La fotografía de Chepe Guerrero, Marco Del Prete, Luis Nava, Felifer Macías y Agustín Dorantes, flanqueados por el dirigente estatal Martín Arango, no es una postal casual: es la foto de familia con la que el PAN intenta blindar el 2027. En política las imágenes hablan, y esta grita un mensaje claro: unidad o derrota.
Los panistas parecen haber entendido que sus peores derrotas no se las provocó Morena ni la oposición, sino sus propios pleitos internos, los golpes bajos y los excesos de soberbia. Esta vez, al menos hacia afuera, mostraron la imagen que su militancia exigía: cinco aspirantes caminando en la misma dirección. Sin grillas y sin fuego amigo, hasta donde alcanza este lápiz.
Morena: fractura y decadencia
Del otro lado, Morena muestra su peor rostro: la división. No lo dicen los críticos, lo confiesan ellos mismos. El diputado Ulises Gómez acusó a los grupos que encabeza Gilberto Herrera Ruiz de ser “violentos y radicales”, empeñados en controlar al partido con grilla y amenazas, en lugar de consensos.
A eso se suma el grotesco escenario: desde un ex vendedor de droga convertido en regidor, hasta cuadros señalados por corrupción, violencia sexual y vínculos con el crimen organizado. Morena en Querétaro no tiene proyecto, no tiene candidato sólido y mucho menos unidad.
Lo poco que pueden presumir son un puñado de influencers drogadictos frustrados, convencidos de que con transmisiones en Facebook y discursos de odio en TikTok lograrán lo que nunca se les da en las urnas. Cuentas alegres que terminan en derrotas amargas.
La aritmética es clara: con 170 mil votos en su mejor escenario y la suma del Partido Verde, Morena no alcanza para disputar seriamente la gubernatura. Y aun así, Herrera mete el pie a las alianzas por miedo a perder el único ladrillo que ha logrado pisar.
El PAN, sin embargo, no debe engañarse con la foto. La unidad que hoy presumen solo servirá si los llamados “Cinco Fantásticos” logran bajarse a piso, socializar con la gente, escuchar, y sobre todo dejar atrás la arrogancia. El ciudadano queretano ya no compra discursos de “buen gobierno”: exige cuentas claras, cercanía y cumplimiento de acuerdos.
ANOTEN: Si los panistas minimizan a la prensa, incumplen su palabra o se disfrazan de pureza mientras juegan a la política de siempre, estarán entregando en bandeja de plata la oportunidad a un Morena que, aunque fracturado, sabrá explotar sus errores.La contienda del 2027 no será entre PAN y Morena, sino entre unidad y fractura, proyecto y ocurrencia, política real e improvisación digital. Querétaro no se gobierna con videos virales ni con radicalismos de ocasión.
Lo que está en juego no es solo una gubernatura, sino la posibilidad de demostrar si el PAN aprendió —o no— a dejar la soberbia atrás.
Astudillo, la kriptonita en la sucesión queretana
Mientras tanto, el Verde mueve sus fichas. Ricardo Astudillo Suárez ya levantó la mano y dejó claro que quiere ser gobernador. Y no está jugando. Su cercanía con el grupo compacto de Claudia Sheinbaum no es una fantasía ni una foto de ocasión: es una operación política tejida en silencio, sin chantajes ni extorsiones como las de otros representantes de la 4T.
Increíble pero cierto: Astudillo es hoy el diputado federal más productivo de Querétaro, con más de veinte iniciativas de fondo, superando en números al PRI, al PAN e incluso a Morena. Su trabajo legislativo, lejos de la estridencia, le ha dado un perfil competitivo que muchos subestimaron. Incluso claustros doctorales lo han propuesto para reconocimientos honoris causa, por iniciativas de gran calado para Querétaro.
Respaldado por Manuel Velasco, próximo operador político de Sheinbaum en el Senado tras la caída de Adán Augusto, y por Jorge Emilio González, líder nacional del Verde, Astudillo tiene mano para ajustar las tuercas a Morena en Querétaro y colocarse como representante real de la 4T rumbo al 2027.
A diferencia de otros, carga con un activo adicional: es queretano de nacimiento, y eso lo hace difícil de descalificar en un estado donde la identidad pesa. Lo curioso es que en torno a su proyecto empiezan a aparecer apoyos de panistas, priistas y hasta morenistas que lo reconocen como una carta competitiva.
En este tablero, Astudillo se perfila como la kriptonita capaz de debilitar cualquier proyecto que se le ponga enfrente. Su nombre luce más sólido que el de Bety Robles, Luis Humberto Fernández o incluso Santiago Nieto, quienes se han ido desplomando estrepitosamente.
En la sucesión queretana, el PAN ya tiene la foto y Morena sus fracturas; pero el que no aparece en ninguna postal, Ricardo Astudillo, puede terminar siendo la sombra que defina la contienda.
En 2027, la kriptonita no se posa para la cámara… se anota en la boleta.
A chambear
@GildoGarzaMx








