- Aún no nacían 40 millones de los mexicanos
- Dos candidatos protestaron ante Ortiz Arana
- Para ti ya no habrá familia: Juramento Yaqui
- Y Luis Donaldito solicita liberar a Mario Aburto
De memoria.
Para los jóvenes, como dice Ya Sabes Quién. Porque más de 40 millones de mexicanos no habían nacido cuando fue asesinado Luis Donaldo Colosio en un arrabal de Tijuana.
¿En dónde estabas el 23 de marzo de 1994?
Esta es la pregunta que se hacen muchos de mi generación al rememorar la tragedia de Lomas Taurinas, cuando una o varias balas cambiaron el rumbo de este país y el destino de un pueblo.
Su servidor se enteró por la radio en las oficinas de la Procuraduría Federal del Medio Ambiente, en la Ciudad de México. El entonces procurador Mariano Palacios Alcocer, mi amigo y jefe, estaba en Vancouver, Canadá, acompañando al secretario de Desarrollo Social, Carlos Rojas Gutiérrez (qepd), en la reunión ministerial del acuerdo paralelo al TLC en materia ambiental.
Ahí el vocero de Sedesol, Oscar Ramírez Suárez, le pasó una tarjeta a Carlos Rojas a media reunión. El secretario, consternado, se la compartió a Mariano Palacios y él a la directora del Instituto Nacional de Ecología, Julia Carabias.
Aquél trágico día de 1994, Carlos Rojas pidió a los ministros de Canadá y Estados Unidos suspender el encuentro para regresar de inmediato a México. Arribaron horas después al hangar presidencial del Aeropuerto Internacional y vieron, junto con el que esto escribe, la llegada del avión con los restos de Colosio.
“El 94 cambió a México y nos supimos del todo vulnerables” nos dijo Palacios, con quien sólo medio año después presenciamos la ejecución de José Francisco Ruiz Massieu al salir de un desayuno en la CNOP, en las calles de Lafragua, pero esa es otra historia.
Con Mariano conocimos a Colosio desde años antes, en 1991, cuando creó y presidió la fundación que hoy lleva el nombre del sonorense y luego en la Sedesol, con una serie de libros sobre la pobreza, que coordinamos y fueron editados por el Programa Nacional de Solidaridad en temas de salud, vivienda, derecho y otros. Y luego en aquellos desayunos del consejo consultivo, en casa de la familia Palacios, en donde lo mismo acudían el líder sindical de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, que el dueño de la empresa, Carlos Slim, así como intelectuales, políticos y rectores de universidades.
Todos en torno “al proyecto”.
Era evidente la candidatura de Luis Donaldo, rota en Lomas Taurinas, hace 30 años.
Lo recordé al releer las declaraciones de su amigo y secretario particular Alfonso Durazo en contra de la versión oficial del asesino solitario, en la que nunca se creyó. Alfonso, ex secretario de Seguridad en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, fue rescatado al inicio del sexenio del presidente Ernesto Zedillo como director general de comunicación social de Gobernación con Esteban Moctezuma (ahora embajador en Estados Unidos) en donde participé como encargado de medios de los estados. Hoy es gobernador de Sonora, por Morena,
Alfonso Durazo tenía colgado en su oficina de Bucareli, junto con fotos de Colosio, sonorenses ambos, un cuadro con el juramento yaqui.
“Para ti no habrá ya sol
Para ti no habrá ya muerte
Para ti no habrá ya dolor
Para ti no habrá ya calor
Ni sed, Ni hambre, Ni lluvia
Ni aire, Ni enfermedades
Ni familia
Nada podrá atemorizarte
todo ha concluido para ti
excepto una cosa
el cumplimiento del deber
en el puesto que se te
designe, ahí quedarás
por la defensa de tu nación
de tu puesto, de tu raza,
de tus costumbres,
de tu religión
¿Juras cumplir con el mandato divino?
¡SÍ!”
Esto era, sin lugar a dudas, parte del código personal de Colosio, el hombre que -se pensaba- iba a cambiar a México y cumplió con el juramento yaqui. En Tijuana concluyó todo, sin que 30 años después sepamos todavía por qué.
