Tantas veces lo hemos escuchado como para ya ni siquiera conmovernos con las palabras, porque la familiaridad –dijo el filósofo—genera el menosprecio, pero ya nos lo han dicho en todos los tonos, el Zócalo de la ciudad de México es el símbolo de la patria, el corazón político, el centro del ombligo de la luna, el escenario de la mitología y la radiografía, el punto donde todo comienza y todo termina; la bandera del Consejo Nacional de Huelga en el septiembre del 68 ahora tan de moda o la bandera de los yanquis en el otro septiembre del 47; la plataforma de las protestas, el foro de las alegrías, la noche del grito, los cohetes tras los torreones insignes de la catedral, la música de las campanas; las herraduras de los conquistadores cuando salpicaban de sangre el agua de la laguna, el Zócalo nuestro de cada día ahora y en la hora de nuestra muerte, El Zócalo, hoy renovado y convertido de nuevo en ágora por decisión de Clara Brugada, la jefa de gobierno de la ciudad de México quien comienza de esa manera la carrea por la misma pista cruzada con velocidad de fuego por sus dos antecesores, don Andrés y doña Claudia, para comenzar en la plaza y ter mina en la plaza en el viaje circular del palacio (con minúscula) al Palacio (con letra capital).
Del Zócalo a la historia. Eso nos ha querido decir o eso hemos querido interpretar. Quien sabe, pero estas fueron sus palabras al instalar las audiencias públicas, el gobierno al aire libre, con la frecuente audiencia pública, la atención al pueblo bajo el testimonio insobornable de la mirada general, sin tapujos, ni filtros ni intermediarios.
Demagogia, dirían algunos. Democracia, responderán otros Hagan su juego porque bajo advertencia de eficacia, no hay engaño de torpeza.
Así dijo Clara:
–“…Y yo siempre les recuerdo que desde hace décadas yo estuve aquí, enfrente de este edificio, gestionando, luchando, proponiendo, organizando para construir ciudad, para apoyar a esta enorme Ciudad de México.
“Y estuve haciendo cuentas de cuántas veces he venido al Zócalo, primero, como ciudadana y ciudadano como ustedes, después cuando tuve algún cargo de responsabilidad legislativa y después cuando estuve gobernando. Y venía con estas tres figuras: ciudadana, representante comunitaria, legisladora y gobernante aquí, al Zócalo, a ver por la ciudadanía.
“Hice las cuentas y obtuve que en cuatro décadas he venido 10 mil veces al Zócalo, 10 mil veces. No ha habido semana, en la mayor parte de los años, que no haya venido a hacer gestión, a veces hasta todos los días tenía que venir. Entonces es muy importante para mí, relevante que ustedes estén acá.
“Y hoy que asumimos el Gobierno de la Ciudad, una servidora que viene como ustedes, tengo en mi corazón y en mi mente gobernar con ustedes, atendiéndolos como se merecen, por eso estas audiencias, que no son nuevas en el Gobierno de la Ciudad, continuamos con esta trayectoria, el modelo es distinto porque salimos al Zócalo y estamos toda la mañana para atenderlos.
“Y yo sé que eso implica que deje de hacer muchas otras cosas durante este día en la mañana, pero la prioridad ¿quién es en este gobierno?: El pueblo, así que por eso es que no solo yo como Jefa de Gobierno, sino también todo el equipo que está aquí presente va a atenderlos de lo mejor.
“Y aquí nadie se me va a escapar, nadie se me va a escapar, porque la gente viene y me dice: “Me recibió fulano, mengana y no me atendió”, yo siempre me entero de lo que pasa y de lo que no pasa, ¿sí? A veces me entero más de lo que no pasa, es decir, de lo que debió haber pasado y no se hizo.