Ha sido lugar común entre quienes nos dedicamos a los estudios laborales futurizar, aunque a veces parece más especulación, sobre el futuro del trabajo, o más bien, sobre los cambios que experimentará esta actividad humana en el futuro. La historia del trabajo nos ha demostrado que no es una actividad estática, se ha transformado dinámicamente a lo largo del tiempo y estos cambios han sido impulsados, principalmente, por el desarrollo tecnológico.
Si bien el avance tecnológico ha supuesto la desaparición de puestos de trabajo, ¿quién se acuerda de las operadoras telefónicas o de las personas que reparan máquinas de escribir mecánicas?, también ha traído consigo la creación de nuevas actividades laborales, por ejemplo los programadores de aplicaciones para servicio al cliente (chatbots) o de reparación y mantenimiento de equipos electrónicos. El desarrollo tecnológico toca muchas actividades productivas de nuestra vida cotidiana, pero en definitiva no desaparece el trabajo. ¿Cuál es el trabajo del futuro? El trabajo del futuro estará marcado por los extremos, quienes tendrán la oportunidad de acceder a formaciones profesionales de frontera (ciencia de datos, inteligencia artificial, biomedicina, por mencionar algunas) y los perdedores del nuevo capitalismo (Ovejero, 2014), los trabajadores de la economía digital precaria, los uberizados que, cómo hace siglos, solo tienen su fuerza de trabajo, esa fuerza que les permite pedalear rápido para entregar comida caliente o un paquete de manera urgente.
Sin embargo, ¿cuál es el futuro del trabajo? Derivado de la pandemia por Covid 19, hubo una tendencia a pensar que el futuro del trabajo estaba en el trabajo a distancia o trabajo en casa (home office), nada más falso que eso. No se está negando haya habido un aumento del trabajo en casa o a distancia, la cuestión importante es ver en qué tipo de actividades productivas se llevó este repunte. Las obreras y obreras, siguieron asistiendo de forma presencial a las fábricas, de hecho, durante la pandemia la clase trabajadora fue una de las que más se vio afectada, algunos datos nos dicen que fueron los trabajadores manuales y operativos (obreros y obreras), amas de casa y pensionados los que contabilizaron el 94% de las muertes en México (Hernández-Bringas, 2020). De acuerdo con el estudio, “Impacto de los determinantes sociales de la Covid 19 en México”, publicado por la UNAM en 2021: “En relación con el ámbito laboral, las personas de bajo nivel socioeconómico tienen una representación desproporcionadamente grande en entornos de trabajo esencial como establecimientos de atención médica, granjas, fábricas, comercio, ambulantaje, transporte público, etc. El trabajar en estos ámbitos representa una mayor probabilidad de exposición al SARS -CoV-2, debido a factores como el contacto cercano con el público y otros trabajadores, la imposibilidad de laborar desde casa, no tener licencia por enfermedad y un pobre acceso a servicios de salud [,,,] El trabajo en casa, a distancia, ha sido viable para las personas de mayores ingresos, pero no para quienes salir a trabajar es su única forma de subsistir y, que además, al volver a casa se transforman en una fuente de infección para sus familias.” (Cortés y Ponciano, 2021: 12).
Hay cosas que nunca cambian alrededor del trabajo, una de ellas, nuestras y nuestros trabajadores precarizados.
Director Labor Center/Centro Laboral UAQ
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