En la parte de conclusiones del Sexto Informe se asevera que “En América Latina y el Caribe se ha logrado ampliar la cobertura de datos para seguir la evolución de un número cada vez mayor de indicadores y metas. La CEPAL estima que solo el 25% de las metas sobre las que se cuenta con información muestra un comportamiento que permite prever su cumplimiento en 2030 o, en algunos casos, dar cuenta de que ya se han cumplido. En contraste, se estima que el 48% de las metas muestra una tendencia correcta, pero insuficiente para su cumplimiento, y el restante 27% exhibe una tendencia de retroceso”
Y tal como se deduce de este informe, “se estima que un 75% de las metas está en riesgo de no cumplirse, a menos que se implementen acciones innovadoras y transformadoras para reorientar su trayectoria hacia 2030. Por tanto, se piensa que “El aparato de políticas públicas debe someterse a una reconfiguración estructural en la que participen los actores centrales del desarrollo”
El documento propone el concepto de “resiliencia de futuros”, el cual consiste en el desarrollo de capacidades para anticipar y hacer frente a riesgos y crisis, aprender de ellos y repensar y renovar las organizaciones. Pero también la resiliencia de futuros comprende el papel esencial en las nuevas formas de ejercer la responsabilidad pública de conducir procesos de desarrollo sostenible, cuya próxima estación —el año 2030— se acerca rápidamente.
Para ello, se propone una transición de políticas que conlleva cambios significativos en la práctica del quehacer público, lo cual se traduce en una transformación, en la que la dimensión temporal y la estrategia pasan a ser los pilares de la política pública.
Dicha transición conduce de la atención a lo inmediato al análisis prospectivo, del crecimiento económico al desarrollo sostenible, de la gestión de la crisis a la planificación del desarrollo, de la mirada focalizada a la visión estratégica, de atender la coyuntura a gestionar el cambio estructural. Sin olvidar la crisis y las necesidades inmediatas. Se trata entonces de tener y desarrollar las capacidades de gestión de los dilemas intertemporales que pueden surgir para armonizar los propósitos de la política pública en el espacio y en el tiempo de acuerdo con las circunstancias, la coyuntura y la visión de futuro.
El Informe consigna lo siguiente en cuanto avances de los ODS: “Los avances en el cumplimiento de las metas de los distintos Objetivos, así como la información estadística disponible para su seguimiento, son muy heterogéneos. Por ejemplo, para varios Objetivos, como el ODS 1 (fin de la pobreza), el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), el ODS 13 (acción por el clima) y el ODS 16 (paz, justicia e instituciones sólidas), los pronósticos basados en los datos disponibles sugieren que no se alcanzarán los umbrales deseados en 2030. Para otro conjunto de Objetivos, como el ODS 5 (igualdad de género), el ODS 6 (agua limpia y saneamiento) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades), las proyecciones basadas en los datos existentes indican que menos del 15% de sus indicadores tienen buenos pronósticos de lograr las expectativas fijadas para 2030. Además, el cumplimiento de algunos Objetivos también presenta retrocesos respecto del punto de partida de 2015. Este es el caso de los Objetivos ODS 6 (agua limpia y saneamiento), ODS 10 (reducción de las desigualdades), ODS 12 (producción y consumo sostenibles) y ODS 13 (acción por el clima), que presentan más del 40% de sus indicadores con tendencias en retroceso respecto del punto inicial.” Pero también hay buenas noticias en cuanto a “las metas referidas a los programas destinados a promover el consumo y la producción sostenibles, la reducción de los desechos, las prácticas corporativas sostenibles, la ayuda en materia de I+D para promover el desarrollo sostenible en los países en desarrollo, los subsidios a los combustibles fósiles, la conservación de las zonas costeras y marinas, la gestión sostenible de los bosques, la conservación de los ecosistemas montañosos, la utilización de los recursos genéticos, la prevención de las especies exóticas invasoras, la cooperación internacional en ciencia y tecnología, el fortalecimiento de las capacidades relacionadas con las TIC, el fortalecimiento de las capacidades relacionadas con los ODS y el promedio arancelario que enfrentan los países menos adelantados.”
Visto en porcentaje de avance, el Informe refiere que “América del Sur presenta la menor cantidad relativa de metas en que se observa un retroceso (31%); Centroamérica y el Caribe son las subregiones en que el porcentaje de metas en esa situación es mayor (40% en ambos casos). Si Centroamérica y México se consideran como un bloque, la cantidad de metas en que el pronóstico es bueno representa un 30% del total; en el caso de América del Sur, la proporción es del 29%, y en el del Caribe, del 23%
El referido Informe puntualiza cinco Objetivos a saber:
ODS 6, garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. La conclusión versa que la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento en América Latina y el Caribe lleva a la conclusión de que la región, como un todo, está desalineada de la trayectoria necesaria para lograr el ODS.
