Mario Abner Colina
Un artista brillante que, en su faceta de padre, está lleno de fallos, de tropiezos.
La descripción encaja con el cineasta Gustav Borg, protagonista del conmovedor drama noruego Valor Sentimental, de Joachim Trier, sensación en la temporada de premios.
También le va bien a su intérprete en la pantalla, Stellan Skarsgård, gran patriarca de una reconocida familia de artistas.
“Aquí tienes a ese padre con defectos”, reconoce el veterano actor sueco en una charla con medios internacionales.
“Ser un padre ideal es imposible”, agrega tras meditarlo un par de segundos.
Considerado uno de los mejores filmes del año (fue nominado a ocho Globos de Oro y es firme candidato al Oscar), Valor Sentimental medita en los desafíos de la paternidad y la incomunicación.
Skarsgård, de 74 años, quien según la crítica internacional brinda aquí una de sus mejores interpretaciones, sabe muy bien sobre eso.
Leyenda con una filmografía de cinco décadas (donde caben blockbusters, cintas oscarizadas y celebrados filmes autorales), malabareó su carrera con la crianza de ocho hijos.
La mayoría de sus retoños, con el tiempo, se convirtieron también en histriones reconocidos: entre ellos Alexander y Bill Skarsgård.
“No hay que leer libros sobre cómo ser un buen padre, ni tratar de ser perfecto. Debes aceptar que eres imperfecto y lograr que tus hijos acepten tus imperfecciones.
“Una noche te divertiste, la pasaste bien, los engendraste y te hiciste padre, pero no puedes tomar mucho crédito por eso. Sí puedes tomarlo por escucharlos, por amarlos, por ser un buen amigo para ellos”.
En la trama Borg es un padre ausente, un artista ególatra que no estuvo en los momentos más importantes para sus dos hijas, Nora (Renate Reinsve) y Agnes (Inga Ibsdotter Lilleaas).
Su búsqueda por reconectar, siendo él incapaz de desnudar sus sentimientos, desata el conflicto en Valor Sentimental, que preestrenará en cines mexicanos el 22 de diciembre y después llegará a MUBI.
El realizador intentará tender puentes desarrollando una personalísima película, con dolorosas claves sobre su familia, que, desea, sea estelarizada por su hija Nora.
“Es todo un hombre del siglo 20, con todas las discapacidades que eso conlleva. Lo divertido es que parece capaz de, con su arte, lidiar con los problemas sutilmente”.
Skarsgård reconoce que, a sus propios hijos, siempre quiso inculcarles la importancia de ser amables y del perdón: “si no sabes perdonar estás jodido en la vida”.
“En lo personal, yo deseo que mis hijos puedan perdonar todos mis errores y que yo les agrade aunque sea un poco. Me alegra escuchar a colegas de la industria hablar sobre cómo fue genial trabajar con uno de mis hijos. Oír: ‘Es un buen tipo’. Eso es mejor que ganar premios”.
Sus vástagos, sabe Skarsgård, podrían reclamarle muchas cosas, entre ellas que los demás suelen restarles cualquier mérito simplemente por llevar el apellido de una leyenda.
“Mi hijo menor (Kolbjörn, de 13) llegó recientemente de la escuela y estaba devastado, porque los niños le llamaron ‘nepo baby’. Los chicos a esa edad pueden ser muy crueles.
“Alexander, mi hijo mayor… (de 49), él se asume como un ‘nepo baby’. Eso desarma la agresión. Y yo me considero un ‘nepo daddy’, porque creo que mis hijos son más famosos que yo”, bromea.
¿Director? No, gracias
Skarsgård ha trabajado con varios de los mejores directores del planeta.
Contrario a otros histriones, confiesa que jamás ha sentido la tentación de convertirse en realizador, profesión de su personaje en Valor Sentimental.
“Quizás porque he trabajado con muy buenos directores es que me siento menos inclinado a convertirme yo en uno. Sé que podría, porque conozco la técnica mejor que la mayoría de los directores.
“¿Pero tengo elementos para expresarme a través de una película? No lo sé”.
Preocupado por Lars
Stellan Skarsgård dice que el cineasta Lars von Trier, con quien hizo Rompiendo las Olas o Dogville, está pasando por malos momentos.
El director danés, uno de los más celebrados en Europa en este siglo, está retirado desde 2018, cuando entregó La Casa de Jack.
“Tiene Parkinson y ansiedad… siempre la tuvo. Está mal. No quiere comunicarse con la gente por ahora. Es muy triste. Cuando hablamos, hablamos de cualquier cosa, de chismes, nada profundo.
“Bromeamos mucho porque es un hombre muy gracioso y un amigo raro que parece salido del abismo”.





