Con el mes de octubre llega la sensación de que el año transcurrido está por terminar. Y este 2020 no vemos la hora que baje la cortina para salir de prisa, como si de una pésima obra de teatro o función de cine se tratara. Muchos prefieren pensar que el próximo año será mejor, los pesimistas y cabizbajos creen que el panorama del 2021 es incierto y gris.
Y es que casi nadie, al menos en nuestro país, habíamos vivido las consecuencias de una pandemia, no de una tan visible, de tan fácil transmisión, tan azarosa y tan culpígena. El virus del 2019 que descompuso el 2020, no sólo ha aislado a las personas o causado muertes, su presencia ha complicado la vida, que ya de por si no era fácil sobrellevar, porque como siempre, a río revuelto ganancia de pescadores, unos listos y otros abusivos, por ejemplo, el sistema bancario nacional.
A pesar de que la bancaria es una actividad esencial, desde el mes de abril en que se impuso la sana distancia y con ese pretexto hasta la fecha, o sea, seis meses después, los cuentahabientes esperan para realizar sus trámites haciendo largas filas a la intemperie; comodinamente los banqueros suponen que al rayo del sol o al arrebato del aire o el frío la gente no enferma. Y no es que haya demanda desmesurada de estos servicios, no, es que, otra vez con el pretexto del covid-19 los banqueros despidieron a miles de empleados y cerraron un buen número de sucursales, dicen que temporalmente, pero ya viene diciembre y sus posadas y esto sigue igual.
La sana distancia entre los banqueros, sus empleados y los cuentahabientes comenzó en abril, mes en que según datos de la Comisión Nacional Bancaria 23 bancos privados dieron de baja a 9 mil 117 empleados. CitiBanamex despidió a 7 mil 334 por citar a uno. Así pues, si después de quemarse una hora en la fila y por fin, previo gel en sus manos de cliente enojado le toca su turno, aguante, resista, tome aire porque la desagradable sorpresa es que solo hay dos empleados detrás de las ventanillas y eso, quizá le toque la hora del almuerzo y solo encuentre uno. Igual de desatendidos están los cajeros automáticos, no hay, no hay, o se traba, o se atora o de diez sirve uno.
¿Hay semáforo que de luz verde a los banqueros para que presten y aún mejoren el servicio que venían dando? ¿Hay autoridad financiera, sanitaria o de cualquier nivel de gobierno que les obligue a atender a sus clientes como merecen ya que les dejan buenas ganancias? En el abril que nos paralizó, obtuvieron utilidad neta de 9 mil 561 millones de pesos, cuatro veces más que un mes antes. Lo veremos AL TIEMPO.