CARMEN MARTÍNEZ DIEZ
Es indudablemente fatigante escuchar a los políticos hablar durante sus campañas, quizás algunos o muchos lo sean también en su vida diaria ¡vaya usted a saber! El caso es que son producto de toda una mercadotecnia de la imagen verbal y digital de lo cual ya se ha hablado mucho. Sin duda, da la impresión de que los que hasta ahora han tenido esa responsabilidad lo hacen bastante mal. Ya sea porque son tremendamente triviales los unos o los otros o porque ya son décadas de lo mismo. La fatiga se ha internalizado en la población que no solo ha sido espectadora sino también víctima de las indolencias de los que ejercen el poder. Jean-Pierre Faye en sus estudios sobre el lenguaje y la crítica narrativa menciona como esta era de la información se ha encargado de presentar el sufrimiento social como espectáculo
Querétaro lleva más de una década, mucho más, con serios problemas de transporte, inundaciones que no paran, banquetas que no existen, sequías, inseguridad, violencia y todo lo que ahora proponen solucionar y lo prometieron los anteriores gobernantes, presidentes municipales, y en todos los cargos públicos en general, sin que ninguno lo lograra realmente. Es el resultado, como señala Susan Sontang, de la demostración de la indiferencia ante el dolor de los demás. Es una forma de abusar de la ciudadanía a través del miedo cada vez más cotidiano en la sociedad. Todo queda en manos del poder político ejercido a través de un trabajo burocrático ejecutado, al parecer, trivialmente sin pensar en las consecuencias éticas o morales.
El cansancio de perder está inmerso en la población que protesta una y otra vez por los abusos de violencia, desempleo, hostigamiento, todo aquello que causa sufrimiento y es ejecutado por personas de apariencia normal, definiendo esa normalidad de acuerdo a el comportamiento que no muestra diferencias significativas con el resto de la comunidad en la que vive. Ya que la normalidad tiene referencia con las interacciones de los humanos con el mundo, su lugar geográfico, el contexto político, cultural. El cansancio fatiga mental y físicamente en todas las edades. La sociedad ha interiorizado promesas tras promesas de cambio convertidas ya en una rutina. Hay agotamiento, descreimiento, falta de un apoyo real a los problemas cotidianos que agobian la vida de todos. La falta de esperanza genera alteraciones emocionales que entorpecen la calidad de vida. El poder de la mente adquiere cada vez mayor importancia, de ahí la aparición de enfermedades que surgen ante las bajas defensas del organismo cuyo tratamiento si bien es médico, tendrán que canalizarse cada vez más hacia las diferentes reacciones psicológicas que surgen del cansancio de perder los candidatos siempre ganan, de una u otra manera existe un proceso de inclusión política y otro de exclusión del bienestar social.