la voz para denunciar públicamente (CNN) lo que llamó “inequidad” en la contienda interna, un desequilibrio que estaría a favor de la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
“Al respecto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que en este proceso para definir al candidato presidencial del partido no hay favoritismo (op.cit)”.
Gerardo Fernández Noroña, candidato de papel, llamó a Ebrard, por esos dichos, “lamentable por prepotente y arrogante”.
¿Advertencia, amenaza o simplemente desplante sin sustento?
Apenas anteayer, Marcelo enviaba por “X” este sigiloso mensaje:
“…Sigo muy preocupado por el proceso de la encuesta en curso. Mañana haremos una revisión con nuestros representantes de las incidencias y problemas. Les mantengo al tanto”.
Obviamente “el proceso de la encuesta en curso” preocupa nada más a quien siente flojo el piso sobre el cual camina. Hasta ahora nadie le ha escuchado ni un quejido, ni un lamento, ni una observación, ni media palabra disonante, mucho menos malsonante a la señora Sheinbaum; para ella todo es placidez y armonía, para eso es la favorita del Palacio.
A ella, al parecer, no le preocupa nada. La sombra del águila la cobija como un enorme parasol, parachoques, pararrayos y para cuanto se ofrezca.
Entonces la certeza es una, pero las dudas son muchas. El misterio se extiende como una sábana o como un sudario.
Mucho se ha especulado ante la improbable rebeldía de Marcelo (su plumaje no es de esos). La más favorecida de esas especies, lo ubica en el Movimiento Ciudadano desde donde le ayudará a su exjefe a quebrantar el voto opositor, simulando a la oposición con un aliado: Dante Delgado.
Olvidada para siempre la posibilidad de Colosio Jr., en el juego presidencial; reventada la unidad en Jalisco y amenazada en otros estados, DD tiene una sola verdad a la mano: MC solo, no sirve para nada, pero es útil para abultar la bolsa ganadora y cobrar el favor.
¿Llegará Marcelo a ese punto?