Capitulo V
Recuperar lo robado.
Doña Andrea ya tenía por lo menos a unos cuarenta jinetes, armados y listos para entrar en acción, era ya aprendido de su propio padre acerca de conjtar con hombres leales, no aquellos conseguidos con el sudor de la concordia ¡Hombres extraídos de los calabozos! Paria que nadie más desea contratarlos que al salvarlos de las prisiones por medio de escrupulosos sobornos y en ocasiones extracciones letales de las propias cárceles ¡Se obtiene la protección valiosa! ¿Acaso alguien que ya cuenta como perdida su existencia al ser rescatado por una familia no daría la vida misma por ellos? Eso lo aprendieron al trato de los años.
¡Ayuda al que ya no tiene mañana y lo convertirás en un custodio de tu vida!
Además de contar con tan fiel acompañamiento, Doña Andrea les tenía con cuidado riguroso ¡Su comida de las mismas cocinas de la familia! Ejercitados, además de eneseñarles los negocios y como se cuidan ¡Son valiosos celadores de las niñas! Y no son unos cuantos ¡Decenas de ellos le dan fortaleza a estos negocios de prestamistas! Hombres fuertes y leales, un pequeño batallón de diestros en armas, lucha cuerpo a cuerpo, tiro con rifle y revólveres, además de ser excelentes vigías entrenados, cuidar a de las hijas, eran para el uso de cuidar el oro y la entrega y resguardo o defensa.
¡Jamás han tocado una sola moneda de oro que nos les corresponda! Celosos cuidadores y ambiciosos de la gratitud de la familia ¡Son una extensión de los Duque de las Casas! Hijos pródigos, putativos y fieles.
Todos ellos montados en corceles de platinado azabache, esperando ante la densidad de la noche sin luna ¡Espantos y sombras traicionan a los ojos no aguzados! Están entrenados para descubrir el mínimo detalle ¡Felinos de habilidades ensayadas al servicio del asalto! Y esta vez toda su valentía será puesta a prueba ¡Ante el temeroso y victorioso escuadrón de fusileros escoltas del Ejército del Norte! Hombres leales a la patria con educación en el campo de la milicia, resguardaron el sitio sin error alguno por meses ¡Aunque cientos de sus compañeros murieron por las armas imperialistas! Estos hombres fueron distraidos de sus fervores patrios para convertirlos en vulgares ladrones del oro de los Duque de las Casas ¡Violentaron el recito de la gran casona palacio de Don Fernando! Accedieron por los pasadizos del gran peñón del cerro del Pathé, al seguir los mapas se hicieron de miles de monedas de oro que fueron retirados con el cuidado perfecto de dar por terminado el sitio al rendimiento del príncipe europeo.
Existe un ligero impedimento, el metal dorado robado coincide con los hombres que María Lorenda había encontrado por allá del rumbo de la ciudad de San Miguel Arcángel, que ante fugaz treta les habían hecho creer que el ejército del norte llevaba el oro al Potosí en el Real de Minas ¡La verdad es que el total del oro aún permanece dentro de la ciudad de frescos verdores y violáceos atardeceres!
¡Van por recuperarlo!
El príncipe europeo Maximiliano ya esta en manos del general Mariano Escobedo, encarcelado en el propio fortín de los franciscanos; misivas vienen y van al tono de lograr perdonarle la vida – pertenece a la casa de mayor jerarquía en la ansiada y admirada europa, es uno de los maestros de las sociedades secretas de mayor relevancia con altos grados aún por encima de presidentes de diferentes naciones, una mala jugada de la historia puede desencadenar un feroz enojo de poderosos y adinerados personajes que darían con terminar con esto con otra convulsa invación – el propio presidente de México Benito Juárez aún no decide la fecha del destino del joven y orgulloso europeo.
Saben los Duque de las Casas que el presidente está en el Potosí del Real de Minas, ¡Pero el oro que les robaron jamás había salido del sitio! Así que ya fuentes cercanas les dieron datos concisos, santo y seña del lugar en donde está resguardado, también obtuvieron información de cómo lo están preparando para lograr sacarlo de la ciudad.
