La biodiversidad en México es uno de los tesoros más preciados de nuestro país. Es nuestro deber como sociedad proteger y conservar esta diversidad única, no solo por su valor intrínseco, sino también por las bondades que nos brinda, como el suministro de alimentos, medicinas, servicios eco sistémicos y la contribución al desarrollo económico.
México se encuentra en el selecto grupo de las naciones megadiversas, gracias al gran cocktail de flora y fauna con el que contamos; con casi el 70% de la diversidad biológica mundial, nuestro país ocupa el lugar número 5 entre los 12 países con mayor biodiversidad en el mundo. Sumándole a todo esto el enorme privilegio de tener costas en dos océanos, el Pacífico y el Atlántico.
La fórmula para contar con toda esta abundancia está en la suma de varios factores que convergen, para hacer de nuestro país un paraíso de biodiversidad. Número uno; su extensión territorial de 1,972,550 km2, que lo sitúa como el decimocuarto país más grande del mundo. Dos; la ubicación geográfica entre los 32º y los 14º norte del Trópico de Cáncer abarca una franja que va desde Baja California hasta Chiapas, donde se encuentra la mayor diversidad de especies.
Los sistemas montañosos: como la Sierras Madre Oriental y Occidental son otras de las características que enriquecen la biodiversidad en nuestro país. Y la diversidad de climas: tanto tropicales, como alpinos y extremadamente áridos son otra de las causas de la biodiversidad.
Pero lamentablemente toda está riqueza, esta en un riesgo constante y es importante visibilizar cuáles son los factores que están acabando con nuestro tesoro; como lo es la pérdida y degradación de los hábitats; la construcción de infraestructuras en detrimento de los espacios naturales, los irresponsables cambios en el uso de suelo, la expansión de las actividades agrícolas para la explotación de los recursos naturales, el crecimiento de los asentamientos humanos, la sobreexplotación de los recursos naturales y definitivamente la deforestación que provoca que exista desertización de los hábitats.
Otra fuerte causa es la contaminación; los seres humanos producimos una gran cantidad de desechos, que desgraciadamente no entran en un ciclo de economía circular. Y finalmente el inminente cambio climático; el calentamiento global como consecuencia de la actividad de los seres humanos desemboca en un cambio climático que afecta a todas las especies existentes, pues cambia las condiciones ambientales a las que están adaptados.
La única forma de frenar todo esto como siempre lo he mencionado; cambiando; empezando por el modelo económico, cambiarlo por uno que verdaderamente priorice el desarrollo sostenible, siguiente reducir la huella ecológica: partiendo del punto de sustitución de las fuentes de energía no renovables (combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas) por fuentes renovables (como la eólica, la solar o la hidráulica).
Cambiar las políticas de la forma de producción: tanto industrial como agrícola y ganadera.
Reducir la explotación de los recursos naturales, gestionar eficientemente los desechos y residuos: todo ello a a partir de la regla de las tres erres; en la reducción, reutilización y reciclaje. No es sostenible seguir produciendo cantidades de residuos como los actuales.
Y lo más importante urge diseñar y desarrollar proyectos de restauración: como también llevar a cabo una gestión sostenible de ecosistemas y establecimiento de mayor número de espacios protegidos, tanto marinos como terrestres.
La biodiversidad de México hay que verla como el patrimonio de todas y todos y debemos protegerlo.