Curiosidad, expectación, energía, nostalgia, reflexión fueron algunas de las sensaciones que se vivieron durante el eclipse de este 8 de abril del 2024, el primero para muchos nacidos después de 1991, el segundo para quienes experimentaron un fenómeno similar hace 33 años.
Familias completas visitaron el Centro Cultural Gómez Morín para formarse por varias horas y observar la danza entre la luna y el sol, a través de uno de los tres telescopios instalados en la antigua Central de Autobuses de Querétaro.
La Sociedad Astronómica Queretana, el Centro Cultural y el niño Darío González Vargas colocaron los tres telescopios, en los que se pudo apreciar libremente, sólo con la paciencia, como moneda de cambio para apreciar el eclipse.
“Como sabía que sólo iban a tener dos telescopios por eso lo traje, para que más gente lo pueda ver. (…) Me parece una forma muy linda para que la gente se una en México”, comentó Darío, quien fue el guía para aquellos que se acercaron a ver por su telescopio y compartir su afición por ver las estrellas, un gusto tan grande como la distancia que hay hacia Saturno, planeta que disfruta ver con todo y sus anillos.
La historia de 1991 se repitió 33 años después, con más tecnología, más avances, aunque con más luz, al menos en el centro del país.
Se pudo ver a muchos padres de familia, que en 1991 tenían la edad que ahora tienen sus hijos, en un hecho que marcará una parte de su historia y en la que seguramente, los que lleguen al 2052 repetirán en un futuro que hoy parece lejano.
Niños que se fueron de “pinta” acompañados de sus padres, como Anita que se dijo emocionada por poder ser parte de la historia a sus 13 años, misma edad de Yari, su mamá, quien fue por ella a la escuela para correr y poder verlo al exterior del Planetario del Centro Cultural.
Desde las 9 de la mañana empezaron a formarse uno a uno para acercar la vista al cielo y poder apreciar el evento a través del telescopio; las gafas especiales para la ocasión pasaban de mano en mano en un gesto de amabilidad, la creatividad también se hizo presente con visores hechizos con cartón, aunque no faltaron aquellos que se animaban a levantar la vista sin más protección que las pestañas.
El buen ambiente y la cordialidad se hicieron presentes, se rompió el hielo, surgieron amistades y hasta se celebraron cumpleaños, como el diálogo que surgió entre Lizbeth quien conoció a Lupita, quien nació un 8 de abril de hace 24 años.
“No se me va olvidar, hoy es mi cumpleaños”, compartió Lupita en espera de que alguien empezara a cantarle las Mañanitas, pero la fiesta no llegó a tanto.
También la reflexión y la filosofía se iluminaron, al ver al eclipse como una oportunidad de renacer, como un símbolo de un nuevo comienzo, al recordar que los humanos somos diminutos y vivimos un instante, un suspiro en la historia del mundo y su universo.
“Todo acontecimiento astronómico tiene que ver con nuestra realidad objetiva y concreta y esto es una señal de un principio y fin de una era, y para los creyentes es una señal que nos recuerda que no somos eternos. En mi caso, que tuve un infarto cerebral, me motiva para continuar”, compartió Gerardo, quien emocionado compartió que se sentía eclipsado.
El señor Jorge dijo que este día será inolvidable por ver a tanta gente reunida, familias enteras admiradas ante un hecho de gran enseñanza.
“Hace 33 años celebré con un amigo y unas cervezas y ahora pues me toca ir por un omeprazol”, agregó Gerardo con mucho humor.
Alrededor de las 12:00 del mediodía se llegó al clímax del evento, momento en el que algunos pensaban que la oscuridad vencería a la luz, pero esta vez en el centro de México no se vivieron dos “noches”, como sí sucedió en el norte del país.
“Yo pensé que se iba a hacer de noche, que iba a estar más oscuro, pero no importa, hay que disfrutar el momento”, mencionó la señora Martha Ramírez.
El tiempo, concepto para medir el recorrido de la tierra en órbita con el sol, avanzó, la luna se hizo pequeña y el astro rey volvió a brillar con todo su esplendor, quizá más, como deseó la señora Catalina Hidalgo.
“Que la luz regrese, que sea más brillante y nos ilumine más”, fue el deseo de la señora Catalina Hidalgo, quien emocionada llegó junto con su hija y su nieto.
Este instante para el universo, una vida para muchos, se repetirá el próximo 30 de marzo de 2052, dentro de 28 años, momento que muchos de los jóvenes y niños verán en compañía de su descendencia y revivirán el recuerdo, otros quizá seamos sólo polvo de estrellas. ¿Ya veremos?