Capitulo IV
El Comienzo
Viena 6 de julio e 1832.
Después de la remodelación del suntuoso palacio de Schönbrunn en Viena por el sitio del año de 1683 – que destrozó por completo la antigua villa de caza de Maximiliano II entonces Rey de Bohemia – Leopoldo I hace valer su fuerza y construye un palacio de colosales magnitudes, en el cual es momento de que Sofia de Baviera tenga ya los dolores de parto que, a la usanza de aquellos años, la nodriza y mujeres expertas en partos hagan de su presencia. El palacio es custodiado ferozmente por el ejército de su majestad Francisco Carlos José de Habsburgo-Lorena, archiduque de Austria y príncipe real de Hungría y de Bohemia, mismo que en gallardo uniforme da esperanza de aliento al estar tragando el humo de tan exhuberantes nervios – el parto se avisora difícil por lo extendido del abdomen y de que la princesa de Baviera no fuera de sencillos pasos, cuando nació Francisco José, que en poco sería emperador de Austria eliminando cualquier posibilidad de que quien naciera tenga acceso al trono en caso de ser varón- tardó tres días en dar a luz.
La proximidad de la mañana avisoraba la pertinaz lluvia que ha formado una espesa neblina en los verdes campos que rodean el palacio, el sol es solo presente por la luz, pero lo cerrado de los nubarrones dan presagio al emperador Francisco Carlos de Habsburgo de volver a sus memorias de quien nace en estas características ¡En nada le irá bien en destino! Por ello ruega a Dios que por lo menos durante la labor de parto salga el refulgente sol.
-¡Dadme solo una señal Dios de mis señores! Que mi hijo nazca sano y con el orden de los astros en radiante vida, que sea un compañero de su hermano por el resto de sus días y que se colme de bendiciones la tierra que lo llevara en hombros, deseo firmemente mi señor que escucheís mis ruegos y alabanzas ¡Escuchádme! – en sus oraciones absorto se encontraba, cuando una partera le avisó. Haciendo la genuflexión y con el rostro en el piso le advirtió:
-¡Su majestad excelentísima! Nuestra señora desea hablar con usted.
-¿Pasa algo grave mujer? – impresionado le pregunta a la ya de por sí cansada comadrona.
-Pase usted mismo mi excelencia y averiguar.
De inmediato hizo su presencia en el cuarto de partos ¡Todas las ayudantes de la comadrona hicieron la genuflexión! Continuaron con su labor, miraba a cada una de ellas tomando una sábana que previamente se había amarrado a los brazos y las piernas de la emperatriz, ella en posición de parto trataba de hacer fuerza, pero su delicado cuerpo no se lo permitía, una ayudanta más presionaba el vientre para hacer acomodar al niño, por alguna razón ¡No bajaba la cabeza para lograr la labor natural! El emperador estaba conmosionado por la labor.
De inmediato se colocó cerca del rostro de su amada quien al verlo le suplicó clemencia.
-¡Por piedad mi señor emperador! Lograd que los ángeles y serafines vengan a mi auxilio para que esto termine de buena vez ¡Haced que la voluntad de mi Dios sea escuchada y pase yo a buen termino este atroz momento! He manchado nuestros aposentos de suciedad por el esfuerzo ¡Haced que pare! – con una fuerza descomunal de todas quienes ayudan dan un último estirón y logran que por fin el niño nazca. De inmediato la comadrona tapó a la emperatriz y le bañó de la cintura para abajo con paños y agua caliente, en lo que las comadronas hacen la labor de lograr que llore el niño. Una vez que le limpiaron y asearon al hermoso y rubio niño le pegaron a su pecho la boca para lograr la succión, en esta labor estaban cuando volvieron los dolores de parto.
-Su excelentísima le pedimos que por favor abandone el aposento ¡Parece que viene otro niño! Por favor su majestad ¡Dejadnos hacer esto!
El emperador Francisco Carlos de Habsburgo hizo lo propio y abandonó el cuarto ¡Envuelto en una lluvia de ideas y suposiciones! -¡Hijos dobles! Que premonición tan grave ¡Mal agüero! Por toda la historia de mi familia los nacimientos dobles han sido de calamidad, los que no han sido muertos en la primera infancia ¡Les ha robado! En calabozos se estila duerma uno ¡El menos inteligente que Dios le proporcionó! Siendo el menos afortunado el encargado de las villanías ¡Caín y Abel en mi casa! Solo al buen corazón del hijo criado en casa de linaje le tenga la piedad suficiente para mantenerlo con vida ¡Horrores pasan por mi mente! – El tiempo se hizo aún mayor ¡Ya no hay gritos ni esfuerzos! Todo ha quedado en silencio. Un leve crujido del portón hizo a bien salir quien le diera alguna novedad.
