El papa Francisco, el primero latinoamericano, proviene de una de las regiones más azotadas por los efectos del neoliberalismo, y conoce de primera mano la desigualdad y la pobreza. Ahora, desde la ciudad de Asís, cuna de san Francisco, denuncia estos fenómenos.
Su tercera encíclica, titulada “Hermanos todos” (Fratelli tutti, en italiano), aborda conceptos como neoliberalismo y desigualdad, pero, más importante, destaca la relevancia de la fraternidad, a la que considera —en su sentido más amplio— un ingrediente indispensable para que el mundo haga frente a la pandemia de COVID-19.
Francisco aborda el consumismo exacerbado, que no está en armonía con los recursos disponibles; la globalización despiadada, que agudiza la desigualdad en el mundo; el liberalismo económico, que ha dejado atrás a gran parte de la población mundial; la falta de empatía hacia las personas inmigrantes, cuando no se atienden las causas de origen de la migración y sí se aplican medidas que criminalizan, e, incluso, el control que ejercen las compañías digitales sobre la población y nuestra información.
El texto es un llamado a toda la humanidad, una advertencia en medio de una crisis de salud global que no ha sido respondida con una perspectiva de cooperación por parte de los países, evidenciando la “incapacidad de actuar conjuntamente”. El llamado papal invita a unir esfuerzos. Nadie, señala el papa, podrá enfrentar exitosamente la pandemia en soledad: las redes de colaboración internacional para atender a las personas más desfavorecidas son de vital importancia.
Ante un agudo análisis de la realidad económica universal, el pontífice plantea que la humanidad necesita y clama por políticas públicas más justas en todos los sentidos, por una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial, y por la creación de más puestos de trabajo, no su reducción, a la par del desarrollo de la tecnología.
Francisco sugiere que la propiedad absoluta de las personas tendría que ser sustituida por una propiedad con “propósito social”, para que así los recursos tuvieran un fin colectivo. Pide por la justicia y el bien común; no más pobres a costa del beneficio de unos pocos.
Este llamado no le es ajeno al actual Gobierno de México, que ha buscado sumar esfuerzos con ejecutivos estatales, sociedad civil e iniciativa privada, a fin de asegurar una vacuna para toda la población —no sólo en el país, sino en toda América Latina y el Caribe—, en un sentido de fraternidad.
Asimismo, busca impulsar la reactivación económica con todas las partes involucradas, en beneficio de las víctimas del neoliberalismo rapaz, tal y como lo apunta el papa en su texto.
Vamos por buen camino. ¡Hermanas y hermanos todos!
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