Ariel González
Las señales de descomposición y desgobierno frente al crimen organizado están a la vista, son evidentes, pero aun así el Presidente y su candidata miran hacia otra parte. Acuartelados en los otros datos, confían en que su simbiótica actuación llegará a buen puerto el próximo 2 de junio: el clima de violencia, suponen, no los rebasará; las promesas (de continuidad) no los empobrecerán y, en teoría, incluso un triunfo apretado de Claudia Sheinbaum les permitirá sacar adelante “el segundo piso” de la 4T, que, para como van las cosas ya solamente significará terminar, parchar, ajustar o echar a andar como se pueda los megaproyectos de esta administración.
Porque, seamos claros: “el segundo piso” está hipotecado. No sé si los asesores de doña Claudia ya se lo dijeron, pero la bacanal populista de este sexenio no va a dejarle mucho margen de maniobra. Por un lado están los costos de las obras insignia. Irregularidades y actos de corrupción aparte (cientos de millones que que todos los mexicanos pagamos), tenemos que ya desde el año pasado el propio AMLO reconocía que los costos del Tren Maya, por ejemplo, superan con mucho su presupuesto original y que podría terminar costando hasta 20 mil millones de dólares, un 70 por ciento más de lo planeado. Veo que la candidata sigue prometiendo, como si nada, nuevas líneas de trenes de pasajeros, pero conseguir dejar a punto el Tren Maya y que sea viable económicamente su operación la mantendría eventualmente bastante ocupada. Otro tema para la presidenta ecologista será que el desastre ecológico en la zona irá en aumento durante la apresurada finalización de la obra, y que las consecuencias van a ser muchas y de largo plazo.
La refinería de petróleo Dos Bocas en Tabasco, sigue este mismo patrón y ha costado ya más del doble de lo presupuestado inicialmente para llegar casi a los 18 mil millones de dólares, y todavía puede aumentar. Otra cosa será conseguir que produzca la cuota de petróleo y gasolina prometidas por AMLO, y si lo consiguieran será de todos modos uno de los peores negocios de la próxima administración.
Podríamos seguir enumerando las muchas otras cosas que va a tener que arreglar, enmendar o componer Claudia Sheinbaum si llega a la Presidencia (el AIFA, Pemex, la megafarmacia, Mexicana de Aviación, etcétera), y para lo que va a tener que distraer muchos recursos que serán tirados en muchos casos como a un barril sin fondo.
Pero la herencia política es quizá la más inquietante. Independientemente de lo que la candidata morenista desea abonar por su cuenta a la destrucción de la democracia mexicana –profundizando la toma del INE, INAI y del Poder Judicial–, deberá considerar, si gana, que en muchas regiones la violencia del crimen organizado le hará sentir de inmediato que no gobierna todo el país. Es decir, antes de poder llevar a cabo sus anhelos “democráticos” (que no incluyen contrapesos, instancias autónomas ni minorías partidistas), me temo que va a tener que atender un sinnúmero de situaciones desbordadas y focos rojos para los que ya no contará con la muy socorrida explicación de que los responsables de todo fueron los gobiernos anteriores. Llegados “al segundo piso” de la 4T, creo que la señora Presidenta tendría que responder a un montón de mafiosos locales fuera de control, especialmente en Guerrero, Michoacán, Zacatecas y Chiapas, donde los gobiernos de su partido están ausentes o de planos ya son como empleados del crimen organizado.
A eso hay que sumar el conflicto de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa que en otras épocas Morena y López Obrador se encargaron de usar del modo más infame mientras ganaban el poder; conseguido esto, manipularon todos los expedientes e investigaciones, encarcelaron al autor de la versión histórica (que esencialmente es la misma de ellos), el exfiscal Jesús Murillo Karam, convirtiéndolo grotescamente en culpable de todo, y dejaron básicamente que el asunto se pudriera. Todo iba “bien”, hasta que los familiares y estudiantes de Ayotzinapa arrojaron petardos contra la Secretaría de Gobernación y derribaron una puerta ni más ni menos que de Palacio Nacional. Mientras el Presidente salía a decir que había “mano negra” en todo esto, otro estudiante de Ayotzinapa era asesinado el pasado fin de semana.
La imagen ya le dio la vuelta al mundo y es bastante elocuente acerca del clima de desgobierno que experimenta el país. Para como van las cosas, es muy probable que AMLO jamás reciba nuevamente a los familiares de los jóvenes de Aotzinapa, y mucho menos a las madres de los miles de desaparecidos en todo el país, y le deje también este asunto, como clavo ardiente, a la que se perfila como su sucesora si todo sale “requetebién”
También la marcha de las mujeres el pasado 8 de marzo dejó mal parada a la candidata de Morena. Por más que sus redes y propagandistas intentaron presentarla como una feminista de vanguardia, varios hechos, sobre los que vergonzosamente guardó silencio, les hicieron ver a muchas mujeres que su “feminismo” siempre respeta al amo de Palacio Nacional y a los de su partido. Así, le pareció muy bien que la bandera nacional fuera retirada del Zócalo a donde llegaron las mujeres en imponente marcha, y por lo que vimos tampoco le pareció mal el trato bestial y cobarde dado por la policía zacatecana a las mujeres que allá se manifestaron. Ahora ya lo saben más mujeres: el feminismo de Claudia está dictado por el patriarcado morenista.
Y para colmo llegó Cayetana Álvarez, una de las voces más lúcidas de la política española, para dictar una (imperdible) conferencia. Se trata de “una señora” de la “ultraderecha” que le ha provocado gran disgusto al Presidente López Obrador (porque lo “vino a insultar”, según él) y a la que este ha intentado descalificar y ordenado linchar con sus propagandistas de siempre.
Así las cosas, el imaginado “segundo piso” de la 4T luce bastante comprometido. Es una hipoteca muy pesada por el lado económico y, más aún, en lo político. La continuidad de Claudia Sheinbaum no tiene con qué pagarla.
@ArielGonzlez
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