COLUMNA INVITADA
Qué tenso se siente el ambiente nacional como resultado de los dimes y diretes entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y un grupo de mujeres que promueve un paro para el 9 de marzo, en protesta por el incremento de los feminicidios en el país.
Daría la impresión de que el Ejecutivo federal se adelantó al descalificar a quienes promueven tal iniciativa, aunque, conociéndolo como es, resulta difícil pensar que no haya meditado perfectamente lo que iba a decir y las previsibles reacciones.
A la mejor lo que buscaba era justamente generar la polémica que ahora recorre el país entero, con sus millones de seguidores defendiéndolo y decenas o acaso cientos de opositores atacándolo, aprovechando cualquier resquicio para tratar de debilitarlo, aunque un poquito, pues no han encontrado otra forma de restarle apoyo popular.
Es cierto que algunos partidos de oposición -panistas, sobre todo- se han montado oportunistamente en un movimiento espontáneo y legítimo que surgió por la falta de respuesta del gobierno federal para frenar los asesinatos de mujeres. (Los recientes casos de Ingrid Escamilla y la niña Fátima Cecilia provocaron una indignación casi generalizada y pegaron fuerte en la conciencia nacional).
Algunos se preguntan qué habría pasado si en lugar de confrontarlas y descalificarlas, López Obrador les hubiera dado la razón, comprometiéndose a realizar los esfuerzos correspondientes para prevenir el asesinato de mujeres.
¿Busca acaso el presidente medir la respuesta de sus opositores en esta coyuntura? Es probable, pero la lógica aconsejaría que lo más práctico era dar la razón a las mujeres, pues es inocultable que los feminicidios han aumentado o cuando menos no han bajado en lo que va de la actual administración.
Del lado de sus opositores, llama la atención que los mochos de los mochos pretendan ahora convertirse en defensores de las feministas y sus causas cuando nunca antes no sólo no lo han hecho, sino que han estado en contra. Seguramente se sienten raros apoyando algo con lo que en privado -y en público- critican.
Las causas del movimiento feminista son justas, por lo que las mujeres están en todo su derecho de manifestarse para protestar. Lo malo es que la partidización ha contaminado de algún modo la iniciativa.
De todas formas, algo bueno tendrá que salir del paro programado para el 9 de marzo, ya sea alguna estrategia oficial o cuando menos un pronunciamiento que ayude a frenar los feminicidios.
Habrá que esperar para saber cómo reaccionará el gobierno federal, antes, durante y después del paro y de las movilizaciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que ahora tendrá otra connotación, pues se aprovechará la coyuntura del debate actual.
No va lejos que en algunos casos se llegue al extremo de exigir la renuncia del presidente, que, por cierto, todavía goza de un alto porcentaje de aceptación ciudadana, pero da la impresión de que conforme pasan los días, los meses va perdiendo algunos simpatizantes, principalmente por temas como este de las mujeres que de un momento a otro se vuelven motivo de críticas y de confrontación.
Picotazos
Qué mala pasada le jugó el destino al doctor Oscar Gurría Penagos, que siendo alcalde de Tapachula -la segunda ciudad más importante del estado, después de la capital-, pues un paro cardíaco le quitó la vida el pasado jueves. Justo cuando disfrutaba -se supone- del poder político, que se muere. Eso sí es tener mala suerte. Tanto que le había costado llegar al cargo (en la elección de 2015 se quedó muy cerca y probablemente perdió por un fraude) para que ni a la mitad del trienio que comenzó el primero de octubre del año pasado, y con posibilidades de reelegirse, se le acabara la vida. Seguramente ni tiempo le dio de hacer alguna obra importante en estos 17 meses en que estuvo como presidente municipal. Su grupo político cercano quedará huérfano tras su inesperada muerte. Si las presiones de sus opositores influyeron en algún modo para que el corazón dejara de latirle, no se sabrá, y en todo caso, será la conciencia de cada uno de ellos la que se los diga. Claro, muchos políticos ni conciencia tienen, sólo intereses personales y ambiciones. Ahora vendrá la rebatinga por ver quién ocupa su lugar. Ojalá el cabildo y el Congreso del estado escojan al más capaz. El problema es que si al igual que en San Cristóbal, los miembros del ayuntamiento están confrontados y con pocos capaces para suceder a Gurría, la situación no será fácil. Se tiene, claro, la opción de nombrar un concejo municipal, con lo que desaparecería el cabildo. Habría protestas, en teoría.… De verdad que parece un descuido, por decir lo menos, que las autoridades municipales de San Cristóbal de Las Casas hayan dejado pasar tanto tiempo sin arreglar el kiosco del parque central, cuando se trata de un edificio que está en el corazón de la ciudad y que servía de punto de reunión para muchas personas que por las tardes disfrutaban de música en marimba en vivo, pues había un restaurante. Parece que están dando señales de querer hacer algo porque desde hace algunos días, empleados municipales realizan algunos trabajos (menores) para tratar de rehabilitar el inmueble. Resulta inexplicable que pudiendo ser una fuente de ingresos, pues ese edificio se concesiona a particulares para restaurante o cafetería, no se haya arreglado. A menos que por alguna razón el ayuntamiento haya decidido no concesionarlo. Por lo pronto, los empleados dicen que además de resanar algunas partes dañadas es necesario componer el techo de lámina. Ojalá que no se lleven tantos meses para que propios y extraños puedan disfrutar de ese espacio. Fin.