Rebeca Pérez Vega
Los intereses narrativos, las constantes exploraciones con el lenguaje y la transgresión de los géneros literarios han sido constantes en la escritura de Cristina Rivera Garza (Tamaulipas, 1964).
La obra de la recientemente galardonada con el Premio Pulitzer por su novela El Invencible Verano de Liliana, ha abierto la conversación en distintos frentes: ha abordado la violencia histórica y sistemática contra las mujeres, ha reflexionado sobre el cuerpo y sobre las diversas maneras de entender y nombrar al mundo.
De vuelta al pasado, 25 años atrás, Rivera Garza publicó uno de los libros fundamentales de su carrera, Nadie me Verá Llorar, que acaba de ser reeditado bajo el sello de Penguin Random House. En él, ya se expone cómo la violencia hacia las mujeres ha sido también institucional. Esta obra, que narra la vida de María Modesta Juliana Burgos López, nacida en 1882 e internada en el manicomio de La Castañeda, diagnosticada como “enferma de locura moral”, refleja una realidad dolorosa que, a pesar del tiempo, se repite, advierte la autora.
Nadie me Verá Llorar profundiza en los temas centrales que han guiado su escritura a lo largo de los años, y aunque pareciera que la historia de Modesta es lejana, su relevancia se mantiene como una preocupación constante sobre los derechos de las mujeres y la violencia que ejerce el propio Estado sobre ellas.
“Los temas que toca Nadie me Verá Llorar todavía forman parte de nuestro presente: hay cuestiones sobre la estructura de la ciudad, sobre la violencia y la disputa del espacio público, sobre las definiciones de lo que es ser mujer, lo que es ser hombre, sobre las relaciones violentas entre las definiciones de géneros y cuestiones de salud mental. Yo creo que, con el paso de los años, estos temas han cobrado todavía mayor importancia y prominencia en nuestra conversación pública. En ese sentido, creo que Nadie me Verá Llorar es contemporáneo y puede establecer una conversación significativa con las condiciones de nuestra vida hoy”, describe la autora de La Muerte me Da.
Para escribir este libro, Rivera Garza acudió al Archivo Histórico de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México y al Archivo General de la Nación. Realizó una labor casi de arqueología para tratar de entender la historia en su conjunto y poner luz a las piezas del rompecabezas que era México a inicios del siglo 20.
Inicialmente, la historia tenía como protagonista a Matilda, porque el protocolo del archivo insistía en proteger las identidades de los internos. Sin embargo, las reformas a la Ley General de Archivos, realizadas en 2016, permitieron ahora develar su nombre verdadero: Modesta Burgos, una mujer que sufrió violencia institucionalizada.
Para Rivera Garza, la crítica que recibía Modesta por “hablar demasiado” era una señal del escaso espacio otorgado a las voces femeninas de su tiempo. Sin embargo, la autora señala que hoy, afortunadamente, “hay más oídos dispuestos a escuchar”, aunque la problemática persista. A 25 años de distancia, el lenguaje para hablar de la violencia hacia las mujeres ha cambiado y ha ganado terreno en la agenda pública.
Rivera Garza expresa que Nadie me Verá Llorar marcó el inicio de una serie de intereses literarios que siguen siendo la columna vertebral de su trabajo. Su fascinación por los documentos, la investigación como responsabilidad del escritor y la minuciosidad en la construcción de atmósferas son huellas que continúan en su producción literaria.
“La novela documental”, como ella misma la define, ha sido un vehículo para interrogar las estructuras sociales y los temas de su época, pero también una forma de abrir la conversación sobre los espacios donde la historia y la ficción se cruzan.
La escritura de Rivera Garza trasciende la literatura misma. La autora resalta que los lectores son los que “terminan” sus libros, llevando las historias más allá de las páginas, y esta interacción con los lectores, especialmente con las nuevas generaciones, ha sido una de sus mayores satisfacciones. Como ha ocurrido con Nadie me Verá Llorar, en el que los lectores se han involucrado a través de diversos medios, también ha sucedido un fenómeno similar con El Invencible Verano de Liliana, libro en el que narra el feminicidio de su hermana Liliana, ocurrido en 1990, cuando apenas tenía 20 años.
A partir de la publicación de este libro, se han dado distintas activaciones y manifestaciones para mostrar el enojo e indignación sobre la violencia hacia las mujeres.
“Estamos escribiendo el libro juntas”, a través de un proceso de colaboración que trasciende lo literario y toca el activismo y la participación social, narra Rivera Garza.
El Invencible Verano de Liliana tendrá una adaptación cinematográfica que estará a cargo del cineasta tapatío Samuel Kishi, quien compartirá la dirección con Inna Payán, en una especie de híbrido entre documental y animación, que se filmará entre el Estado de México y la Ciudad de México.
Rivera Garza expresa que lo que más le emociona de esta adaptación es que podrá abrir más espacios de diálogo con lectores y lectoras, especialmente jóvenes, sobre la violencia de género.