-¡Su excelentísima! Mi señor, la emperatriz ha dado a luz a dos hermosos, fuertes y rollizos niños ¡Que succionan como los que más! Han tenido ya su primera merienda de los pechos llenos de leche de su hermosa y amada esposa ¡Quien ya ha tenido una labor de dos mujeres! El cielo y mi Señor Dios le ha llenado la casa de dobles bendiciones su majestad! Entrad a vedlos.
El emperador con un sencillo modo y a tormenta de sus pensamientos logra hacerse de valor y tratar de conocer su realidad ¡Dos vastagos! Doble vida ¡Que infortunio! Pasó, todas quienes ahí hace rato estaban ¡Han desaparecido! El salón está en perfecto orden y limpieza ¡Como si nada le hubiera precedido! Caminó hacia la emperatriz y amorosamente besó su frente mientras observa a los dos niños ¡Uno de cada lado! Haciendo el calor, su esposa abrió los ojos del cansancio y le dio una bendición con su mano aún débil.
-¡Acercadse emperador! Observad a sus hijos ¡Hermosos rayos de sol son sus ojos y su rostro! Ilumina nuestras vidas ¡Hacedeme el honor su majestad de lograr levantar a ambos a la vez! No deseo ninguno se quede sin el cariño y atención de su padre ¡Que nunca les falte tu camino mi señor! -del esfuerzo sus ojos se cerraron, pero el emperador no apartaba su mirada de los niños.
Tomó a ambos y salió del cuarto, enfiló hacia las escaleras debajo y al abrir la servidumbre los amplios portones salió al balcón y mostró a los niños a todo el ejército que rodeaban el palacio ¡Una ovación enorme de miles de voces gritan vítores a los nuevos archiduques de Austria de la casa de los Habsburgo, Bohemia, Sacro Imperio Húngaro ¡El regocijo de todo el imperio fue mayor! Por todos los rincones se dieron odas y alabanzas a los nuevos herederos ¡Consta en el escudo de armas!
-¡Larga vida a los archiduques Ferdinand Maximilian Joseph María von Habsburg-Lothringen y Gerard Maximilian Joseph María von Habsburg-Lothringen!
Querétaro 1862, ruinas del Colegio Apostólico de Propaganda de la Fe.
La pequeña ciudad de violáceos atardeceres ha quedado en la total desesperanza y abandono, todos y cada uno de los conjuntos religiosos de la pequeña ciudad, conventos, cofradías, hermandades, congregaciones, haciendas y obrajes han sido saqueados por los visitantes al saberse ya abandonados por los hermanos de vida consagrada, debido a la aplicación de la nacionalización y desamortización de los bienes de la iglesia -imitando el modelo francés que hizo lo propio- que despojó y fueron expulsados de sus hogares sin excepción. La toma de los conjuntos religiosos fue atroz, entre ingresos forzados de soldados republicanos para hacer valer la ley y la toma de notarías y archivos para dejar nota de lo incautado, religiosos y hermanas de conventos fueron echados a la calle sin aviso alguno.
Algunas familias han dado cobijo a algunas religiosas -los que en condiciones están- los demás se han tenido que marchar. Cabe resaltar que la ciudad pequeña de verdes frescores rodeaba el total de sus actividades en estos centros religiosos, muchos de ellos dando la labor al campo, siembra y animales; otros más en la labor del cuidado y mantenimiento de los muros, pisos, ventanas, calear y apalear los frutales -que de conjunto marcan las estaciones, la época del durazno comienza el verano, de sandias la primavera, un tal por la granada en septiembre y en el invierno mandarinas y naranjas- que decir de los menesteres del comercio y el cambio de semillas, jarcierías, cuerdas, costales, ropa, chiles y piloncillos, así como de frutas cubiertas y dulces de leche y piñones ¡Todo giraba en el comercio de los contros religiosos! Debido a que la mano de obradores estaban llenos, tanto de las novicias y enclaustradas así como de jóvenes frailes y hermanos.
¡Todo se vino a desaparecer en tan solo dos años! La inmundicia y el descuido hicieron de los estragos en cada conjunto, ya no había cuidado, el saqueo de influyentes republicanos se hizo de la mano, así como de la venta de libros conventuales en cualquier convite de brindis. Paganos ritos de sacrilegio en el uso de copones y resguardos que tomaron de los abandonados sitios, se hicieron de todo a tal modo que profanaron valiosos utensilios ¡Una pena que se haya tomado contrario lo religioso! Pero quienes más estaban dañados de este ejercicio sucio y pertinaz eran las familias ¡Dentro de ellas estan los padres e hijos varones a favor de la república y sus actos! Por el otro, las mujeres devotas y fervientes que con sus pequeñas hijas continuaban dando cobijo a sus raíces, alabanzas, ejercicios de retiro y rezo del rosario y a la bien en ocasiones ¡Casi a escondidas! Lograr la sagrada eucaristía, ante el alivio de cientos de ellas.
