En mis dos columnas anteriores hablé sobre el contexto en el que inició la guerra en Ucrania y sobre la puesta en perspectiva de qué significaría para Rusia “ganar” o “perder” esta guerra. Explicaba que las sanciones económicas pocas veces son efectivas y sanciones a gran escala a una economía tan grande como la de Rusia no se ha visto en la historia y está teniendo ramificaciones en la cadena de valor global muy complejas de administrar y sostener. Por otro lado, aun cuando esas sanciones pudieran ejercer presión y debilitar la economía Rusa, la historia nos muestra que líderes como Putin han demostrado estar dispuestos a pagar un alto precio económico, humano y militar a cambio de lo que consideran será su legado histórico.
En este contexto abordaré el tema de un nuevo orden mundial. Al iniciar este lamentable conflicto, muchos dijeron que habría una división en el orden mundial similar a la que se vivió durante el período posguerras, más conocido como Guerra Fría, protagonizado por Estados Unidos y Rusia. Es indudable que algunos de estos elementos son parte del contexto que ha dado raíz a este enfrentamiento indirecto entre estos dos grandes países. Sin embargo, la división del mundo no es tan clara. Los que apoyan a Rusia abiertamente son Bielorrusia, Eritrea, Corea del Norte, Venezuela, Siria y al parecer muchos países colindantes y africanos. Pero además de estos, hay 35 países más que han optado por mantenerse neutrales ante el llamado de Naciones Unidas, entre los cuales se encuentran China, India, Irán y Sud África. Si sumamos la población de estos cuatro países diríamos que es una amplia mayoría de la población mundial que no ha tomado posición sobre este enfrentamiento. India es el país democrático más grande del mundo. Varios de estos países, de alguna forma, han hecho un llamado a occidente por considerar que han incitado las condiciones que llevaron al conflicto. Las divisiones este y oeste ya no son tan claras. Si añadimos el factor demográfico, así como el gran control que tienen sobre recursos naturales, podemos poner en perspectiva (distinto al pasado) la relevancia de su abstención u oposición a sancionar la invasión Rusa.
Por otro lado, no deja de llamar la atención, la gran diferencia en aportaciones al apoyo económico y militar a Ucrania. Estados Unidos liderando el esfuerzo con montos significativamente mayores (al 27 de Marzo) al resto de países “aliados” en contra de la invasión. A esa fecha Estados Unidos había comprometido casi 4.800 millones de dólares en ayuda militar, según el “Ukraine Support Tracker” del Instituto Kiel para la Economía Mundial y pronto aumentará, considerando el nuevo paquete que ha presentado la Casa Blanca, de más de 2,000 millones de dólares. Los siguientes mayores donantes de ayuda militar a Ucrania son el Reino Unido, Italia, Suecia, Alemania y la vecina Polonia, pero ni aun sumando a todos los países juntos se acerca al aporte estadounidense. ¿Alguna explicación para esta diferencia?
A diferencia del pasado, cuando el mundo fue el escenario de una división geopolítica con tintes ideológicos, actualmente estamos viendo una escenificación del poder, con matices, intereses, alianzas y discursos que son poco claros para la población en general. Esto podría significar que el desenlace de este conflicto represente únicamente el posicionamiento de este nuevo orden mundial, de alianzas, algunas públicas y abiertas y otras no tanto, entre países emergentes, un liderazgo Chino e Indio por definirse, pero que en su conjunto altera profundamente el orden unipolar y bipolar que conocíamos. Como bien decía Antonio Gramsci, “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos.” Actualmente vivimos en medio de esas sombras.