El cambio climático no es el único factor que ha provocado un incremento en los precios de alimentos en México, a este se suma un elemento exógeno a la cadena productiva: la inseguridad.
Juan Carlos Anaya, director general de GCMA, señaló que los altos márgenes de diferencia entre el pago que se hace al agricultor y el precio de venta al consumidor responden no solo a los efectos de la sequía y lluvias torrenciales, también a los cobros de extorsión y el pago de derecho de piso que se hacen a lo largo de la cadena de comercialización.
“Traemos un margen diferencial mucho más alto que el promedio de los últimos 5 años”, expresó el especialista.
“Algunos hablan (de márgenes) por lo que es la intermediación, medio mayoreo, pero también el ingrediente que hemos platicado, que ha venido a afectar estos márgenes, es el tema de la inseguridad, los pagos de derechos de piso”.
El tema de la inseguridad ha escalado en el País, solo cabe recordar que la semana pasada, Minerva Pérez Castro, la presidenta de la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola (Canainpesca) en Baja California y directiva de la empresa Atenea del Mar, fue asesinada horas después de denunciar públicamente la extorsión y la intervención de grupos criminales en la pesca de la región.
“La inseguridad, que es pago derecho de piso al productor, al empacador, al transportista, al tianguista, al del mercado, es una cadena”, explicó Anaya sobre el impacto que la delincuencia organizada tiene sobre los precios finales.
Recordó que, en México, históricamente los sectores productores más afectados por el crimen son el aguacate, limón y pollo, aunque el impacto es para todos los cultivos que requieren cadenas logísticas en su transporte.
Ejemplificó que casos como los agricultores de regiones de Sinaloa y Tamaulipas acumulan años pagando dádivas en el almacenamiento en bodegas y la libre trasportación en carreteras, entidades que se han caracterizado por sus altos niveles de inseguridad.
De acuerdo con datos del Inegi, la inflación general registrada en junio fue la más alta en un año (4.98 por ciento), con todo y que la inflación subyacente, donde se ubican los alimentos, reportó una desaceleración por la reducción de las materias primas.
Sin embargo, los mexicanos siguen pagando altos precios por alimentos como frutas, verduras y hortalizas.
Mientras que en junio de 2023 un kilo de cebolla se compraba en cerca de 16 pesos, en el mismo mes de este año subió hasta en 33 pesos.
El chile poblano se vendía en poco más de 56 pesos el kilo hace un año y en junio pasado rebasó los 80 pesos, según datos recabados de Profeco en la Ciudad de México.
Si bien los precios que paga el consumidor final siguen en aumento, este efecto no se refleja entre los agricultores.
La lechuga, por ejemplo, se vende hasta en 28.5 pesos al consumidor final, pero los productores reciben un precio promedio de 8.8 pesos, según datos de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).