Capítulo VI
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Ya van varias semanas que María Lorenda ha tenido a bien tratar de preguntar a las personas nuevas que llegan en carruaje a la ciudad de violáceos atardeceres el motivo y razón de su visita, en veces le contestan que por tratar de recuperar aquella casa que su madre o su abuelo abandonaron después del sitio, otros que simplemente están buscando oportunidades para lograr alguna labor o hacerse de un puesto en la fábrica de telares ¡Pero la mayoría de los fuereños vienen a construir el tren! Sí, un alocado sistema -en dónde tratan de mostrar con algunas láminas dibujadas aquella gran carreta de metal que parece imposible de mover- pero que a bien ha traído personas a esta ciudad.
Siendo una ciudad de caminos cruzados, desde donde se puede ir de la Ciudad de México a las minas del Real del Potosí por el camino real, la ciudad parece recupera su esplendor previo al sitio, los colegios para señoritas de las hermanas Macormick han reabierto sus puertas y los niños de la escuela de artes y oficios comienzan a llegar de a cuentagotas ¡Tratando de recuperar lo perdido! Los obrajes de dulces, frutas cubiertas, nieve, cajeta, almíbares y mermeladas son reaperturados; la fábrica de tabaco ha recuperado a sus trabajadores – que la mayoría había huido a Celaya por protegerse de la invasión del ejército del Norte – y se renueva no solo el cuidado y la siembra del tabaco tipo Virginia, sino de la maduración, pelaje, corte y armado de los cigarros de tripa correcta y los de papel arroz ¡La tabacalera mantiene una estirpe de producción de más de cincuenta años!
A la par por los campos de las tierras denominadas del alto de nuestro Señor de San Juan – verdes valles de siembra de frutas como la ciruela, durazno y el membrillo – permiten que los campesinos comienzan también a levantar su maíz ¡Que dará vida a las marchantas de las polvorientas calles de la ciudad que se entrona en el cuerpo del convento franciscano! Lugar en donde ya se observan las carretas de leche de vaca, que, de obrajes traídas de la región de los cadereitas, ofrecen requesón y un queso blanco de olor y alcurnia ¡Un queso viejo al que maduran en tablas prensadas le da sabor a un rancio! Es la pieza de mayor precio.
¡Hace mucho que la ciudad no prueba la carne de cerdo! Los obrajes se hacen de sus ahumados para satisfacer los pedidos ¡Una pierna podía costar un cuarto de real de plata! Los comerciantes adoptaron un sistema de pago que recién la Casa de Moneda había instituido:
Si las moneas son de oro – como las robadas a la familia Duque de las Casas -la de mayor valor recibía el nombre de Ocho escudos de oro, luego monedas de cuatro escudos, dos escudos, un escudo y medio escudo – un escudo equivale a dieciséis escudos de plata – en cambio si las monedas son de plata reciben otra denominación, la de mayor circulación es de ocho reales, cuatro reales de plata, dos reales, un real, medio real y un cuarto de real. Un costal de grano de maíz cuesta medio real, un queso añejado costaba un real y un esclavo tiene el costo de dos escudos de oro -que aún persiste la costumbre de comercializarlos en los mercados ubicados a la espalda del acueducto, que sin nota de la autoridad hacen de las suyas los mercaderes –
La fortuna robada a los Duque de las Casas estima sea de cuarenta mil monedas de oro con un valor comercial de ocho reales cada una, por el peso y el doble ¡Con eso se podía armar un ejército invasor de cinco mil hombres y mantenerlo por unos seis años! En ello ya la atención de María Lorenda de hacerse lo más pronto posible de una pista del paradero de tal tesoro ¡Ahora ya como marquesa de Salamanca! Goza de las costas de su esposo, a quien en sublime ocasión y deseo, le ha dado a bien sostener la fortuna de ambos ¡Con el propósito de encontrarlo juntos!
¡En ello va la vida de la promesa del joven marqués de Salamanca!
En el tenor de las personas que llegan a esta ciudad por el motivo de construcción de un tren y sus vías férreas -conceptos que nadie de la ciudad entiende ¡Solo los ingenieros! – se ha dado la familia de los marqueses de Salamanca – Duque de las Casas – dan cobijo y atención a cada trabajador de la línea norteamericana Union Pacific Railroad, quienes cuentan historias fascinantes de la construcción de este sistema para los norteamericanos ¡Que son atendidos con comida caliente, leche, lentejas y habas! Que les permiten soportar tan exigentes faenas. Múltiples trabajadores son de origen texano, que por motivo de la ruina en la que quedó el vecino país americano ¡Han aceptado hacerse del trabajo en México! Con una multiplicación de su paga en los comercios y pulquerías de la ciudad ¡Bienvenidos amigos americanos! Dice un letrero en el comercio de los Zaldumbide, una jarciería que trae todo lo necesario para el trabajo, desde ropa de faena, guantes, sombreros, riatas, cubos de madera, sogas traídas desde Yucatán – con la misma calidad de fama – ¡Todo lo necesario para la construcción del llamado tren! Para María Lorenda Duque de las Casas Marquesa de Salamanca aquello era un oportunismo ostentoso.
¡La ciudad se volcó en servir y hacer servir al visitante trabajador! Desde los cuartos del Hotel Internacional -atendido por la familia Espinosa, en donde todas las chicas casaderas de la ciudad luchaban por atender – pasando por el restaurante El Pavo Real -de la familia de Don Felipe Olguín – una dulcería y nevería de frutos cubiertos que tenía servicio de guardería – a los ingenieros de la obra les encantaba visitar Las Delicias de Colón – una cantina atendida por la familia Reséndiz – de la cual se afamaba por tener la mejor pianola de la ciudad -por cierto tocada magistralmente por un esclavo de la familia de los Huerta del Valle, dueños de la Hacienda de San Miguel Chichimequillas, vasta productora de zacate – inclusive los conventos y órdenes religiosas que lograron hacerse y recuperar los templos de culto ¡Aumentaron el horario de las misas! Naciendo la misa de doce del día ¡Que antes de la llegada de los trabajadores del tren solo había el rezo del ángelus!