¡La situación para la familia no es sencilla! El préstamo al príncipe europeo queda sin remitente al ser aprendido por el ejército del norte; a su vez lo prestado a la república del presidente Juárez queda en falso destino, porque se le entregó lo solicitado ¡Pero tomó de más en el asalto! A la familia no les queda claro si fue a título personal el robo por parte del general Escobedo o se maquiló desde la presidencia.
¡Cómo haya sido la recuperación será sangrienta y con un costo de tono final trágico!
Juntó a los cuarenta leales jinetes cerca del patio principal de las caballerizas esperan la señal de atacar, Doña Andrea sabía que era la estocada en donde podría inclusive perder la vida ¡Qué mejor ejemplo a sus hijas de demostrar de lo que estaba hecha! Defender las causas por encima de cualquier interés ¡Alzó la voz y les dio información!
-¡Escuchadme! Sabemos que el oro que nos fue robado aún se encuentra dentro de la ciudad, escondido dentro de las masmorras de los agustinos, cercanos a la salida hacia la toma de agua, un intrincado laberinto de pequeños pasadizos por donde se alimenta la fuente al pie de las escaleras ¡La custodian mercenarios norteamericanos! Y un escuadrón de fusileros del ejército del Norte ¡Son hábiles en lo que hacen! Las carrozas aún no son desarmadas, seguramente esperan que haya finalizado el juicio del emperador para lograr hacerse de su oro, y también del oro que le entregó mi esposo al propio emperador ¡Son insaciables!
Con arrecio continuó:
-Le custodian más de doscientos elementos, entre fusileros, caza cabezas y expertos en combate cuerpo a cuerpo, en los techos del convento hay expertos fusileros ¡Con aguzados ojos! Que prenden a cualquiera que estén en su mirada ¡No son menos que nosotros en valor y destreza! No os confundáis ¡Tienen la orden de hacer de sus vidas el costo de lo encomendado! Darán su vida por cumplir la orden ¡Son soldados expertos! No se confíen ¿Alguien tiene una duda?
¡Todos al unísono respondieron que no!
-¡Acercaos para que les explique!
Mostró a continuación los planos del cuerpo arquitectónico del conjunto de los agustinos -aquel de hermosas pilastras esculpidas en la rosa de la cantera, de frondosos patios y de interminables sistemas de aagua que le dan espejos hermosos en sus patios y alrededores – un templo amurallado, estilo barroco y de frente, una casona enorme de patios moriscos y arcadas musulmanas. Les mostró los lugares en donde deberían de estar, por donde entrar, por donde salir, lograr tener una idea clara de las proporciones y si realmente cabrían las montas, la rapidez de sacar las carretas cargadas con el metal precioso es quizá el problema a más que se deberá resolver.
Esta parte de la ciudad fue derruida casi en su totalidad pero tiene una salida envidiable: tres ojos de agua cercanos a la zona de los carrizales dan trampas fangosas a quienes no le conocen ¡Arenas movedizas! En donde durante la guerra del sitio se observaron como las propias montas no eran suficientes ¡Perecían jinetes y bridones a la vez! Una trampoa mortal.
El asalto debía de ser cauto, si tronaban cañones o el ruido sobrepasaba los límites del sonido normal, es posible activar un ataque de batallones acuartelados en la ciudad por parte de los republicanos ¡Haciendo sonar las alertas y comenzar un enfretamiento que los hombres de Doña Andrea no podrian sostener! A más de exponer el preciado metal a la chusma militar. Así, con paso a paso, se estudió la estrategia aquella tarde noche, detalles, quienes ingresarán y lo más importante ¡Dar con quienes secuestraron a Don Fernando y la propia Doña Andrea! Quienes aprovecharon ese movimiento para lograr hacerse del metal precioso.
¡Así aquella tarde el asalto a San Agustín está gestado!
Pasar a los cuarenta jinetes por toda la ciudad, llegar al convento les llevaría no solo hacerlo de la manera más difícil, sino el de comprar a los soldados republicanos que ya tenían apalabrados, retenes por toda la ciudad se observan en lo largo de las horas ¡Siendo de mayor fuerza por las noches!
-¡El oro lo puede todo! No conozco quien diga “un no” ante el reluciente metal- confiada Doña Andrea estructuraba la estrategia.
Continuaron los preparativos, municiones, viandas, agua y todo lo necesario para asaltar el conjunto religioso, de no ser así en ello la vida se les iría a todos.
