Este domingo 24 de abril, han tenido lugar en Francia unas elecciones que, por su impacto nacional y global, son de especial interés para México. En lo interno, Francia se encuentra sumamente polarizada, con extremos irreconciliables. La izquierda desunida y una ultraderecha beligerante que exhiben un panorama caracterizado por la incertidumbre, la brecha entre los dos contendientes en la segunda vuelta, era francamente muy estrecha.
Macron logró sumar a buena parte de la izquierda de Jean Luc-Mélenchon, alcanzando 58.8% de los votos, menos que en 2017 y muy lejos de la reelección de Chirac, en 2002, quien arrasó en la segunda vuelta con un 82.21% de los votos, frente a Jean-Marie Le Pen, padre de Marine. Mientras que Marine Le Pen alcanzó el 41.2 %, bastante más que la pasada elección, reduciendo la brecha a sólo 17.6 puntos porcentuales. En las elecciones de 2017, la distancia fue de 30 puntos, con un 66.1% de Macron, frente a un 33.9% de Le Pen.
El abstencionismo tiene también su importancia, porque muchos franceses no salieron a votar por no darle el voto a ninguno de los dos, alcanzando un 28%, el dato más alto desde hace más de 50 años. En esas elecciones de 2017, la distancia fue de 30 puntos, que sufre su tercera derrota. Es decir, Macron bajó, mientras Le Pen subió siete puntos porcentuales. Lo cual demuestra que los ultraderechistas han tenido mayor aceptación en el electorado francés. Van perdiendo el rubor o el voto se corre más al centro.
En esta elección las políticas europeas han estado en el corazón de los debates electorales. La incertidumbre sobre los resultados electorales estuvo contagiada por el conflicto de Rusia con Ucrania que ha sometido a la Unión Europea a una presión insostenible por mucho tiempo de parte de Estados Unidos y de Rusia. Aunque Olaf Scholz ha felicitado por cortesía a Emmanuel Macron, sabe que el francés va por el liderazgo europeo ante la ausencia notoria de Angela Merkel en Alemania, que ve cómo se esfuma la Ostpolitik construida con tanto empeño desde la época de Willy Brandt.
Macron va a tener que buscar una política exterior diferente a la practicada por su gobierno hasta ahora. El fracaso de los viajes, previos al conflicto de Ucrania, de parte de Macron, que evidenció la distancia con Moscú, la imagen de la mesa con de 6 metros de separación con Putin, demuestra el fracaso de la política exterior y de la diplomacia, al estallar la guerra.
Le Pen mantuvo con discreción su cercanía con Putin, pero representa una visión distinta ante Rusia y una posición disruptiva de Francia ante la Unión Europea y Estados Unidos, que Macron tendrá que tomar en cuenta frente a casi la mitad del electorado. Implica una redefinición de la idea de la Unión Europea, que muestra fisuras importantes en la política, acalladas por las presiones estadounidenses frente a Rusia. Por ello, las claves del futuro de Francia y de la Unión Europea están en la izquierda francesa. Nunca una elección en Francia había sido tan riesgosa para el futuro de la Unión.
No hay tiempo para nada, inmediatamente se deben preparar para las elecciones del legislativo, que serán a medio año, para saber con que representantes cuenta para llevar a cabo sus propuestas políticas. Emmanuel Macron consolida el centro político francés, que es la idea que sostuvo Manuel Camacho Solís cuando construyó el Partido Centro Democrático, del que Marcelo Ebrard fue su Secretario general y ahora aspira a la presidencia. El centro puede ser atractivo y poco amenazante. El canciller tiene ascendencia precisamente de Francia. De hecho, una vez concluidos sus estudios de licenciatura en El Colegio de México, partió a hacer la especialidad en administración pública la Ècole Nacionale d’administration en París, Francia. Falta que Morena no se radicalice y tienda hacia el centro del espectro político mexicano. Lo cual está por verse.