¡En esta esquina! con 110 kg de peso ¡el saaaanto!
A lo largo y ancho del cuadrilátero de las pasiones del pancracio, en el México decadente por las crisis económicas y la pobreza en extremo marcada por falta de oportunidades de trabajo — tal vez por la postcrisis de la segunda guerra mundial— se levantaba una pasión desbordante: el culto al enmascarado de plata.
El nacido en Tulancingo Hidalgo en 1917 permitió que, desde su infancia, lograra accesar a los gimnasios y aprender el oficio con sus hermanos de la llamada en México Lucha Libre, una combinación de la lucha grecorromana y el judo.
¿Porqué es trascendental el Santo?
El México de 1940 vivía una incertidumbre y una serie de miedos profanos, emanados de la desinformación y del terror de vivir dentro de una guerra mundial, hoy los libros, las películas y la evidencia fotográfica llena nuestras mentes de un pasado marcado — en ocasiones más por “joliwud” que por lo real— pero las preocupaciones de aquellos años de que Alemania invadiera nuestro país o que un ataque a los norteamericanos nos tocara de “refilón” como se dice, era una miedo constante.
El país caía en una profunda incertidumbre.
¿Quién nos vendría a ayudar? los superhéroes gringos estaban desfasados a la realidad y aunque ya existieran, no había las condiciones de lograr hacerlos populares, con tirajes de miles por semana.
La imagen de la pobreza en México se acentuaba con varias preocupaciones del presidente en turno Miguel Alemán Valdés, la posguerra y el fin de la venta de petróleo a los americanos — para 1940 invertían en nuestro país 300 millones de dólares como apoyo para la producción petrolera, y los chilenos compraban petróleo a escondidas de los gringos a México— pero al finalizar la segunda guerra mundial esto se terminó.
Inclusive el propio Anastasio Somoza García, dictador de Nicaragua trataba de comprar petróleo a México después de la segunda guerra mundial, situación que no prosperó.
El panorama internacional de México se miraba cada vez más raquítico para el presidente Alemán, su sistema antiobrero, el parar las manifestaciones con el ejército a punta de toletes, le ganó la fama de “demasiado justo”.
El fútbol no le ayudaba mucho que digamos — como distractor de masas— aunque había primera división profesional, los equipos no estaban totalmente profesionalizados y para el costo de un boleto para aquel entonces, no alcanzaba los dineros, para que un obrero — la clase de mayor producción en el país y más numerosa— en las plazas donde se jugaba en provincia como la Piedad, León, Puebla, Tampico y Zacatepec los partidos eran sin costo, pero poca gente asistía.
Lo que en la ciudad de México se diferenciaba de entre los deportes populares, era la Lucha Libre, y en particular un joven musculoso y lleno de buenas ideas de propaganda y promoción: Rodolfo Guzmán Huerta, quien había inventado un personaje, el enmascarado de plata ¡el santo!
Un nombre bien colocado por ser México un país en extremo católico, a pesar de que el famoso luchador de aquel entonces era el Médico Asesino que participaría en una película llamada: el enmascarado de plata, pasando sin pena ni gloria.
Así el presidente y sus asesores — que después fundarían telesistema mexicano que sería Televisa— idearon toda una parafernalia para construir la imagen de El Santo, pero ya medido y con un fin: mantener el ánimo de la población con un héroe guiado y controlado.
Así nació nuestro Santo ¡el enmascarado de plata!
El entrenador Jesús Lomelí —famoso por descubrir talentos para los empresarios de la lucha libre— lo tomó a entrenamiento bajo la orden de hacerlo el mejor técnicamente hablando y difícil de derrotar por los contrincantes.
Con esto el gobierno de Alemán lo establecería como invencible.
Así con un futuro prometedor y lleno de expectativas el Santo se convirtió en un gran luchador de las arenas de aquél entonces, no solo por los resultados, sino por la expectativa que causaba con todo el performance que se aplicaba.
Era la lucha estelar de la noche, después de una serie de relevos — aún no australianos esos serían después— y los carteles presentaban a los contrincantes al estilo del box: la pelea estelar en letras grandes, luego medianamente las siguientes, siendo las primeras peleas por desconocidos que deseaban ganarse el lugar en la arena.
Para 1952 el artista visual y dibujante José G. Cruz — que también era el editorialista de la serie— diseñó un sistema de historietas impresas en donde el Santo era de fotografía, de tal forma que se recortaba a mano los dibujos de los personajes y se escogían paisajes dibujados para el fondo, sobreponiendo la fotografía al dibujo.
Esta técnica permitía sacar con fidelidad los rasgos característicos del personaje sin deformarse y una vez lo vieran —en las luchas reales de cada semana— tuvieran una identidad y manejo de imagen excelsa.
Así la marca el Santo, el personaje y el verlo en luchas le daban a las personas un aire de súper héroe.