¡Los hombres de Doña Andrea se dan por bien pagados al ser extraídos de las masmorras y cárceles! Haberles dado la oportunidad de servirle, en ello el orgullo de pertenecer a esta ocasión les da el momento exacto para ser agradecidos con la familia.
¡Doña Andrea montó su cabalgadura! Dando vueltas en su mismo eje, domando al fiero animal, controlando a su bestia ¡Quien bufaba salvajemente al sentir castigo! A la orden de Doña Andrea los cuarenta jinetes salieron despavoridos hacia su rumbo ¡Siguiéndola!
¡Las hijas de Doña Andrea y Don Fernando observaron todo! Saben que si algo sale mal, era probable que a Doña Andrea la vieran por última vez ¡No se despidieron de ella como una Madre sino como un ejemplo del cuidado a las cosas de la familia! Sabiendo que su padre por otro flanco hace los mismo ¡Rescatar lo robado!
Por una ocurrente idea todos los caballos llevan en sus patas amarrados con telas y vendas los cascos ¡Evitando así hacer ruido! solo la respiración de los animales los podrían delatar, así que les cubrieron el hocico con paliacates ¡La cuarentena de jinetes con Doña Andrea salieron a recuperar su oro, su tesoro que hábilmente se estaban tratando de llevar los deudores ¡Sin pago alguno!
¡Fantasmas azabache recorren la ciudad en la total de la oscuridad y en silencio! Cómo una pequeña brisna.
El asalto al conjunto de los agustinos por parte de Doña Andrea y sus hombres fue brutalmente de improvisto ¡Salvaje y de proporciones exageradas para lo parsimonioso y tranquilo del lugar! No hubo resitencia alguna de parte de los peligros que se estudiaron les resistirían ¡Nadie les contuvo! Los que ingresaron por la parte del costado del convento en donde esta la casa grande, ¡No tuvieron resistenica! Soldados ancianos, cojos, mancos, son quienes custodian las monedas de oro ¡Fueron presa fácil! Por quienes asestaron el golpe por el lado de frente al templo, tuvieron la misma suerte ¡No hay enfrentamientos! Soldados viejos también cayeron como moscas ante los disparos de mosquetones y rifles, marcaron diferencia, al principio se dieron a la tarea de pensar que eran soldados inexpertos, pero al acercarles la luz de las antorchas -una vez tomado el control del lugar – descubren que son ancianos o mutilados!
¡Todos murieron! Se dieron cuenta de lo fácil, cuando revisaron los cuerpos.
Doña Andrea ataviada con sus ropas de asalto, ceñido pantalón que les hacía ver las delicias e inalcanzables líneas de su cuerpo a sus hombres, antifaz de color negro y su pulsera con los sellos de la familia Duque de las Casas, una espada y sus grandes botas brillosas, se ponía sus manos en la cabeza ¡Tratando de comprender lo que estaba pasando! Una vez quedaron de frente a las carrozas -pensando que aún estaban cargadas del metal -.
-¡Revisen todas y cada una de ellas! – nerviosa pero cauta insistía Doña Andrea.
De inmediato los que sabían cómo abrir las cajas lograron el cometido, revisaron con cautela abriendo de una en una ¡Todo estaba en orden! Las monedas dentro, no se veía que hubieran removido la miel para lavar las monedas – la miel la utilizaban para que las carretas no tintinearan mientras eran transportadas las monedas – ¡Amarraron a dos caballos por cada carroza! Los cuarenta jinetes sabían que lugar ocupar ¡Lo habían hecho por años! Acudiendo a las órdenes de Doña Andrea todos se enfilaron al gran portón del hermoso patio de rosadas canteras mientras otros de sus hombres abren los portones.
¡A la voz de mando todo comenzaron a caminar jalando las carrozas por los caballos!
¡Doña Andrea sintió un silbido en su cabeza! Un penetrante olor a pólvora le entraba por la nariz y boca, trataba de levantarse pero no podía ¡Una lluvia de monedas de oro caía por todos lados! Al observar con las antorchas en el suelo veía brazos y piernas de sus hombres ¡Cuerpos cercenados por todos lados! Fantasmas de la noche se confundían entre los caballos hechos pedazos por la explosión ¡Por primera vez sintió que las monedas de oro que caen del cielo lastiman con rabia! Cómo disparos mismos.
Continuará…