La Ciudad se reactivó en menester de la euforia que hacía la llegada del tren a la ciudad.
Uno de los ingenieros que de más fama obtuvo en la ciudad a su llegada fue Mister Jacob Shulz, no era en mucho el más simpático, amable o buena persona ¡Era un esclavista que había vendido su granja en Misisipi en cientos de miles de dólares! Lo obtenido lo utilizó para invertir en la construcción de los trenes y vías férreas, la fama le viene a este ingeniero por ser el mejor jugador de póker y un bebedor empedernido de la llamada “agua de fuego” que por extrañas latitudes los norteamericanos le dicen wiski. Enseñó el mortal y vicioso juego a esta ciudad de finas tradiciones y estampas veraniegas de colores ocres y verdores olivos, haciendo que la venta de los mazos del juego valiese ¡Dos reales de plata! Un lujo que pocos en la ciudad podrán darse, así que los educados caballeros de la queretanidad pagaban buenas cantidades de monedas a aquellos niños que encontraran en la basura de las cantinas que frecuenta Mister Jacob Shulz ¡Cartas de póker! Que de una en una podrían hacerse del juego completo.
¡Ha de decirse que quien vendía estos mazos de póker era el mismo ingeniero norteamericano! Así que ni tardos ni perezosos el salón de la hermandad del borriquito, con sede en el salón del Casino Español – además de su juego estrella que era la ruleta y lotería – comenzaron a dar a conocer por medio de panfletos: ¡Póker en el Casino Español! Todos los jueves de seis de la tarde hasta las diez ¡Venta de cebada fría! Además de cocteles de brandi y en la compra de una botella de wiski le regalamos dos copas.
¡La ciudad comenzó a parecer otra!
Con ello el fervor de la novedad, la visita de Mister Shulz dirigiendo las obras del tren, trabajadores que gastan sus salarios en los comercios de la ciudad, la llegada de carretas con materiales que dan trabajo a los lugareños, algunos repoblamientos de conventos de religiosos y casas abandonadas por el sitio ¡Querétaro vuelve a sentir un aire de esplendor! A lo que el gobernador de la recién restaurada república José Francisco Bustamante piensa a bien en realizar una feria ¡Idea con un dejo de incisión de Mister Shulz por supuesto! Que permitía dar a conocer las riquezas de la ciudad de violáceos atardeceres y llevar una comitiva a la Ciudad de México, con todo lo típico de esta región.
Así sin más espavientos se convoca a la Primera Muestra Comercial de Querétaro, en donde un jurado era el encargado de seleccionar – previa disposición y lugar – aquellas representatividades que mayormente hacen del gusto de los visitantes, incluyendo la comida, el vino, los panes, dulces, comercios de telares e hiladoras, la compañía de tabaco, la cerillera…etc.
Cuando se realizaron las primeras sedes del comité de la feria, muestra y exposición María Lorenda Marquesa de Salamanca puso su amplia casona para tal ocasión, a lo que el gobernador José Francisco Bustamante accedió con su vicegobernador y su encargado de economía -cabe señalar que la invitación fue con sus respectivas esposas – y Mister Shulz por supuesto que iría solo.
Así se preparó una elegante cena para la ocasión y fueron degustados propios platillos que competirían para la muestra, al final de esta se reunieron en el salón de fumadores para discutir algunos asuntos, el norteamericano se sentía extrañado que las mujeres en esta ciudad tengan el mando de las familias – más no del dinero- y que los esposos fueran tan obedientes y cercanos, dirigiéndose al Marqués de Salamanca le preguntó:
-Observo que las mujeres están al mismo nivel que los hombres en estos lugares ¿es así por todo el país?
-Nos gusta la tradición y las costumbres que unen a las familias Mister Shulz, somos cercanos a la paz y tranquilidad que por mucho tiempo nos fue arrebatada por los invasores – haciendo referencia al convulsionado tiempo que les tocó vivir -.
-En Norteamérica, un país libre y lleno de oportunidades financieras, dejamos que las mujeres se dediquen a las labores ¡Únicas de su condición! Los asuntos de los hombres no son de la incumbencia de las bellas damas -alzó su copa para brindar con una crema de membrillo.
¡María Lorenda echaba truenos de coraje!
El señor gobernador habló:
-Señores los asuntos propios de lo que nos ocupa ¡Por favor! El tiempo se viene encima y debemos tomar decisión ¡Pues propongo a Mister Shulz el encargado de llevar a cabo todo lo referente a la planeación! ¿Qué os parece?
-¡Digno! – dijeron al unísono.
El norteamericano preguntó:
-¿Quién se encargará de los escudos y reales?
-Mi señora Marquesa de Salamanca ¡Por supuesto! -insistió.
¡Hizo una mueca a disgusto! Al terminar la noche caminó hacia la familia para agradecer a la anfitriona, sacó de entre una de las bolsas de su traje un elegante reloj para observar la hora y del otro bolsillo sacó un pequeño presente ¡Un envoltorio en fino terciopelo amarrado por una cadena de oro!
-¡Para usted finísima persona Marquesa de Salamanca!
María Lorenda agradeció y una vez se fueron todos logró abrir el detalle delante de su esposo ¡Un fino camafeo con su esfinge tallado a la perfección en delicado marfil!
¡Ambos se sorprendieron!
Continuará…