Voy a plagiar a la plagiaria Denise Dresser. Cometeré el pecado porque el refranero garantiza el perdón: “Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”.
Doña Denise sin respetar la presunción de inocencia dijo de Yasmín Esquivel Mossa que era una MMD, Ministra Moralmente Derrotada. Buena idea describir a alguien con tres palabras. La copio, entonces, y la aplico a la colaboradora de Reforma: la señora Dresser es una CCT que, leal a su casa editorial, es la mejor representante del PPI de Alejandro Junco De la Vega, dueño de Reforma..
¿Qué significa CCT? Columnista Cuarentona Tramposa. Y es que Denise, a los 43 años de edad, plagió completo un libro. La historia la contó León Krauze en Letras Libres el 31 de mayo de 2006: Denise Dresser y Jorge Volpi plagiaron la obra America: The Book de Jon Stewart.
Y no ha sido el único robo intelectual que ha hecho la CCT de Reforma. Le han contado hasta ocho fallas éticas de ese tipo, ninguna pecado de juventud como fue el caso de Esquivel Mossa con su tesis, sino todas cometidas cuando doña Denisse era ya una cuarentona y hasta cincuentona que había perdido la inocencia, como aquel plagio de 2017 cuando copió un texto de El País, “Explíquese, señor Rajoy” —el de ella se titulaba “Explíquese, Sr. Peña”—.
Con tales antecedentes, si alguien estaba moralmente incapacitada para cuestionar a la ministra Esquivel Mossa era la señora Dresser. Pero Denise lo hizo hace unos días. Y de una manera francamente vulgar y agresiva.
La CCT de Reforma solo sigue la línea del señor Junco de la Vega, esto es, la de invariablemente contribuir al PPI, Pinche Pasquín Inmundo.
Hoy martes 27 de diciembre ese periódico publicó la mayor estafa periodística del siglo XXI mexicano: todo un enredo estadístico para concluir que el gasto en salud privada es siete veces más grande que el gasto en salud pública.
Lo de menos es la comparación entre los gastos público y privado en salud, que puede realizarse de mil maneras dependiendo de lo que se pretenda evidenciar.
Lo relevante es la intención del PPI que es el periódico de don Alejandro Junco de la Vega: estafar a sus lectores con el cuento de que en anteriores sexenios la gente no tenía necesidad de gastar en medicina privada porque el gobierno se encargaba de atender a toda la población enferma.
Desde el arranque del primer gobierno de izquierda en México, el PPI llamado Reforma se ha dedicado a difundir la tesis —evidentemente falsa— de que, antes de la llegada de AMLO a la presidencia, en nuestro país las cosas funcionaban como en Suiza, lo que ya no ocurre porque la 4T todo lo echó a perder.
El tema de salud es sensible y es la razón de que Reforma informe con estadísticas amañadas y, por lo tanto, perfectamente refutables con la simple mención de que en todos los rubros el gasto privado es superior al público. Ocurre así en cualquier sociedad democrática. Por ejemplo, en las naciones en las que existe libertad para invertir, la inversión privada suele superar en cinco o seis veces a la inversión pública. Es algo perfectamente normal. Pero…
Andrés Manuel López Obrador ha encontrado no pocas resistencias en su proyecto de transformación. Entre las más fuertes están las relacionadas con el sistema corrupto que existía alrededor del sistema público de salud.
Detrás de tantos reportajes sobre los problemas de las instituciones de salud del gobierno está la corrupción en la compra de medicinas y equipos hospitalarios que existía en los anteriores sexenios.
No debemos olvidar que el financiamiento del sitio de internet en el que participa Carlos Loret de Mola, Latinus, tiene su origen en el negocio de proveer equipos médicos al sector público, hoy afectado por la higienización del sector emprendida por la 4T.
Reforma, desde luego, como líder ideológico de quienes se beneficiaban de todo lo que estaba podrido en México, es quien más impacto tiene en la difusión de mentiras.
Las falsedades del diario de Alejandro Junco las repiten casi todos los otros medios —El Financiero, El Universal, Radio Fórmula, los programas de debates en la TV, etcétera— que aceptan sumisamente el liderazgo de Reforma.
Las campañas de mentiras las pueden hacer hoy los medios con la libertad que antes el gobierno les negaba o que tales empresas periodísticas se negaban a sí mismas, como cuando pactaron con Felipe Calderón censurarse para no dar a conocer, tal como se manifestaba, la violencia que surgió cuando el esposo de Margarita Zavala declaró la absurda guerra contra el narco para intentar de esa manera que se olvidara el fraude electoral que lo llevó al poder.
Andrés Manuel ha dicho desde hace años que pretende llevar el sector salud mexicano a la eficiencia con la que opera el de Dinamarca. Con honestidad y austeridad se podrá lograr. Pero mucho ayudará al presidente en esta tarea el tomar ideas del sector salud suizo, basado en los seguros de gastos médicos.
La financiación del sector salud en Dinamarca es principalmente pública, es decir, procede de los impuestos que paga la gente. Así ocurre en otros países, como el Reino Unido y Francia.
Creo que, existiendo en México una industria de servicios hospitalarios privados de calidad, podría Andrés Manuel encargar un trabajo de análisis del sistema suizo para apoyar al sector público.
En Suiza cada persona paga su seguro de gastos, que es obligatorio en un nivel básico. Existe la opción de pagar seguros más caros, por ejemplo para tener una habitación privada en los hospitales.
Tal como teóricamente ocurre en México, pero creo que allá con mayor eficiencia, los distintos niveles de gobierno en Suiza establecen las primas a pagar a las empresas aseguradoras. A nadie que resida en ese país las compañías que ofrecen el servicio le pueden negar el seguro básico sin examen médico previo.
En México las empresas de seguros rechazan dar el servicio a alguien que esté enfermo, lo que es inmoral y contrario a derechos humanos. No debe perderse de vista el hecho de que a tales empresas dinero de los propios asegurados sanos les sobra para cubrir cualquier tratamiento de quienes padecen una enfermedad, la que sea.
Es mucho lo que el gobierno puede hacer para que exista la obligatoriedad de que las compañías de seguros presten el servicio básico a todas las personas, independientemente de su situación de salud.
La primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha corregido algunos abusos de las aseguradoras mexicanas, pero debe legislarse para llegar a un sistema que funcione con justicia para la gente basado en ganancias empresariales razonables.
Ya no debe darse el caso de que se cancelen pólizas de que gente que enfermó y a la que la compañía de seguros no le quiere pagar los tratamientos porque, argumentan, por ejemplo, que cuando firmaron el contrato no reportaron alguna enfermedad, lo que normalmente no es cierto, pero de lo que se valen las aseguradoras para dar una patada a quien exige que se le pague la hospitalización.
El poder judicial y el legislativo deben poner orden en tantos abusos, como el de las enfermedades preexistentes que se utilizan como pretexto para no cumplir con el asegurado.
Y bueno, valdría la pena remediar un problema terrible: el de la gente que pagó una póliza durante, digamos, 40 años en los que nunca se enfermó, pero ya en la vejez, sin trabajo, es decir, con escasos ingresos no puede cubrir la prima que ha subido año con año hasta volverse impagable. Entonces, como no la puede pagar, pierde la protección y, por la edad, es cuando sí se enferma y no tiene acceso al seguro que nunca usó aunque lo pagó durante cuatro décadas.