Faltaba lo más importante ¡subirlo al cine!
El gobierno de Alemán consideró que no dotes de un actor quien luchaba y que hacer películas era otra técnica, de tal forma que lo ideal es que al comienzo para la primer película Fernando Osés, un prestigiado actor y luchador, le daría al Santo las lecciones suficientes para brillar en el cine.
Así con el mínimo de conocimiento acerca de actuar, el Santo llegó a la pantalla.
Se escribieron los guiones de dos series: Santo contra el Cerebro del Mal y Santo contra los Hombres Infernales.
Para 1958 las películas estaban listas, pero necesitaban esperar a que el Santo madurara como luchador e ícono, por ello fueron estrenadas hasta 1961, siendo el director José de Jesús Rodríguez Ruelas, quien sería el encargado de llevar a cabo esta proeza.
La preocupación de los productores era que se abría un nuevo género, las películas de esos años estaban ligadas a los charros cantores y comedias campiranas, introducir el cine de luchadores tenía sus expectativas medidas.
¡Era toda una apuesta!
Con más de 52 películas del género, el Santo se convirtió en el personaje ícono de los sectores populares, siendo inclusive un ejemplo de cine para muchos países de aquellos años.
El gobierno federal brincaba de entusiasmo al tener un héroe mexicano, un distractor ideal para las masas que se aburrían ya de tanta manifestación obrera y de la política, el santo representaba, la jugada perfecta para continuar con el restablecimiento de la gran crisis mundial, emocional y sociológica, que representó el fin de la segunda guerra mundial.
Zombies, momias, diablos, vampiros, monstruos, marcianos e infinidad de enemigos que representaban todo fuera de la realidad, entusiasmaba a las masas, los cines se atiborraban de espectadores.
Ver a alguien de la pantalla grande en vivo, luchando frente a una multitud contra los rudos de aquellos años — El Bulldog, el Cavernario…etc.— y poder tenerlo cerca generaba una idea de ídolo, de máxima figura, era como si se saliera de la pantalla del cine y cobrara vida.
¡Ni siquiera los toreros gozaban de tal beneficio!
El gobierno de Miguel Alemán comprendió el manejo de las masas y lo que el cine, la radio — porque las luchas era tal el éxito que se transmitían en vivo por la radio hacia todo el país— las historietas y todos los afiches que tuvieran que ver con el Santo, causaron entonces varias técnicas de publicidad que se utilizarían, tiempo después, en nuevos productos y marcas.
Para estudiar como era aquel nuevo fenómeno llamado Televisión — que en norteamérica estaba causando furor en las familias— el presidente Alemán designó al director de Bellas Artes Carlos Chávez — el mandatario consideró a la TV una nueva manifestación del arte— el encargado de ir al país del norte y revisar los impactos y la transformación del cine en este nuevo formato.
A su vez el ingeniero González Camarena instalaba en diferentes tiendas departamentales de la ciudad de México, un circuito que permitía ver diferentes programas televisivos.
Este circuito también existió en los cines de la cadena Oro, propiedad de Don Emilio Azcárraga Vidaurreta, colocado también por el ingeniero.
En el Diario Oficial de la Federación del 11 de febrero de 1950 se publica el “Decreto que fija las normas a que se sujetarán en su instalación y funcionamiento las estaciones radiodifusoras de Televisión”.
Se incluyen en el decreto todas las especificaciones técnicas que González Camarena.
A partir de este nuevo proceso de comunicación de masas, se creyó que el Santo daría popularidad a la televisión, pero los intentos por transmitir las luchas eran complicados y al paso del tiempo, el gobierno comprendió que los aparatos receptores eran demasiado caros para que todas las personas — como la radio— tuvieran uno en sus hogares.
¡Habría que buscar nuevos distractores para las masas!
El Santo ya no les era útil al sistema de distractores de las masas, sin embargo, en el cine, la radio, las historietas y los afiches, continuaba siendo un gran negocio.
En la llegada de los siguientes presidentes de México, poco se utilizó ya la imagen del enmascarado de plata para lograr una atención de las masas, se le dejó que creciera en popularidad, y se continuó trabajando, siendo un éxito de taquilla sin precedentes.
… estamos en la gran despedida del santo… en un 12 septiembre de 1982, contra el perro aguayo, el misionero de la muerte, entre otros…
… vemos al Gory Guerrero que le propina semejante bancazo de madera al Santo… y se arma la carambola en el ring…
El toreo de cuatro caminos entonaba por última vez a coro, ante miles de espectadores, el grito que acompañó la esperanza y el júbilo de un país lleno de pobreza y a su vez, de alguien que lo viniera a salvar…
¡Santo! Santo… santo.
Al volver en sí vio borrosa la silueta de un cuerpo refinado y voluptuoso, unos ojos verdes —bellos como una pantera— y distinguió a su enemiga de toda la vida:
¡Sangre Brasil!…