El joven y adinerado José María Diez Marina, que durante años su familia ha tenido vaivenes como comerciantes importantes, busca desposarse con la hija de nada más que el Cavalier Juan María de Jauregui Canal, octavo Marqués de la Villa del Villar del Águila, un suceso que en propio le tendría que cambiar de su vida por completo, no solo por la aspiración a tan alta envergadura de corte, sino a la inquietud de que, al mando de su corazón, no hay quien les logre disponer de otra cosa.
Tanto José María como María Concepción Fernández de Jauregui Villaseñor llevaban ya varios años tratándose, enamorándose, buscando dentro de sus familias el lugar propicio para que se diera la relación, pero que de algún modo no añejaba el gusto del joven abogado con el flamante descendiente de la Villa —la familia de mayor caudal financiero del Querétaro de la Nueva España—.
María Concepción Fernández de Jauregui Villaseñor, ahora novena Marquesa de la Villa del Villar del Águila, aún no quedaba satisfecha con el modo y las andanzas de su flamante esposo, el ahora Gobernador del Estado de Querétaro, quien a bien le ha escuchado algunas ideas que no coinciden con las de ella, a bien ella se saldara que es una mujer clasista —moda exuberante de las mujeres de estos años en la pequeña ciudad de reflejos de cristales multicolores— que de nobleza pura y de abolengo, no distingue por iguales a varios de sus sirvientes —todos esclavos porque aún está permitido así hacerlo—.
¡Le molesta lo casquivano de los comentarios de igualdades entro los semejantes! y a su padre —el Octavo Marqués— le ha hecho el encomio de sacar una cita para que puedan tocar tal tema.
La ahora Marquesa goza de la liviandad de no sacar audiencia, pero debe respetar el protocolo, quien debe ser cauta porque no habla con su padre, sino con su antecesor quien ya le ha firmado el total de los bienes, causas, así como el de las haciendas y libros de ordenanza.
¡Un encuentro mal diseñado les costaría una degradación ante escribano!
—¡Que de sí estará siendo escuchada por el Sr Octavo Marqués de la Villa del Villar del Águila que de sí a la ciudad de Querétaro siendo el día…
María Concepción no desarmaba la genuflexión ante el improperio del locutore, quien desalojaba la estirpe del marquesado, al terminar levantó el rostro y miró los ojos de su ya anciano y desvencijado padre.
—Pasa hija mía que de tus labios espero tus pregones de a ciento por cual de que serán de buenas venturas y desalojados vaivenes ¡anda! decidme
—Que de fechorías e ingratos tratos no he de recuperarle, no haciendo su corazón falto de mi compañía le solicito su anuencia para acercarme de lo ya permitido.
¡Se dieron un amoroso abrazo! cómo cuando niña le hacía las lágrimas! para convencerle de que aquel vestido fuera el de mejor, que aquel que recién le hubiera dado su madre o de que el color de los listones no fuera el del vestido, las boberías de su infancia le recuerdan el aroma de la juventud.
—¡Señor padre! que de sus saberes apropio que la indulgencia de mi señor esposo le fuera de su conocimiento, estoy en bruto consternada para aquello de las ideas que le surgen en sus pensamientos, como una mazmorra de torbellinos maleantes, su conciencia es buen hay hasta mirada santa padre, pero mi señor esposo en sí difumina ideas que no alcanzo a comprender.
—¿Cuáles mi querida hija?
—Bueno pue que se sepa señor padre que piensa que existen cuatro poderes, el del todo poderoso nuestro Señor Dios y que es a quien de mayor debemos la obediencia ¡sabed que le comparto! habla de una ley divina.
—¿y los otros tres?
—Le escuché hablar mientras le servía el té, de una ley positiva y natural que nos rige… ¡que por sea de Dios que no comprendo! hablaba de una rectitud que viene de todo que nos rodea… que sepa mi señor padre que me espanta a veces tal interlocución ¡que de enfermo le tildo! que muchas gracias de sobra me ocupa su consejo.
—¡Vaya que mujer la mía de mis menores de los amores y de mayores sus lágrimas! pero que sea que tus preocupaciones no son ajenas, ni distraídas de un estupor de simple conciencia que de insano de sus pensamientos tu esposo no es, al contrario, está tratando de explicar esto nuevo lo que llaman estado, que de saberse que tu esposo es gobernador, pero no de los de nuestra ya pesada Nueva España, ahora debe actuar dentro de un orden, de varios poderes que debe separar ¡nada en fácil tal odisea!
—¡Que de loco no le he bajado!
Las risas del Marqués llegaban hasta la sala de audiencias que esperaban de poco ya varios tiempos de sombra, en sí para arreglar los asuntos de todos los días.
Sala de la legislatura del recién Estado de Querétaro, toma de protesta del gobernador José María Diez Marina, 5 de octubre de 1825, discurso de declaratoria del gobernador, dos de la tarde lluviosa y áspera.
… Que así sus ilustrísimas legisladores, señores sea de cuenta propia, que me anexo de inmediato a la voluntad de varios quehaceres que se enmarcan en esta nueva Constitución, que de mano primera, sabernos que todos tendremos la oportunidad implícita desde ahora de llamarnos ciudadanos queretanos, que todos los hombres que habiten en este territorio de nuestro estado aún en clase de transeúntes, están bajo el amparo y protección de las leyes y el Estado les garantiza sus naturales e imprescriptibles derechos de libertad, seguridad, propiedad e igualdad…
María Concepción no paraba del asombro.