Ocurre que en este abandono un grupo de frailes franciscanos lograron hacerse del Colegio de Propaganda de la Fe, cuyo suntuoso cuerpo arquitectónico está casi intacto ¡Cierto! Los soldados que entraron a los aposentos para hacerse de ellos lo hicieron de manera desganada y sin repaso alguno al orden ¡Buscaban todo el oro que les habían dicho tenían! Montañas enormes de metal precioso como a los corrillos del viejo Cervantes: La Tierra de Jauja, que fueron en realidad pequeñas y catastróficas medias verdades que se acumulaba una gran riqueza como los graneros repletos, corrales con animales, vacas, gallinas borregos y chivos, así como frutales que de a solo y con sabio cuidado, daban para toda la orden y más allende ¡Pero del metal no había rastro alguno! En tal fue la necedad del ejército que marcaban los conjuntos religiosos que ellos consideraban no aportaban nada al erario republicano -con oro- colocando un triángulo tallado en la cantera, por ello el descuido de lo incautado al paso del tiempo ¡No importarles en lo absoluto! En franco descuido dejaron los conventos y templos en total abandono.
Los cuatro frailes que llegaron hacían de un poco de luz -evitaron a toda momento no llamar la atención, es verdad que está abandonado lo incautado, pero los alguaciles siguen haciendo rondín- continuando su camino a lo que se marcaba como la bóveda principal, un suntuoso comedor en extensiones pero con todos los muebles dignos de su quehacer franciscano ¡Simples y sencillos mesones y bancas amplias! Uno de los frailes insistía en hacerse de luz, pero los demás no le hacían la segunda, insistió tanto que no lograban observar las señas del plano que les llegó y que les aseguraba lograrían encontrar útiles archivos de sus órdenes que no habían sido saqueadas o incendiadas y que no se habían podido llevar por la premura a la que fueron obligados, así que recuperar algo de lo perdido se convirtió en la razón del viaje. Una vez lograron hacerse de la puerta que los llevaría a lo que indicaba el mapa, se colocaron en la señal que indicaba el papel ¡De un sobre salto de a uno en uno bajaron a un segundo nivel! En donde se respira humedad de algún canal inferior, que a decir de la verdad ¡Ninguno recordaba!
-¿Recordabas esto hermano? – dirigiéndose a quien les encabezaba el camino por el pequeño pasadizo quien ya a este momento había prendido una antorcha pequeña e improvisada.
-¡Por Dios que recorrí el conjunto por años! Y no recuerdo esta parte, tal vez la noche no me ayude ¡Por vida de Dios que no le recuerdo!
Unos cuantos pasos más adelante alcanzaron a escuchar un crujir de otra puerta ¡Cómo si alguien más les estaba a punto de encontrar! En esa disertación estaban cuando entraron a un alto y ancho salón con antorchas clavadas en cada dos por pared, una mesa de elegantes magnitudes y seis sillas por lado, un escudo enorme de una familia frontea la silla principal con elegantes tallas y estofados relieves, óleos de hombres de mar y otra entrada con un portón de finos relieves, de la cual una persona salió a recibirles.
¡Don Fernando Duque de las Casas!
-¿Sus mercedes podrían al menos dejar de tener esos ojos de asombro? No soy un espectro, soy simplemente un amigo que desea lograr acompañarles en este tramo complicado al que ustedes mis señores se enfrentan. Me he atrevido a indicarles un camino que poco conocen, pero que sé que, una vez nos hagamos de su confianza ¡Podremos coincidir!
-¡Estamos más que impresionados señor! El viaje ha sido largo y hemos hecho todo lo que usted amablemente nos ha indicado en sus cartas, medio por el cual nos intriga saber de nuestros archivos de ancestrales importancias.
El señor de finas ropas y educados modales les puso sobre la mesa el registro exacto de todas sus notas y quehaceres de teneduría de libros sin falta de año alguno, ayudado por sus sirvientes quienes colocaron caja por caja.
-Esto a cambio señores de que simplemente me hagan el favor de firmar un papel ¡Nada de vital importancia! Solo un intercambio, yo les entrego este archivo conventual completo sin faltarles hoja alguna y ustedes me hacen el favor de pagarme en pocas oportunidades por digamos ¿Unos treinta años? ¡En monedas de oro!
¡Los frailes se miraban unos a otros!
Continuará…