En 2020 aún 161 millones de personas no tenían acceso a agua potable gestionada sin riesgos y 431 millones de personas no contaban con saneamiento gestionado sin riesgos.
Se estima que un 25% de los ríos de América Latina se encuentran afectados por contaminación patógena severa y que se registran concentraciones mensuales de bacterias coliformes fecales superiores a 1.000 unidades en 100 ml (PNUMA, 2016), como efecto directo de la falta de tratamiento de las aguas servidas.
Se ha estimado que un impulso de inversión anual en infraestructura hídrica equivalente a un 1,3% del PIB regional durante diez años permitiría en las condiciones actuales (la innovación podría reducir ese monto) universalizar el acceso al agua potable y el saneamiento gestionados sin riesgos, cumpliendo así con el derecho humano a estos servicios, con múltiples beneficios socioeconómicos y ambientales (CEPAL, 2021b)
La CEPAL ha calculado que invertir en sistemas de tratamiento de aguas y recuperación de metano para la generación de energía y autoconsumo en 75 plantas de ciudades intermedias (de entre 300.000 y 2,3 millones de habitantes) distribuidas en cinco países de la región (Bolivia, Colombia, Costa Rica, México y Perú) tendría una relación costo-beneficio positiva, disminuiría los costos de operación de las plantas en aproximadamente un 40% y reduciría las emisiones de metano en un 86%.
La región difícilmente alcanzará el ODS 6 en 2030, a menos que se tomen acciones inmediatas, se realicen inversiones y se mejore la institucionalidad y la gobernanza
ODS 7, garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos. América Latina y el Caribe muestra avances sustanciales en lo referente al cumplimiento del ODS 7. El acceso a servicios energéticos de electricidad es relativamente alto y se incrementó de manera significativa la proporción de energías de fuentes renovables en la matriz energética, que, aun así, sigue estando altamente basada en combustibles fósiles y siendo vulnerable a choques externos. Por otra parte, aún persiste la pobreza energética multidimensional y se observa un rezago en materia de eficiencia energética en casi todos los sectores. Todos estos desafíos regionales presentan, al mismo tiempo, oportunidades de transformación frente a las cuales se debe actuar inmediatamente.
ODS 9, construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación. Si bien la industria manufacturera, seguirá teniendo un papel importante en las políticas de desarrollo productivo, es esencial diseñar estrategias que abarquen al conjunto de los sectores productivos. Las políticas industriales modernas deben poner el foco en las profundas transformaciones impulsadas por la transición ambiental y la revolución digital, lideradas por el sector de los servicios modernos de alta sofisticación, con miras a responder adecuadamente a los retos que estas transformaciones implican. Para enfocarse en dichas transformaciones, se requiere adoptar políticas productivas dirigidas a la transformación y la diversificación, sostenerlas en el tiempo y fortalecer las capacidades del Estado para diseñar e implementar políticas eficaces
ODS 11, lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
América Latina y el Caribe fue la primera región del mundo en desarrollo que enfrentó un intenso proceso de crecimiento urbano. Se estima que, en 2030, el 86,5% de la población de América del Sur vivirá en ciudades, lo que la convierte en la región del mundo en desarrollo más urbanizada del planeta26. En el Caribe y en Centroamérica y México, en tanto, el 76,2% y el 78,5% de la población, respectivamente, reside en urbes, lo que confirma que, en la región, los problemas —y las soluciones— tienen un tono mayoritariamente urbano.
Las manchas urbanas se expanden en muchas ocasiones más allá de las necesidades poblacionales, sin garantizar vivienda social espacialmente integrada y desaprovechando los beneficios de la valorización urbana para financiar inversiones en infraestructura.
La tendencia de los indicadores es correcta, pero los avances son demasiado lentos para que pueda alcanzarse la meta en 2030
La población que vive en asentamientos precarios es una situación consustancial al crecimiento urbano en la región, y ha disminuido en términos relativos. Sin embargo, este avance se ha estancado y el escenario futuro es preocupante.
El acceso a un servicio de movilidad pública, sostenible y de calidad constituye uno de los grandes retos de la región. Las pérdidas de tiempo y las consiguientes repercusiones negativas en la calidad de vida y la productividad inciden de manera desproporcionada en los hogares de menores recursos.
ODS 17, fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible. Una restricción importante que enfrentan los países de América Latina y el Caribe se refiere a las limitaciones en la movilización de recursos externos por su clasificación como países de renta media.
El reto principal es atender la compleja coyuntura con un enfoque de largo plazo y generar estrategias de Estado, que miren más allá de períodos administrativos específicos de gobierno.