…las juntas populares parroquiales que hoy me instauran en este benéfico y atenuante estrecho lugar de nuevas labores, deja claro que solo quienes obtengan la ciudadanía de queretano y ser mayores de dieciocho años, podrán sufragar en su parroquia que le corresponda…
El Octavo Marqués observaba con atención —cercano a la junta de religiosos que les tocaba participar pues dentro de la nueva Constitución una tercera parte de la vigilancia de los artículos están destinados a su oficio en el cuidado—.
… somos un estado libre y soberano en cuanto a nuestra administración y gobierno interior, con sujeción a nuestra acta constitutiva, a nuestra constitución federal y la propia, que de saberse de la igualdad de todos los llamados ciudadanos queretanos, nos arrojamos a un proceso de igualdad entre todos nosotros, que regresaremos los beneficios a nuestros indios y naturales, que de comienzo esta tierra fue fundada y apoyada por ellos, para ellos y con ellos… por ello aceptamos el gobierno federado, republicano, representativo y popular…
Las voces de los rumores no se dejaban esperar, para ese entonces uno de los legisladores Juan Nepomuceno Acosta —el nombre de Juan Nepomuceno es por el santo patrono de los infantes de marina— tomaba acelerada nota de lo descrito, que de saberse que aún no era claro esto del sistema del estado ¿a quién se le rendiría informe de lo sucedido?
La voz del flamante gobernador continuaba.
…a partir de ahora las normas jurídicas del derecho español vigente en la Nueva España que nos regían han desaparecido, de facto, por ello una gran cantidad de leyes, decretos, reglamentos, acuerdos y órdenes del Poder Legislativo, que en conjunto representan la intención del Congreso por dar cuerpo a un sistema jurídico local nos permiten ser completamente independientes y soberanos en nuestro actuar y sabernos que cada ciudadano queretano, goza de ellas en su ampliación y magnitud… ¡no dependemos más de un gobierno extranjero al que llamaremos ya obsoleto!…
¡De pie todos los concurrentes aplaudieron estas iniciativas! … nuestra Constitución de Querétaro tiene las características de toda Constitución liberal de orientación francesa, los lementos del estado: territorio, poder, religión, habitantes; declaración de las libertades; el principio de la soberanía popular y la división de poderes, el principio electivo aunque por vía indirecta; la organización del ayuntamiento, la hacienda pública, la milicia cívica, el régimen de responsabilidades de los funcionarios públicos, la educación pública y la reformabilidad de la Constitución…
¡Los aplausos no cesaban!
… deseo referirme especialmente al asunto de la religión oficial del estado, decisión política fundamental contenida en el artículo 26, que a la letra dice: ‘‘la religión del estado es y será perpetuamente la católica, apostólica romana, con exclusión de cualquiera otra.
Ahora y en siempre esta custodia nos permite mantenernos en la viveza de lo correcto y lo moralmente actual, porque vendrán cambios e incertidumbres que nos cimbrarán, pondrán en duda la equidad de nuestra religión, le acusarán de ser obsoleta e intransigente, querrán voces ajenas acallar las propias de una comunidad que ha mantenido el orden y la jerarquía, habrá quien ruegue que desaparezca la religión como única y deseo dejar claro ante el orden que se me otorga.
La religión católica es la única que se profesará en Querétaro, por ende, ni otra se aplique permiso o salvedad de existir y no es por mando, sino por la sana rectitud que a perpetuidad se le designe en nuevas o reformas a esta Constitución que a ningún legislador se le olvide:
La religión del estado soberano de Querétaro es y será perpetuamente la católica, apostólica y romana…
¡Todo el salón en pleno aplaudió la consigna y los gritos de júbilo no se dejaron esperar!
… es por esto, que a virtud de no perjudicar en lo mínimo, debemos de realizar un blindaje a las ideologías que vendrán, que levantarán vuelo con la justificación de que las garantías de enseñar y promover la Fe son discordantes, pero sabemos ¡bien que lo sabemos! que el sentido propio del ahora Estado de Querétaro esté lleno de magnitudes y voluntades para que cada niño obtenga la sana virtud del catecismo, que defenderemos la moral y las costumbres católicas por encima de los ideales libertarios y de fundación que ya se escuchan por algunos foros cercanos, y que tratan de dañar la dignidad de los naturales habitantes de Querétaro…
Ahora el joven José María Diez Marina como gobernador daba el último mensaje de su participación, con su mirada perdida al fondo del salón, como si le hablara en profundo a aquellos que no estaban y que sabía no le escucharían en las narraciones de los periódicos y gacetas de la ciudad:
… nos mostraron por siglos que la monarquía era le mejor sistema de gobernar una entidad y un sistema, en donde ciudadanos eran percibidos como diferentes unos de otros en esta guerra de castas que aún hoy día prevalece, el monarca centralizaba el poder en sus manos ¡solo las suyas! hacía y deshacía a su voluntad sin reparo todas las aberraciones que le pasaban por su temerosa falta de voluntad…
¡Reforzó la voz!
… Querétaro es de todo aquel ciudadano nacido y visitante, que explore y tenga a bien decidir venir a realizar trabajo honesto, que con sus manos construya el sólido cimiento de esta tierra, que comenzó siendo de paso y que ahora por sus torres y balcones, corre el entusiasmo de tener un mejor lugar en donde vivir, juntos, los poderes del Estado, la Iglesia Católica única y perpetua declaro que comencemos esta etapa histórica de la mano del creador y serenos justos a su juicio…
¡Alzó su mano derecha e indicó con su dedo hacia el cielo!
…¡Qué de llena la voluntad de Dios para estas tierras y que de bueno sea para todos el bien vivir en este nuevo Estado!
…¡Qué así sea!
FIN