Y bueno, ya hasta su hijo, hoy candidato al Senado por otro partido, pide que liberen a Mario Aburto.
Donaldito.
-BLANCAS Y NEGRAS-
La diferencia.
Mario Aburto y sus defensores piden aplicar la pena de 30 años, máxima contemplada por ley estatal de Baja California y liberarlo. El hijo del político asesinado, Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde con licencia de Monterrey y candidato naranja al Senado, solicita al presidente López Obrador liberarlo y éste se niega.
Si, la ley es la ley, pero en opinión de este escribidor lo de Colosio no es un asunto del fuero común. Fue un magnicidio que dañó a todo un país y bajo esa luz negra debe verse, aunque al joven Luis Donaldo y a su promotor Dante Delgado parecen interesarles más los votos.
¡Qué país! Decía mi compadre Ezequiel.
-EL HISTORIETARIO-
FOA.
Venía de todo Fernando Ortiz Arana aquél miércoles 25 de febrero de 2004, cuando comimos en el Mesón de Puerto Chico, en la Ciudad de México para hablar -aunque se negaba- del asesinato de Luis Donaldo Colosio, a menos de un mes de cumplirse el décimo aniversario de los hechos trágicos de Lomas Taurinas. Traía toda la mar detrás el ex dirigente nacional del PRI (único en tomar protesta a dos candidatos presidenciales: Colosio y Zedillo), varias veces aspirante a gobernador de Querétaro y protagonista de la sucesión, al señalársele como el posible sustituto.
Para este columnista, entonces director de El Sol de México, era necesario entrevistar a quien vivió de cerca esas las horas más oscuras del país. Así se lo hizo saber y pidió con la confianza de la amistad de los años verdes.
-No quiero hablar del caso Colosio. Me han pedido la entrevista muchos periodistas, incluido Juan Francisco Ealy. Pasando esta fecha te hablo de las dos elecciones de Querétaro (1997 y 2003), me respondió la víspera por teléfono.
Ealy, alegué, es el dueño de El Universal, yo nomás director de El Sol, pero con la diferencia de que yo soy tu amigo.
-Comamos. Ahí te explico, mi Checooo.
Y comimos y hablamos. De todo, de la Nueva Generación encabezada por Antonio Calzada Urquiza, de Mariano Palacios Alcocer, de sus hermanos Pepe y Virginia, de su hijo Mauricio, de Enrique Burgos, de Ignacio Loyola, de Paco Garrido, de Miguel y José Calzada, de José Manuel García, etc.. Pura queretanidad. Nada de lo nacional. Eludía el tema.
1994, Fernando, ¡Mil novecientos noventa y cuatro!
-¿1994? Yo no podía ser candidato. Salinas que lo decidiría, no me consideró. No era capaz para esa responsabilidad ni la busqué. A cualquiera que estuviera en mi lugar (la presidencia del PRI) lo hubieran mencionado. Era el cargo, no la persona y yo le debía el cargo a Salinas. Tiene razón Salinas, yo me descarté. No fui presionado. Me urgía descartarme.
Se comentó que Colosio pensaba hacer cambios, le recuerdo.
-Sí sabía que Colosio iba a hacer cambios en el equipo de campaña. No me consta que también en el partido. Nunca me lo dijo, contestó.
Cuéntame del asesinato de Luis Donaldo.
-Yo le debo todo a Salinas. No puedo hablar de eso.
Un último intento.
No para el periódico, para un libro, Fer.
-¿Un libro? Tárdate, tárdate.
Han pasado 20 años de aquél encuentro en El Puerto Chico y 30 del magnicidio, que se cumplirán mañana sábado, y no ha querido hablar del tema.
Ni hablará.
La política es así.
-¡JUGADA FINAL!-
Naranjas.
A Luis Donaldo Colosio Riojas que es capaz de pedir la liberación del asesino material de su padre para ganar votos, un politiquero ¡JAQUE MATE!