Quizá todo quepa en “El mercader de Venecia”. Posiblemente la estrategia política no sea otra más allá de la libra de carne sin derecho a una sola gota de sangre, como nos enseñó el Dux. Es la ciencia del sí, pero no.
Si transportamos esa astucia a nuestros días, veremos cómo es posible brincar la ley sin violar la norma. O mejor dicho, cumplir con ambas y violentar el espíritu del canon.
–¿Puede un gobierno comprar los votos de los ciudadanos en favor del partido al cual pertenece el presidente de la República?
De ninguna manera dice la moral política si esto no fuera un oxímoron.
Pero en ninguna parte de la ley se prohíbe comprar a los votantes. Quien se roba la gallina no necesita hurtar el huevo. Quien siembra la gratitud de los ciudadanos mediante el reparto indiscriminado de dinero (se le llama pensión universal), no necesita embarazar una urna o robarse las papeletas de una casilla. No, ya no. Ya ha construido la fidelidad de los electores quienes actúan por dos caminos: el agradecimiento por haber sido favorecidos con las rentas presupuestales y la fidelidad hacia quien aplicó los programas cuya existencia peligraría si otro partido llegara al poder y los desprotegiera.
—Para eso quieren los conservadores el control de la Cámara de Diputados, les ha dicho el munificente líder de la 4T, para quitarles su dinero, para quedárselo ellos, porque son corruptos, clasistas, añorantes de los privilegios perdidos; bandidos, ladrones, etc., etc.
Si se aplica la lógica simple, toda acción en favor de los programas sociales (electorales), cruza en sentido contrario: si votas por nosotros –yo soy nosotros–, te garantizamos eternidad en la dádiva.
Y el anuncio magistral de anteayer del presidente en Oaxaca, cuna de la redención indígena y el mexicanismo victorioso, bajo la sombra del Benemérito, en homenaje imitación de Juárez, el jefe de Morena les dijo a los electores: ahí les van estas mejoras a los programas sociales y por tanto, tácitamente, la propaganda preelectoral en tiempos de la pandemia.
Así ha cortado varias libras de carne sin tocar una gota de sangre. Es decir, ha hecho propaganda electoral y ha comprado lealtades y votantes, sin violar ninguna ley. Ninguna autoridad electoral podría impedir la administración de los programas sociales cuyo contenido ya está en la Constitución. Son actos de gobierno; no propaganda electoral, aunque sirven oportunamente como para eso.
Así lo dijo el habilidoso presidente con bello argumento de justicia social:
“En razón de lo anterior (la merma de las pensiones por cubrirlas con “Umas”, no con el equivalente real al salario mínimo), de acuerdo a nuestras posibilidades económicas y buscando mejorar la situación de pensionados, jubilados y adultos mayores del país, he tomado la siguiente decisión:
“A. La pensión universal para adultos mayores se entregará a partir de los 65 años, como se hace cuando se trata de la población indígena.
“B. La actual pensión se incrementará gradualmente hasta llegar el doble, al inicio del 2024.
“C. Este plan iniciará desde julio del presente año con un incremento del 15 por ciento. En enero de 2022, 2023 y 2024 el aumento será del 20 por ciento anual más inflación hasta llegar a seis mil pesos bimestrales.
“La decisión que estoy tomando y dando a conocer desde Guelatao representa incrementar el presupuesto anual para la pensión de adultos mayores de 135 mil millones de pesos a 240 mil en 2022, a 300 mil millones de pesos en 2023 y a 370 mil millones de pesos en 2024. De esta manera se beneficiará a 10 millones 300 mil adultos mayores.
“Estos recursos saldrán del presupuesto público sin aumentar la deuda ni los impuestos y sin gasolinazos.
“Es, básicamente, lo obtenido por ahorros de la austeridad republicana juarista, pues se seguirá aplicando el criterio de que no debe haber gobierno rico con pueblo pobre y que la corrupción ha de ser desterrada por completo.
“Además, este derecho a la pensión está ya elevado a rango constitucional y, esté quien esté en el gobierno, el presupuesto para los adultos mayores no podrá disminuir…”.
Obviamente la merma del poder adquisitivo de los pensionados cuyos cobros se hacen Unidades de Medida (UMA), no se resuelve con esta alza. No resiste la prueba del ábaco, pero sí la de la urna, sobre todo porque la pobreza de hoy no se resuelve con la dádiva del 2024 pero para entonces ya de otro serán las preocupaciones