Las elecciones del 5 de junio han sido, en gran medida, previsibles, a excepción de las de Durango y Aguascalientes, que en las últimas semanas llegaron a un empate técnico entre Morena y la coalición “Va por México” PRI-PAN-PRD.
La coalición “Va por México”, bajo el manto protector de “Sí por México”, de Claudio X González, contendió, en Aguascalientes, con la panista Teresa Jiménez y, en Durango, con el priista Esteban Villegas.
Por su parte, Morena fue en coalición con el PT y el Verde en Durango, con Marina Vitela y, en Aguascalientes, donde Morena abanderó a Nora Ruvalcaba, pero el PT y el Verde se la jugaron aparte, con Martha Márquez.
El resultado se conoce hasta la noche del domingo, después de la redacción de este artículo. Pero, independientemente del resultado en esos dos estados, donde el priista Esteban Villegas tiene alguna posibilidad, las pérdidas seguras de Hidalgo y Oaxaca, significan un durísimo revés para el otrora partido invencible (PRI) y de Quintana Roo y Tamaulipas para el PAN. Morena gana territorios para el 2014.
Hidalgo y Oaxaca se dan por perdidos para el PRI. Cómo han cambiado las cosas en el revolucionario institucional, pero un partido no muere sólo por circunstancias externas, sino por la pésima calidad de sus líderes.
Después de escuchar los audios filtrados por Layda Sansores, no deja de sorprenderme la distancia del discurso político de Alejandro Moreno, Alito, el actual líder del PRI, en comparación con los discursos de otros líderes del mismo partido. Sin ir tan lejos, como el discurso de Lázaro Cárdenas o de López Mateos, a mí me tocó escuchar y leer los discursos de Jesús Reyes Heroles, de Porfirio Muñoz Ledo, de Adolfo Lugo Verduzco, de Mariano Palacios Alcocer, entre otros. Discursos llenos de contenidos, de ideas, de ciencia política y Derecho.
Eran los antiguos líderes del PRI ideólogos o contaban con grupos de asesores que conocían la ciencia política y el Derecho. El nacionalismo revolucionario les daba cantera para un discurso convincente, atrayente, lúcido, diferenciador y creativo.
Desde que se abandonó el discurso revolucionario, empezó a cambiar el PRI. Aún así, por ejemplo, Lugo Verduzco mantuvo un discurso elegante, de contenidos claros y progresistas, lo mismo puede decirse de Colosio y de Mariano Palacios Alcocer en tiempos posteriores. Las palabras claves de los discursos, dirían los académicos, reflejaban con congruencia las líneas prioritarias de la política de los gobiernos: “Desarrollo compartido” de Echeverría, la “Renovación moral” de De la Madrid, etc. desarrollo y justicia social, “El Pueblo es la Fuerza del Partido”, de Lugo Verduzco.
¿Qué distingue ahora al PRI? Las palabras claves de Alejandro Moreno, Alito, son tan vulgares como: “verga”, “Puta madre”, “chingar”, “darles en la madre”, “dinero sucio”, “chantaje”, sin ninguna idea, ni relación con la sociedad o el Derecho. Ese nivel tan bajo del lenguaje, es el de las ideas. No hay ideas, ni mucho menos ideales. Como diría S. Agustín: “Ex abundantia cordis, os oritur”, de lo que hay en abundancia en el corazón, de eso habla la boca. Eso es lo que hay en Alito, pura mierda.
López Obrador puso al PRI, antes de la votación de la reforma eléctrica, en la disyuntiva de retomar el discurso revolucionario de López Mateos o de Lázaro Cárdenas. Los trogloditas de la actual dirigencia no entendieron de qué se trataba. Una alianza del PRI con Morena en ese campo, con una dirigencia renovada que se aferrara al pasado histórico del PRI, hubiera dado un aliento fuerte al viejo partido (mejor PRIMOR que PRIAN). Ahora hasta el PAN y Va por México no encuentran la forma de apartarse del tufo de la boca de Alito.
A los jóvenes incultos de la actual dirigencia, ni siquiera se les ocurrió reflexionar sobre esa posibilidad. Prefirieron pelear por las gorras o los “utilitarios” de las campañas, que discutir sobre una estrategia que los hubiera hecho reaccionar y colocarse en otro nivel de disputa por la nación. Prefirieron el lenguaje soez, a la discusión de altura. Bien dice el exgobernador Enrique Burgos, el PRI es más que su dirigencia.
En el discurso se expresa la ideología del líder, pero también su modo de entender la sociedad. El discurso expresa el deseo. En el psicoanálisis del discurso, el cuidado se enfoca, sobre todo, en los lapsus, que expresan el deseo profundo del inconsciente. En una intervención de Alito el inconsciente lo traiciona, dice textualmente: “Lo debemos dejar bien claro, nosotros no queremos que le vaya bien a México” . Se distrajo e irrumpió el inconsciente.
El discurso de un líder refleja en gran medida su idea de la vida, su ideal de sociedad, el ideal del yo, su deseo, según el Psicoanálisis. Pero en las grabaciones difundidas, no es el inconsciente el que habla, sino la plena conciencia de romper con la ley.
El tiempo es de suma importancia para el proceso político. Si el PRI no quiere caer más abajo, debe buscar un cambio de fondo ya, ahora, no sólo de dirigencia, sino de esencia. Como dice Heidegger: “El lenguaje es el pastor del ser”. Cambio de discurso, de nombre, cambio de documentos básicos, de principios y de programa de acción, es decir, un cambio de partido, con el actual se llegó al fondo. Todo lo que se haga en otro sentido es ganancia. Cada día que pase con Alito al frente del PRI es ir en sentido contrario de la historia.